DESDE MI MUNDO
- Por Carlos Mariano Nin
- Columnista
A veces miró extensos bosques de cemento y me hago muchas preguntas. ¿Te imaginas el mundo a oscuras? Un mundo sin energía, sin luz, sin agua, sin tecnología ¿Sobreviviría el hombre moderno?
No sé cuáles serían tus respuestas, creo que nadie las sabe, pero yo lo veo de esta manera:
El calor sería tal que extrañaríamos los árboles que cortamos y el pasto que cubrimos de cemento para construir otra pieza en la casa, un shopping o un supermercado. En los edificios muchos se sofocarían y pronto comenzaría un éxodo sin precedentes.
–Se calcula que desde el año 1990 se perdieron unas 420 millones de hectáreas de bosque. Y la superficie de bosque primario (es decir, bosques regenerados naturalmente de especies nativas, donde no hay indicios visibles de actividades humanas) en todo el mundo disminuyó en más de 80 millones de hectáreas desde 1990.
En poco tiempo buscaríamos agua potable para beber. Se desataría una guerra masiva. No sería de países contra países, sino de amigos contra amigos, familias contra familias, vecinos contra vecinos.
Se tomarían los centros de distribución y en poco tiempo se agotarían las reservas de agua tratada. La gente se volcaría a lagos y arroyos, pero solo encontraría fuentes de agua envenenadas, grandes reservorios de contaminación y basura.
– Más de 1.000 millones de personas sufrirán en el futuro la escasez de agua a causa de la contaminación, la superpoblación y el cambio climático, según la Organización Mundial de la Salud.
No podrían cargarse celulares ni computadas. Los sistemas de comunicación colapsarían y pronto unos y otros quedaríamos aislados. Perdidos, intentando sobrevivir a la larga noche. El mundo ya no sería el lugar que era. Solo sobrevivirán los fuertes, pero no por mucho tiempo.
Se estima que cerca de un 99,9 por ciento de todas las especies que alguna vez existieron están actualmente extintas. De acuerdo con un informe del Fondo Mundial para la Naturaleza, 7 de cada 10 animales hoy vivos en el planeta estarán muertos en los próximos 50 años.
Claro, la mía es una predicción apocalíptica, improbable (¿o no?). No va a suceder. Pero estamos destruyendo aceleradamente el planeta. Si no lo entendemos y tomamos conciencia alguna vez podríamos arrepentirnos.
La improbabilidad no destituye a la realidad... Pero esa... esa es otra historia.