La política argentina toca fondo. Lo urgente para unos pocos poderosos y poderosas que cada día juegan a fondo cuestiones personales, partidarias y disputan liderazgos de baja estofa no suele ser lo importante para el conjunto social que con frecuencia ve en esos pocos y pocas las causas mismas de todos sus males, dolores, carencias, pobrezas, indigencias y frustraciones. Veamos.

El expresidente Alberto Fernández (2019-2023), investigado desde varias semanas por el juez federal Julián Ercolini junto con los fiscales Carlos Rívolo y Ramiro González para esclarecer presuntos hechos de corrupción estructural que el mandatario habría cometido en complicidad con su secretaria María Cantero y el esposo de esta Héctor Martínez Sosa, a través de la contratación de pólizas de seguros para organismos oficiales y personal del Estado, se agrega que la exesposa del exmandatario Fabiola Yáñez –también exprimera dama– hizo público que su marido, en la Residencia Presidencial de Olivos (RPO) –20 kilómetros al norte de Buenos Aires– con frecuencia la castigaba golpeándola y privándola de su libertad personal. Las imágenes que testimonian aquellas agresiones son espeluznantes. También agreden al observador.

Esos presuntos delitos cometidos con violencia de género que habría perpetrado Fernández se añaden a otras acciones delictivas cometidas en los meses más recientes por al menos dos prominentes figuras políticas del peronismo como lo son el exgobernador de Tucumán y exsenador nacional José Alperovich (69) condenado a 16 años de prisión por violar reiteradamente a una sobrina que trabajaba en su despacho; y, al procesamiento por el delito de abuso sexual del intendente del Partido de La Matanza Fernando Espinoza en perjuicio de su secretaria Melody Jacqueline Rakauskas –su víctima– que por graves amenazas contra su vida asegura que debió huir de la Argentina para residir en el exterior. Una saga aterrorizante.

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Fabiola Yáñez, exesposa del exmandatario de Argentina (2019-2023)

Las críticas hacia el exjefe de Estado arreciaron, continúan y continuarán. Desde todo el espectro político y social. Incluso, la expresidenta (2007-2015) y exvicepresidenta (2019-2023) Cristina Fernández (71), en una comunicación formal, sentenció que “Alberto Fernández no fue un buen presidente. (Como) Tampoco lo fueron Mauricio Macri o Fernando de la Rúa (...). Pero las imágenes que vimos transmitidas por los medios de comunicación en virtual cadena nacional, en lo que constituye una verdadera revictimización de la denunciante, son otra cosa. Las fotos de la Sra. Fabiola Yáñez con hematomas en su cuerpo y rostro junto a los chats publicados que revelan el diálogo entre ella y el expresidente, no solo muestran la golpiza recibida, sino que delatan los aspectos más sórdidos y oscuros de la condición humana”. Es palabra de CFK que, por su parte, aunque sin condena firme y trámite de apelación, también ha sido sentenciada por la justicia a cumplir 6 años de prisión por el delito de administración fraudulenta durante los 12 años que gobernaron ella y su difunto marido, el expresidente Néstor Kirchner (2002-2003).

Cristina fue objetivamente crítica, pero –por qué no decirlo– es una dirigente de enorme peso en el peronismo argentino que se evidencia a la vez como una muy mala seleccionadora de compañeros de fórmula en su brillante trayectoria política.

De hecho, además de elegir e imponer a su partido y a la militancia a Alberto Fernández para que fuera candidato presidencial en 2015, su exvicepresidente (2011-2015) Amado Boudou (61), fue detenido en 2017 y condenado a 5 años y 10 meses de prisión en diciembre 2020 por cometer junto con un grupo de cómplices (¿una banda?) los delitos de cohecho pasivo (recibir coimas) y negociaciones incompatibles con la función pública cuando ejercía el cargo para apropiarse de la imprenta Ciccone Calcográfica para imprimir papel moneda argentina. La crítica social crece en forma exponencial contra el peronismo. No es bueno.

De hecho, aquel descontento –en no pocos casos amargo para miles de ciudadanos y ciudadanas que adhieren a los principios del partido que fundara Juan Domingo Perón (1895-1974) quien fuera tres veces presidente– va más allá de la reacción ciudadana espontánea y hacia allí la orientan tanto prominentes figuras del oficialismo actual como opositores de ese partido histórico en este país con claros valores humanistas y sociales.

Pero no todo es la tragedia pública y privada de entre Alberto y Fabiola y sus consecuencias. Mientras todas las miradas se dirigen hacia ellos la Argentina que gobierna el presidente Javier Milei no consigue recuperarse con la dinámica que satisfaga las enormes demandas sociales. La recuperación económica se demora. La recesión se prolonga. Con la baja de la inflación claramente no es suficiente.

Cuando cerraba la semana que pasó el diputado nacional de La Libertad Avanza (LLA) José Luis Espert, aseguró que en el gobierno del señor Javier Milei “no estamos enamorados del cepo” cambiario que impide operar libremente aquí con divisas extranjeras y, en particular con el dólar.

Espert agregó que para terminar con dicha restricción cambiaria –devenida en política de estado– que fue impuesta tanto por las administraciones kirchneristas como por el presidente Mauricio Macri que solo la eliminó por corto tiempo, “se necesita un mínimo de 10.000 millones de dólares netos adicionales” para dejar atrás ese impedimento sin sobresaltos.

Sin embargo, la totalidad de los datos sobre la economía que circulan en este país agregan a esa situación que destaca el diputado oficialista –como ya se publicó desde esta misma columna en semanas anteriores– las reservas que atesora el Banco Central (BCRA) son negativas en poco más de USD 5 mil millones. Algunos estudios especializados tanto públicos como privados proyectan que ese rojo creciente, en diciembre próximo se ubicará muy cerca de los USD 8 mil millones y, cuando promedie febrero de 2025 podría superar los USD 12 mil millones.

En los últimos días también, la tasa de riesgo argentina (riesgo país, como se la menciona popularmente) que enuncia cada jornada JP Morgan se ubica bastante por encima de los 1.500 puntos básicos, lo que representa una eventual tasa cercana al 15 % anual de dólares que debería pagar un tomador de crédito argentino en el mercado voluntario externo, en el caso de que consiguiera que se lo concedieran.

En lo que concierne al valor del dólar estadounidense en el mercado informal se mantiene cercano a los $ 1.380 por unidad de esa divisa lo que representa una brecha de casi el 40 % respecto del valor oficial de esa moneda en torno de los $ 980.

Esos indicadores, vale recordarlo, se dan en el contexto de un 54,8 % de la población en situación de pobreza y, 20,3 % en indigencia, según lo reportó formalmente el gubernamental Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) que hizo públicos los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) que realiza y de la que ya diera a conocer La Nación. La pobreza y la indigencia no retroceden. Las necesidades, se incrementan. Que el árbol no tape el bosque.

En el más reciente Índice de Percepción de la Corrupción que produce año tras año la organización no gubernamental (ONG) Transparencia Internacional (TI), se informa que la Argentina solo obtuvo 37 puntos sobre los 100 posibles que se conceden al país evaluado como más transparente. Ese dato explica que, cuando finalizó 2023, entre 180 estados, este país está en el puesto 98. Evaluados en el mismo nivel se encuentran Bielorrusia, Albania, Etiopía, Gambia y Zambia. ¿Qué es lo que no se ve?

John Emerich Edward Dalberg-Acton (1834-1902), Lord Acton, como se lo suele mencionar a aquel historiador, político y escritor inglés, sostiene que “el poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”.



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