- Por Felipe Goroso S.
- Columnista político
Los partidos políticos del mundo se encuentran en una profunda crisis. Su imagen se encuentra en cuestionamiento, lo cual erosiona incluso a la democracia misma. La gente descree de su utilidad. Una de sus principales funciones es el fortalecimiento de su estructura sumando a cuadros y grupos o recuperando a aquellos que por diferentes circunstancias pudieran haber tomado otros caminos. Esa es una de sus principales tareas, además del debate de ideas, el servicio social y la capacitación a sus afiliados.
En Paraguay, hace semanas que la Asociación Nacional Republicana viene sumando a referentes del PLRA, de otros partidos y volviendo a recibir a algunos que originalmente fueron colorados, pero que estuvieron militando en otros partidos por determinado tiempo. Básicamente el Partido Colorado está haciendo su trabajo, por cierto, debería de ser el trabajo que hagan todos los partidos. Algunos de los casos que podemos citar son: Atilio Fernández (joven apoderado y referente del PLRA en Lambaré), los senadores nacionales Javier Vera, Norma Aquino “Yami Nal”, Zenaida Delgado, Patrick Kemper (ex presidente del Partido Hagamos), Jaqueline Sachelaridi (ex candidata a presidente de la Juventud Liberal Radical Auténtica), Osmayra Pereira (concejal municipal de Lambaré, electa por el Frente Guasu).
Similar situación se dio con dirigentes liberales de Santa Rosa del departamento San Pedro, de la ciudad de Limpio del departamento Central y de varios distritos de Alto Paraná. Son algunos, no todos y tampoco serán los únicos ni los últimos. Habrá más.
Como parte de un extraño sortilegio, el hecho que la ANR esté haciendo su trabajo produce una mezcla entre enojo, pichadura y muy forzada muestra de alivio de la oposición. En estos días han esbozado las respuestas más dispares y antojadizas, eso sí, ninguna de ellas incluye a la autocrítica. Una simple pregunta deberían hacerse: ¿Qué estamos haciendo mal? En vez de eso salen a festejar el vaciamiento, la salida de sus correligionarios, la vuelta a su partido original, el refuerzo y engrandecimiento del partido al que supuestamente pretenden derrotar en las próximas municipales y en el 2028. No puede más que traernos a la memoria cuando la hinchada de un club festejó goles en contra y abucheó a sus propios jugadores por meter goles. Una cosa rarísima.
La política; esa mala palabra que empieza con p y termina con a, precisa de autocrítica, de marcar objetivos y evaluar resultados. Luego de este proceso vienen los respectivos ajustes para reencausar el rumbo. De lo contrario, es de ilusos esperar resultados distintos. Repetir hasta el cansancio que el problema es y está en el otro solamente constituye un engañoso placebo. O peor, una master class de tanatopraxia política.