Así como la Semana Santa para el mundo cristiano o Yom Kipur para los judíos, el Ramadán representa un momento sagrado del año para los cerca de 1.500 millones de musulmanes en todo el mundo y esta celebración comenzó el domingo 11 de marzo pasado y se extenderá hasta el 8 de abril próximo.

Durante el Ramadán, los seguidores del profeta Mahoma ayunan, buscan crecer espiritualmente y deben abstenerse de blasfemar, mentir o pelear, entre otras cosas.

Pero este mes sagrado ha sido aprovechado hábilmente por Hamás, el grupo terrorista islámico que aún controla parte de la Franja de Gaza y que está en guerra con el Estado de Israel, para intentar incendiar más aún la volátil región del Medio Oriente.

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De hecho, el propio líder de Hamás en Gaza, Yahya Sinwar, busca sabotear toda posibilidad de llegar a cualquier acuerdo para así crear una ola de violencia que se extienda por toda la región.

En una zona donde nació y predomina ampliamente el islam como el principal culto religioso, Hamás ha rechazado una tregua de seis semanas propuesta por Israel y apoyada por Estados Unidos, Egipto y Qatar, con la firme intención de exacerbar aún más los ánimos contra los israelíes durante ese periodo de meditación y paz.

La propuesta de cese de fuego, quebrada por el propio grupo terrorista el 7 de octubre pasado, planteaba además de las seis semanas de pausa en los ataques y combates la devolución de todos los secuestrados que fueron tomados con violencia del sur de Israel hacia Gaza y la liberación de una cantidad consensuada de presos palestinos en cárceles israelíes.

Además, el acuerdo permitiría la salida de los altos jefes del grupo terrorista que están escondidos en los túneles construidos bajo la superficie de Gaza y hasta donde aún no ha llegado la maquinaria militar hebrea.

Qatar, principal fuente de financiación del grupo terrorista, ha amenazado con expulsar a los altos mandos de Hamás que viven bajo su protección en Doha, si sus subordinados que dirigen las operaciones en Gaza no aceptaban esta propuesta antes del comienzo del Ramadán, pero la celebración ya ha comenzado y los terroristas han devuelto con negativas la propuesta.

La lectura de esta situación es muy simple. A Hamás no le interesa el islam, no le interesan los gazatíes ni el sufrimiento que han ocasionado con su ataque a las comunidades israelíes y la masacre de la fiesta electrónica Súper Nova; no le interesa llegar a ningún acuerdo y para ello está dispuesto a permitir que se incendie lo poco que queda de Gaza.

En días en que aquí y allá mucha gente que desconoce totalmente la dinámica del conflicto o simplemente está empapada de un fanatismo ideológico sin fundamento habla de “genocidio” del pueblo palestino, no estaría demás mostrarle que es Hamás quien está dispuesto a sacrificar la vida de todos los pobladores inocentes de Gaza que no están involucrados con ellos en su estéril pero sangrienta lucha terrorista.

Es Hamás quien no desea un cese de fuego que ellos mismos quebraron. Es Hamás quien se aprovecha del fuerte sentimiento religioso de los musulmanes por el Ramadán para instigar más odio hacia Israel. Es Hamás quien busca el genocidio del pueblo judío y no judío que reside en territorio de Israel. Es Hamás quien debería desaparecer.

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