• Por Felipe Goroso S.
  • Columnista político

Algo está sucediendo en la oposición y los conglomerados de medios de comunicación que abiertamente pasaron a ser sus órganos de propaganda. Políticos y periodistas que dicen defender la libertad en cambio hacen todo lo posible para que no se genere el debate sobre los temas realmente relevantes. Cada vez con mayor intensidad, son reacios a toda idea que no sea idéntica a la de ellos y a discutirlas con franqueza. De un tiempo a esta parte, lo que debería ser el sano ejercicio del debate, una de las bases fundamentales de la política, está lleno de agentes que rehúyen el pensamiento crítico.

Se puede conjeturar que el motivo de tal situación se debe a tres ideas equivocadas que se han introducido en el subconsciente de esos actores, que creen defender una visión generosa e inclusiva de la vida. La primera: lo que no te mata te hace más débil. La segunda: hay que confiar únicamente en los sentimientos. Y, por último: la vida es una lucha entre las personas buenas y las malas.

Estas nociones, que pueden parecer beneficiosas porque protegen al individuo y halagan sus propios instintos, en realidad contradicen principios básicos sobre el bienestar. Abrazar estas falsedades, y con ello propugnar una cultura de la seguridad en la que nadie quiere escuchar argumentos que no le gustan, interfiere con el desarrollo del debate. Y les hace más difícil recorrer el camino, con frecuencia complejo y tortuoso, de la vida política al igual que la de los medios.

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Son frágiles, susceptibles y maniqueos. No están preparados para afrontar posiciones en contra, conflictos y, por consiguiente, no están preparados para la democracia, que es debate. Van de cabeza al fracaso y puertas adentro ellos lo saben. La falta de estrategia, creatividad, de una hoja de ruta clara, hacen que vivan de berrinche en berrinche y obviamente vaciados de contenido y propuestas. Inventan temas para aparecer un día en tapa y que luego desaparecen, se derrumban ante la falta de sustancia y sobre todo por estar muy desconectados del día a día de la gente.

Las elecciones municipales están a la vuelta de la esquina y, así las cosas, lo que se puede ver en el futuro es un mapa del Paraguay pintado de colorado. El Partido Colorado está pasando por una etapa donde prima la templanza y el diálogo, el consenso sobre los puntos en común y dejando de lado el disenso para otro momento.

La política, esa mala palabra que empieza con p y termina con a, implica una permanente revisión que permita asumir los errores, corregirlos y actuar en consecuencia. La democracia paraguaya precisa que la oposición comprenda al fin el papel que les toca y llevarlo con madurez y sapiencia.

Etiquetas: #berrinche

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