• Por Jorge Torres Romero
  • Columnista

El ministro de Educación, Luis Ramirez, contó que estuvo observando las portadas de algunos diarios de los últimos cinco años en estas mismas fechas. Encontró que los enfoques son los mismos y los problemas también son los mismos. Se busca la escuela más precaria para la foto de portada y algunos problemas en los famosos kits escolares. Lo mismo podemos trasladar a otros rubros fuera de la educación, los problemas del lago Ypacaraí, el transporte público, marcha campesina y sus famosas reivindicaciones, algún asalto “tipo comando” del crimen organizado, etc., etc.

Los mismos dramas de siempre. Los mismos temas recurrentes que se repiten cada año, mismos enfoques, mismas preguntas y mismos planes de solución. ¿Cómo pegamos el salto? La respuesta es simple, hoja de ruta y evitar distraerse con las campañas de los boicoteadores seriales. La diferencia entre este gobierno y el anterior es la hoja de ruta y la visión país. El que estuvo antes su única hoja de ruta era el saqueo. Aceitó a los tradicionales medios masivos y sus perifoneros que miraron para otro lado y fortaleció el envió de cocaína a Europa, otorgó libertad a las organizaciones criminales en las cárceles, puso a manguruyuses en los ministerios e infló la rentabilidad de su empresa de asfalto con licitaciones de rutas dejando un millonario clavo al MOPC y con las empresas constructoras al borde de la quiebra.

Esto solo a modo de grandes ejemplos, sin entrar en más detalles. Pero la oposición, que cogobernó con el abdismo, construyó con este mayoría en el Senado e hicieron lo que quisieron, hasta colocaron a un senador activo como ministro de la Corte. Todo esto avalado por el 80 % de la prensa, algunos gremios, la embajada de EE. UU., la Iglesia, etc.

Como la ciudadanía sintió en carne propia el descalabro, pasó factura y la oposición y esa prensa complaciente y corrupta, que no estuvo del lado de la gente, sufrieron su peor derrota en la era democrática en las elecciones del 30 de abril del año pasado. Si había balotaje, Santiago Peña ganaba en primera vuelta, porque logró una diferencia superior al 10 %.

Y este mismo grupo de perdedores es el mismo que quiere el fracaso de Peña. La oposición destructiva sin norte y atomizada solo ataca, no propone y hace shows mediáticos. Los escribas y microfoneros del contrabandista de electrónicas, whiskys y ahora tomates siguiendo con su pinchadura, 24 horas buscando denostar contra el Gobierno. Lo mismo pasa con los asalariados de lavadores de dinero de Cabeza de Branca. Por cierto, trato de hablar el mismo idioma que ellos emplean para que nos entendamos.

Por supuesto, el Gobierno no debe seguir a este equipo de boicoteadores, pues demostraron que el Paraguay y su gente no les importa. Tan desalmados son que se oponen a que los 1.300.000 niños tengan un plato de comida en sus escuelas. Durante años cuestionaron los despilfarros en las cajas de jubilaciones y luego hicieron campaña para que no se apruebe la ley de superintendencia. Durante 10 años cuestionaron los despilfarros del Fonacide y ahora se oponen al Fonae, siguen cuestionando el pésimo servicio del transporte público y boicotearon el metrobús. Dicen estar preocupados por la inseguridad y el crimen organizado y no quieren que las FF. AA. se equipen para combatirlos. Con justa razón se reclama poner fin a los abusos con nombramientos en la función pública, pero omiten hablar de la ley de reforma del servicio civil.

Paraguay tiene que dar el salto para evitar repetir los mismos vicios todos los años y que se solucionen. Los que conquistaron el poder no deben detenerse ni un minuto en la crítica fácil, mediocre y oportunista. La ciudadanía confió en ustedes y no pueden defraudar. Mirada al frente con los planes de desarrollo, las críticas que suman se reciben y los llantos de los perdedores que harán lo que sea para que el Paraguay fracase se ignoran. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.

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