• Por Felipe Goroso S.
  • Columnista político

Ethos, Pathos y Logos son técnicas de persuasión que Aristóteles introdujo en su libro “Retórica” en el siglo IV a.C. Estos conceptos se usan para influir en el público objetivo de una manera específica y convincente. Estos principios se han utilizado durante siglos para ayudar a los oradores a comunicar y conquistar. Ethos se refiere a la credibilidad o la autoridad del orador o escritor. Si se tiene Ethos, significa que tu audiencia te percibe como un experto en el tema. Pathos, por otro lado, es la capacidad de evocar emociones en la audiencia. Y, por último, Logos se refiere a la lógica y la razón. Si utilizas Logos, estás tratando de persuadir a tu audiencia utilizando solo la razón y los hechos.

Con el Ethos se está utilizando la autoridad para persuadir, es el primer principio de la persuasión. Este principio se basa en el hecho de que la gente está más inclinada a escuchar y respetar a alguien que es un experto en un tema en particular. Por lo tanto, si un orador puede demostrar que tiene autoridad en un tema, será mucho más fácil para él o ella persuadir a la audiencia. El Pathos, que trata de utilizar el sentimiento para llegar al corazón, es el segundo principio de la persuasión. Este principio se basa en el poder de los sentimientos para llegar al corazón de una audiencia. Si un orador puede conectar con los sentimientos de la audiencia, puede persuadir a la audiencia de un punto de vista. Este es, debo decir, mi favorito de entre los tres. Y con el Logos se utiliza la lógica para convencer, es el tercer principio de la persuasión. Se basa en el poder de la lógica para convencer a una audiencia de un punto de vista. Por lo tanto, un orador debe asegurarse de que los argumentos que está haciendo sean sólidos y lógicos para convencer a la audiencia de su punto de vista.

El discurso político es básicamente un dispositivo de interacción. En el ámbito militar, dispositivo se define como el conjunto de medios dispuestos con arreglo a un plan. Una definición concerniente a las actividades humanas: pensar la forma en que las acciones se suceden unas a otras (planificación) a través de un conjunto de medios entre los cuales uno puede ser cosas (armamentos) y otras personas (tropas), todo lo cual debe actuar conforme a una finalidad (atacar, defender).

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La política es un campo de batalla en el que se libra una guerra simbólica para desembocar en relaciones de dominación o pactos de entendimiento. El discurso de ideas se construye a través del discurso del poder –concerniente, el primero a una problemática de la verdad (decir lo verdadero); y el segundo, a una problemática de lo verosímil (decir a la vez lo verdadero, lo falso, y lo posible)–. Esto justifica las dos orientaciones que toman los estudios sobre el discurso político: una, dirigida hacia los contenidos del discurso; la otra hacia los mecanismos de la comunicación.

Si, hasta ahora, el análisis del discurso político se trató más sobre los contenidos de las palabras dichas por los políticos que sobre los procedimientos de puesta en escena, más sobre el valor de los argumentos, considerados en función del sistema de creencias al cual remiten sobre las estrategias persuasivas, más sobre el Logos que sobre los efectos del Ethos y Pathos, quizá sea porque el juego político se desarrollaba más particularmente en torno a sistemas de pensamiento, en torno a las ideologías.

El discurso político, sin dejar de ser una mezcla de estos tres componentes, se desplazó progresivamente desde el lugar del Logos hacia el del Ethos y el Pathos, desde el lugar del contenido de los argumentos hacia el de su puesta en escena.

Etiquetas: #Aristóteles

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