Días atrás el Reglamento n.° 1115 de la Unión Europea fue denunciado por Paraguay ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) en conjunto con otros países, lo que demuestra una posición clara por parte del actual gobierno y de los gremios de la producción con relación al mencionado documento.

Subrayo con rigor dada su importancia que el Reglamento Unión Europea (UE) 1115 responde a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS 13 y 15) Protección del Medio Ambiente de la Agenda 2030.

Según el Reg. 1115, para exportar nuestros productos derivados del ganado, la soja, el cuero y la madera al mercado de la UE requiere una declaración certificada en donde se pruebe que los productos salen de lugares en donde no se hicieron medidas de deforestación, mediante tortuosos trámites de órganos estatales que deberán verificar y sellar los permisos correspondientes, acompañado de la geolocalización de las parcelas, tiempo de producción y y elaboración.

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Para la UE dicho reglamento expresa una línea de pensamiento que conlleva a lo que se llama la agenda climática que se encuentra entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible, específicamente en sus llamados ODS. De esto la UE no retrocederá porque están decididos a llevarla a cabo, pues creen que el cambio climático es un problema a ser resuelto a través de la ralentización del sector agropecuario, sector que ellos dicen emite gases que provocan el cambio climático.

Sin embargo, las medidas contra la producción del campo provenientes del alarmismo climático por fortuna vienen siendo enfrentadas por la misma comunidad científica. En contra del consenso político climático, el CO2 ( anhídrido carbónico) no es un contaminante, siendo esencial para la vida, fortalece la biomasa siendo favorable también para la agricultura y el rendimiento de los cultivos.

El hecho que hace poco más de 1.600 científicos firmaron la Declaración Climática Mundial (7 de marzo de 2024) diciendo que los postulados del ecologismo verde dominante en muchos medios de comunicación y gobiernos es un error que está dañando, primero, la ciencia y, segundo, a la producción de alimentos, debe ser considerado y tomado en cuenta por toda persona sensata.

Los ecologistas verdes dañan a la ciencia porque el cambio climático tiene enfrente a una cada vez más cantidad de científicos y hasta Premios Nobel que desvirtúan el “consenso” alcanzado para seguir avanzando con su prédica de la catástrofe. Estamos en una corrupción de la ciencia muy peligrosa que desecha el intercambio de ideas, pruebas y contra pruebas para llegar a una conclusión.

Y desde el punto de vista del daño ocasionado a la producción de alimentos pues también existe. Los adoradores del cambio climático que repiten lo que les hacen creer sin análisis previos de consistencia científica tuvieron semana atrás un golpe a sus pretensiones cuando miles de familias que producen en el campo europeo se rebelaron contra las medidas ambientalistas que más bien son ideológicas.

Las trabas, burocracia, impuestos, documentos y más están haciendo que la inversión del campo se vea mermada, lo que repercute sobre la producción y la productividad de más y mejores alimentos a nivel mundial.

Los representantes de la UE en Paraguay pueden seguir insistiendo en su Reglamento 1115, pero deben saber que aquí no se podrá aplicar dicho documento al menos hasta tanto tengamos un gobierno y una ciudadana dispuesta a defender la verdad, la libertad, la producción del campo y la soberanía nacional.

(*) Presidente del Centro de Estudios Sociales (CES). Miembro del Foro de Madrid. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado”: “Cartas sobre el liberalismo”; “La acreditación universitaria en Paraguay, sus defectos y virtudes” y otros como el recientemente publicado “Ensayos sobre la Libertad y la República”.

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