- Por Jaime Zuñiga
- Socio del Club de Ejecutivos
Uno de los procesos más importantes en cualquier organización es la correcta planificación. Todas las áreas intervienen en el proceso, cada una de las cuales desempeña un rol clave para la correcta definición y la prosecución de los objetivos de la empresa.
Los líderes de área y sus colaboradores invierten tiempo, sudor y lágrimas para llevar adelante esa planificación estratégica tan importante. El Directorio, mientras tanto, espera con ansias el resultado de tan arduo trabajo y que, obviamente, repercutirá en los resultados de la empresa y mantendrá la confianza de los accionistas, agregando, inclusive, mayor valor a la misma.
Es así de importante la planificación. No solamente para definir y alcanzar objetivos a corto, mediano y largo plazo, sino que, además, incide significativamente en la capitalización de una organización.
Me gusta mucho hacer paralelismos, y cuando hablo de planificación, la comparo con una certificación ISO. Nos guía, nos induce a la revisión de procesos, nos agrega mayor valor. Ambas son de alto impacto. Ambas involucran a todas las partes componentes de la gestión. Nos llevan a observar y revisar una y otra vez los procesos. Nos permiten identificar oportunidades de mejora. Nos ponen en plano de las “no conformidades” que tenemos que trabajar.
Punto y aparte. Entonces, ¿por qué le cuesta tanto a una organización ejecutar lo planificado? Se trabajó analíticamente, fueron involucradas las principales áreas de gestión, se puso a consideración de la alta dirección; fueron ratificadas las propuestas presentadas. ¿Entonces, qué pasa con la ejecución?
Dicen que el papel (y el Excel) lo aguantan todo, pero ¿por qué es habitual guardar en un cajón lo que tanto tiempo y trabajo nos llevó diseñar? ¿Puede ser que a veces no terminemos convencidos de lo que presentamos? O, ¿puede ser que estemos idealizando demasiado lo que queremos? O simplemente, no sabemos cómo darle seguimiento a las cosas
Pasar al plano de la acción es algo que a la mayoría de los seres humanos nos cuesta. Damos vueltas en nuestras cabezas a todas esas cosas que sabemos que tenemos (o debemos) hacer, pero no las hacemos. Cuesta accionar. Es entonces que escuchamos “tips” como el de construir hábitos, tener disciplina, ser constantes. ¿Podemos incorporar estos “tips” en la empresa?
Si bien existen emprendimientos (y empresas) exitosos y que no cuentan con la dinámica de la planificación, siempre será más efectiva una organización, en términos de resultados a largo plazo, si cuenta con herramientas de gestión. Pero, una empresa necesita de sistemas de trabajo bien definidos para llevar adelante lo planificado. Se requieren metodologías de trabajo bien implementadas que permeen en la organización, para que se logre efectivamente el seguimiento colaborativo de los líderes a todo lo que se requiera para ejecutar lo planificado. No es poca cosa construir esto.
Por suerte estas dinámicas existen. Hay metodologías que pueden implementarse y que quedan instaladas, logrando que el equipo de líderes no se despegue del seguimiento y la ejecución de lo planificado. Esto es tan necesario como el esfuerzo que requiere la planificación. Es el otro componente, el que hace que las cosas funcionen. Es lo que nos permite pasar al plano de la acción.