En un contexto político convulso, las decisiones autoritarias del régimen de Nicolás Maduro en Venezuela continúan generando preocupación y rechazo en varios países de América Latina, incluso entre los gobiernos de izquierda de la región. La reciente prohibición de participación de la oposición en las elecciones programadas para julio de 2024 ha desencadenado una ola de críticas y denuncias por parte sus propios aliados progresistas, quienes defienden la importancia de la democracia y el respeto a los derechos humanos.

Desde su vecino colombiano Gustavo Petro hasta el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), pasando por Lula da Silva y hasta el expresidente populista uruguayo Pepe Mujica, han reclamado la acción dictatorial de Maduro y su entorno. Todos ellos subrayaron la importancia de garantizar la pluralidad de opciones políticas en cualquier proceso electoral.

Y es que el delfín de Hugo Chávez está sacrificando el casi nulo crédito democrático que le resta y se expone a que nuevamente la administración de Biden lo sancione, además quienes ya no confiaban en su gestión, sin dudas apretarán más la tuerca, como el caso de la Unión Europea.

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Desde su ascenso al poder, Maduro ha enfrentado múltiples cuestionamientos sobre la legitimidad de su gobierno, tanto a nivel interno como internacional. La represión contra la disidencia política, la falta de independencia de los poderes públicos y las recurrentes violaciones a los derechos fundamentales han llevado a que diversos líderes y organizaciones expresen su rechazo a las políticas del régimen venezolano.

Asimismo, líderes de otros países han llamado a la comunidad internacional a mantener la presión sobre el Gobierno venezolano para que respete los principios democráticos y los derechos humanos.

Este rechazo cuasi unánime por parte de los gobiernos de izquierda en América Latina refleja la preocupación compartida por el respeto a las instituciones democráticas y los procesos electorales libres y justos en la región. Por supuesto que a estos cuestionamiento no se han sumado ni Cuba ni Nicaragua, sus socios de la Alba (Alianza Bolivariana de América), un grupo que integra también Bolivia y varias islas caribeñas, sedientas de recursos que la Venezuela chavista hizo chorrear sobre ellos. Uno de los más fuertes defensores de la acción totalitaria de Maduro es el expresidente Evo Morales, algo que no sorprende a nadie.

En un momento en que la democracia enfrenta desafíos en varios países del continente, es crucial que los líderes políticos se unan en defensa de los valores democráticos y el Estado de derecho.

En conclusión, las decisiones antidemocráticas de Nicolás Maduro en Venezuela continúan generando repudio y preocupación entre los gobiernos de América Latina. La exclusión de la oposición de las próximas elecciones es percibida como un retroceso en el camino hacia la consolidación de la democracia en la región, motivo por el cual es necesario mantener la presión y el llamado a la restauración de la institucionalidad y el respeto a los derechos humanos en Venezuela.

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