• Por Pablo Alfredo Herken Krauer
  • Analista de la economía
  • Email. pabloherken@yahoo.com

Si un país recibe un ingreso especial de 12.823 millones de dólares (fuente BCP) durante 30 años y 3 meses (1994-2024) de sus empresas hidroeléctricas binacionales (Itaipú con Brasil y Yacyretá con Argentina), el 87 % de la represa en sociedad con los brasileños, 11.105 millones de dólares y el 13 % con los vecinos del sur, 1.718 millones de dólares, se asume que hoy ese país tendría que ser un país avanzado en la generación, transmisión, distribución de energía eléctrica limpia y renovable, con hogares satisfechos por la calidad del servicio (y precio favorable para los usuarios, situación inferior a la de cliente), inversiones nacionales y locales alimentadas por una electricidad competitiva e, incluso, vendiendo la porción de la energía que nos corresponde a mercados del exterior, con toda la infraestructura necesaria para poder hacer todo lo anteriormente dicho.

¿Somos ese país electrizado, con mejor desarrollo? No. No lo somos. ¿Qué nos pasó? Hay varias fuentes de información para el cálculo del ingreso de dólares (divisas) de las binacionales. El del Banco Central del Paraguay (BCP) es una de ellas. Reitero: estamos hablando de un ingreso de dinero por 12.823 millones de dólares. A los efectos de hacer comparaciones y sacar una primera conclusión del país eléctrico que no somos, tomemos el período 2003-2023 y veremos que tuvimos un ingreso de 10.709 millones de dólares de las binacionales en dicho lapso: 9.104 millones de dólares vinieron de Itaipú y 1.605 millones de dólares correspondieron a Yacyretá.

En esos 21 años la recaudación de impuestos sumó 59.489 millones de dólares y los dólares de las binacionales, equivalentes al 18 %. Reemplazamos la mayor recaudación de impuestos que necesitábamos por el dinero de las binacionales. Y el mejor uso de las recaudaciones también. Encontramos en el dinero de las binacionales el parche salvador para todo tipo de gasto que los impuestos no alcanzaban a cubrir, y para financiar gastos diversos en una extraordinaria dispersión de recursos. Cuando más se quiere abarcar, incluso con buena motivación, la torta se parte en tantos pedazos que a todos les toca un poquitito, pero a nadie le satisface. Al final da la impresión de que todos están cubiertos con el dinero de las binacionales, pero la realidad es la desnudez en las necesidades insatisfechas. En 1998 Taiwán nos dio un préstamo de 400 millones de dólares. El gobierno de Raúl Cubas Grau era fuertemente resistido por su alianza con el golpista Lino César Oviedo, y el préstamo no fue aprobado hasta después del heroico marzo paraguayo de 1999. El equipo técnico de Cubas Grau (con Gustavo Leite a la cabeza) hizo un excelente trabajo al priorizar el uso del dinero en solo tres objetivos bien concretos y determinados, y con la mejor fundamentación venía la repartición de la torta para su correspondiente distribución. Vino el gobierno de la unidad nacional, aprobaron el préstamo y lo cortaron en 400 pedazos (hacer empedrados en donde hubiera necesidad), porque “tenía que llegar a todos”. Y el dinero, más temprano que tarde, se esfumó.

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¿Qué estamos haciendo con el dinero de las binacionales? Cualquiera con un dedo de razón dirá que la prioridad en el destino del dinero de las binacionales debió ser y es Ande. Hoy tendría que ser una empresa cotizando en la bolsa de valores de Nueva York. La mayor, la más poderosa, la más moderna, la más competitiva, toda una fuente directa e indirecta de cuánto se pueda hacer o se pudo hacer para habernos convertido en un país eléctrico. Pero seamos realistas, el dinero de las binacionales en Ande se hubiera encontrado con la oposición a toda Ande potencia, porque sí o sí se necesita de la inversión privada nacional y extranjera para transformarla en una potencia. Pero el país no lo permitió, con excepciones honrosas, “Ande no se toca, es de todos los paraguayos”. Y los gobiernos y los propios directivos y trabajadores de la Ande abrazaron esa causa nacionalista o se aprovecharon para, volviendo al principio, usar el dinero de las binacionales como plazca. En mi opinión, que Ande no sea lo que pudo y debió ser es tanto culpa de los gobiernos como de la propia gente de Ande. No fue prioridad, no se hizo prioritaria. ¿Y ahora? Espero estar equivocado, pero nada ha cambiado. Seguimos despedazando la torta. Es de todos los paraguayos, más caramelitos hoy y menos pan mañana.

Y ese viejo como inservible discurso de “el dinero de las binacionales debe ir al Presupuesto de Gasto de la Nación para su correcto uso y mejor control”. Es que así se ha hecho. En el período 2003-2023 un total de 9.155millones de dólares pasó por el presupuesto, no será todo (está el dinero directamente administrado por las binacionales, lados nuestros). Pero ¡9.155 millones de dólares! En la última memoria de la Itaipú Binacional encontrarán un cuadro con los pagos que nos hizo la entidad: 1) Al Gobierno paraguayo por royalties y compensación por cesión de energía: 11.873 millones de dólares (período 1985-2023); y 2) a Ande por utilidades de capital y resarcimientos: 1.112 millones de dólares. Total: 12.985 millones de dólares. Claro que aquí estamos hablando de un lapso de 39 años. Pregunto, esos 11.873 millones de dólares “al Gobierno paraguayo”, ¿no pasó por el parlamento en los presupuestos? Para mí la transparencia y el control son sumamente importantes en la administración de los recursos públicos. Pero empezando por priorizar recursos escasos y finitos para necesidades múltiples e infinitas. La experiencia aconseja a nivel de Gobierno partir la torta en no más de tres pedazos, jerarquizando aquello que te produce comida y no el que te da la lista de los “invitados” a comer (supuestamente).

Aunque pecando de triunfalismo en un Paraguay hostil y autodestructivo, el Gobierno logra un acuerdo satisfactorio con Brasil (Itaipú) por donde se lo mire, al subir el precio político de la energía (15,4 %) y no continuar bajando (ya se achicó 26 %, podía seguir otro -36 %), asegurando así ingresos para cada tres años (2024-2026) por USD 1.250 millones de dólares (adicional de USD 320 millones) y un marco aceptable para negociaciones futuras con un vecino clave. Parece poco, pero no lo es. El papel aguanta cualquier cosa, hasta negociadores de papel. La verdad, si es verdad, es verdad. Was gesagt werden muss, muss gesagt werden. Duele decirlo, pero hay que decirlo. DDPHQDPH1885.


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