En el año 1993 el ambiente académico mundial fue sacudido por los aportes del profesor Douglas North, motivo por el cual obtuvo el Nobel de Economía. Sus estudios históricos y el papel de las instituciones son vitales para entender el valor de la libertad y la propiedad. North se enfoca en un nuevo análisis para explicar por qué algunas naciones tienen éxito y otras fracasan.
Las instituciones son como reglas de juego que en términos generales podemos denominar como economía de mercado y Estado de Derecho o el “Rule of Law” que los ingleses descubrieron en el año 1215 en su preciosa Carta Magna que consiste en derechos de propiedad que se extienden desde el individuo hacia el comercio como primer paso de la civilización.
Encontrar esa “piedra filosofal” que transforma la miseria, el desempleo y las calamidades sociales en prosperidad y oportunidades, llevó a los pensadores a tratar de encontrar la mejor explicación. No fue fácil al comienzo.
Muchas fueron las teorías para entender lo que sucedía en el contexto social del hombre, pero ninguna daba en el blanco. Los estudiosos fueron enceguecidos por el misticismo y la magia. Los primeros adoradores del Estado se equivocaron pues todas sus teorías llevadas a la práctica terminaron en miseria, en un círculo vicioso del que no podían escapar porque dejaban de lado el valor de los derechos individuales de la vida, la libertad y la propiedad.
Mientras tanto los esfuerzos del hombre por sobrevivir y progresar se venía abriendo paso, con errores, aciertos y en medio de inmensas dificultades. Y ¡por fin se encontró un compendio teórico práctico que explicó el desarrollo!
La respuesta correcta no es obra de una persona en particular, ni proviene de la planificación estatal. Fue el resultado de un largo proceso de evolución que siguiendo las enseñanzas de la Escuela Austríaca de Economía, la liberal por antonomasia, con exponentes como Karl Menger, Mises, Hayek, Rothbard y otros denominaron “orden espontáneo” en alusión a que las reglas de juego en forma de instituciones fueron surgiendo en un proceso evolutivo de ensayo error donde la libertad y la propiedad son determinantes.
Al respecto, no puedo dejar de mencionar a uno de mis pensadores favoritos, el filósofo y economista Adam Smith (1723-1790) quien en sus monumentales obras “La teoría de los sentimientos morales” (1759) y La riqueza de las naciones (1776) identifica a las instituciones como elementos indispensables para el desarrollo de las naciones.
Los argumentos conocidos a la fecha como de la tradición liberal clásica se comprueban con el surgimiento del primer avance económico, político y tecnológico iniciado en el siglo XVIII en Holanda e Inglaterra. Era una piedra filosofal desconocida hasta entonces. Fue así que hoy también se puede comprender aquel primer salto nunca antes visto en la humanidad de por qué algunas naciones tienen éxito y otras fracasan, esta vez comprobados por Douglas North desde la historia, la economía y las instituciones.
(*) Presidente del Centro de Estudios Sociales (CES). Miembro del Foro de Madrid. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado”: “Cartas sobre el liberalismo”; “La acreditación universitaria en Paraguay, sus defectos y virtudes” y otros como el recientemente publicado “Ensayos sobre la Libertad y la República”.