Para que una economía pueda ser eficiente a nivel macro y microeconómico se hace necesario que tanto los consumidores como los empresarios que operan en diversos segmentos de negocios puedan tener la posibilidad de manejarse dentro de un mercado de libre competitividad, donde cada uno sea el que tome la decisión que mejor le parezca en función a la calidad de los productos y servicios ofrecidos, haciendo que los precios se ajusten a la capacidad adquisitiva de cada uno de los bolsillos que permitan incrementar las ventas dentro de un mercado de libre competencia.

El Estado solo debe participar para mantener un buen equilibrio dentro de las principales variables, vía formulación de política monetaria, cambiaria, control de los niveles de inflación, entre otros, que permitan que nuestra macro y microeconomía sigan evolucionando en todo su contexto evitando el exceso de intervencionismo como ha sido la constante en otros países como la Argentina, que en décadas anteriores se caracterizó por ser uno de los más fuertes y prósperos de toda la región, pero que debido a la deficiente administración gubernamental anterior, el actual gobierno heredó niveles inflacionarios elevados (211 por ciento) al cierre de 2023, superando incluso a Venezuela, además de exceso de subsidios que mal acostumbró a miles de personas en edad económicamente activa, y ahora se ven en aprietos con este gobierno, pues su eje principal es llevar adelante programas de austeridad, racionalización de la superpoblación de funcionarios públicos, eliminación de la sobredimensionada cantidad de ministerios y secretarías ejecutivas, entre otros, y que también aquí deberíamos hacerlo para que podamos contar con un PGN equilibrado, donde los gastos rígidos (en valores absolutos y relativos) dejen el “podio de las erogaciones”.

La libertad económica se constituye en uno de los principales ejes permitiendo que empresas que operan en diversos segmentos de negocios tengan la autonomía para delinear sus propios planes estratégicos, que permitan mantener un buen nivel de resiliencia, ajenos al intervencionismo estatal.

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En nuestro país hemos llegado a niveles de endeudamiento por encima de lo normal (superior a USD 17 mil millones), al igual que un déficit fiscal antes nunca alcanzado superando de lejos lo estipulado y aprobado en la Ley de Responsabilidad Fiscal, (1,5 %/PIB), quedando pendiente la deuda por compromisos asumidos por el gobierno anterior con empresas constructoras y farmacéuticas que el gobierno actual lo está regularizando a través de un plan gradual (parte con recursos del Tesoro (Fuente-10) y el saldo vía emisión de bonos de largo plazo de renta fija).

Queda mucho por mejorar, siendo una de las más visibles la calidad del capital humano dentro del sector público, debido a la falta de capacidad, idoneidad, experiencia y trayectoria profesional, donde muchos han ingresado a la función pública “por la ventana”, sin ningún concurso de oposición de por medio, lo que torna urgente la sanción y promulgación de la ley del servicio civil además de la actualización de la Ley de la Función Pública 1626/00, que ya tiene largos 24 años de vida.

En plena era de la tecnología, no es posible seguir con esta superpoblación de funcionarios, muchísimos de ellos aportando escasísimo o casi nulo valor agregado, cuando que lo que más se precisa es calidad y no cantidad racionalizando al máximo los millonarios montos erogados mes a mes en sueldos y otros beneficios que salen del bolsillo de los contribuyentes.

Estamos en una economía de libre mercado, en el que el Estado solo debe intervenir cuando las circunstancias así los exijan, donde la libertad de oferta y demanda debe ser la constante además de un respeto irrestricto a la propiedad privada.

El viejo y anacrónico modelo intervencionista ya debería ser parte del pasado, ya que lo único que trae aparejado es que incomoda al sector privado, quien movimenta a una gran parte de nuestra economía a través de procesos productivos tecnificados, reinvención permanente y otros aspectos en que pueda desarrollarse, crecer, expandirse y diversificarse como debería ser dentro de una economía social de mercado como es la nuestra.

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