No pocas veces hay una diferencia importante –en algunas ocasiones grande– en cómo nosotros nos vemos a nosotros como nosotros mismos –el país, la economía, la sociedad– y, del otro lado, cómo nos ven los del resto del mundo cuando nos apuntan en sus miradas y nos estudian.

Ocurre con frecuencia en economía. Hay dos bandos en Paraguay. Primero: aquellos –grupos, sectores, personas– que lo ven todo negro, todo malo, todo feo. Nada ha cambiado, todo está y va peor, las mejoras no mejoran la realidad, y hablar de ellas, de producirse, es casi un acto de traición a la patria. Es mentir, es negar lo que está mal, y no querer cambiar el infierno que padecemos por el cielo que nos merecemos.

En esta región de pesimismo patético y enfermizamente destructivo, coexisten un país en ruina y muy buenos negocios económicos y exitosas manifestaciones de vida y trabajo. Mas el país está en ruina (se pinta peor) y mejores son las ganancias. Esto lo saben y por ello lo que destruyen supera en mucho a lo que construyen. Simple. Un Paraguay africano o haitiano es fuente de incertidumbre, dudas, miedo, desconfianza, inseguridad, pronósticos desalentadores, perspectivas negativas y hasta desesperación. Caldo de cultivo para crear y reforzar conductas y decisiones económicas conservadoras que necesitan como abono el negocio, la vida y el trabajo de quienes se benefician mucho mejor en un Paraguay en el que todo cuesta para el que quiera salvarse y también ganar.

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El costo país es bajo en un Paraguay miserable, realidad en parte, pintada de negro oscura en parte, a propósito. Y cuando de vender se trata, la ganancia es enorme en aquello que ofrezco como salvataje. El otro bando simplemente es lo contrario. Importan el negocio, la familia, pero también el país. Duele esa realidad que duele, pero no la empeoro aún más con mentalidad y espíritu destructivos. Si los cambios para mejor son de pocos pasos, nos los descalifico, y no me ensaño con los que los valoran, aun sabiendo que son insuficientes y que aún falta correr. No destruyo, construyo. Es como tomar la decisión de usar gran parte de mi dinero en un banco y arriesgarme a invertirlo en un negocio en el que creo, aunque constantemente me digan “no creas en tu país”.

Días atrás tuvimos dos buenos logros económicos que no podían ser descalificados, sujetos a burlas o casi ignorados. Nuestra mejora en la calificación riesgo país por la Standard and Poor’s y la colocación de 1.000 millones de dólares en bonos soberanos (50 % en guaraníes). Pero ocurrió lo que no debió ocurrir. Es decir, pese a estos dos logros, como dos pasos en la dirección correcta, continuamos siendo un país de porquería. Nadie en el exterior nos concede algo si no ve algo bueno dentro de una realidad que claramente nos duele en mucho, pero no en todo, como para sacrificarla, ahondando las heridas del Paraguay.

Por ello me pareció importante difundir el análisis que realizó la Standard, para cambiar nuestra nota diez años después, sin ubicarnos aún en la categoría del grado de inversión, un paso que no será fácil dar, para nada. Lo mismo ocurre con las otras dos calificadoras internacionales. Pero la movida de la Standard diez años después sirvió y mucho para la correspondiente venta de bonos soberanos por 1.000 millones de dólares. Veamos extractos del material.

Hay una visión general y una acción de calificación: El 1 de febrero de 2024, S&P Global Ratings elevó las calificaciones de largo plazo en moneda extranjera y local de Paraguay a “BB+” desde “BB”. La perspectiva es estable. Argumentos: 1) La estabilidad macroeconómica de Paraguay y el excedente de oferta de energía renovable atraen inversiones, que sostendrían el crecimiento y una diversificación económica gradual; 2) Esperamos que una política fiscal pragmática se traduzca en una consolidación fiscal gradual del Gobierno y niveles de endeudamiento estables; 3) Como resultado, elevamos nuestras calificaciones crediticias soberanas de largo plazo de Paraguay a “BB+” desde

“BB” y afirmamos nuestras calificaciones crediticias soberanas de corto plazo “B”. Planeamos asignar una calificación de emisión de “BB+” a la deuda de mercado propuesta por el soberano; y 4) La perspectiva estable refleja nuestra expectativa de que el crecimiento económico consistente de Paraguay podría mitigar la presión del gasto público y apoyar la estabilización de la deuda. La perspectiva estable refleja nuestra opinión de que el continuo fortalecimiento de la economía paraguaya, respaldado por inversiones del sector privado, podría mitigar los posibles riesgos climáticos y contribuir a la capacidad del Gobierno para absorber los recientes aumentos de la deuda.

Escenario bajista: Podríamos bajar las calificaciones en los próximos 12-18 meses si el crecimiento es más lento de lo esperado, debido a mayor frecuencia de choques externos y climáticos, y reduce el potencial de crecimiento y debilita el compromiso del Gobierno con la consolidación fiscal. Esto podría debilitar la economía y aumentar la carga de la deuda.

Escenario alcista: Podríamos elevar las calificaciones en los próximos 24 meses si una gestión política y económica eficaz conduce a una consolidación fiscal sostenible, de la mano del continuo fortalecimiento de las instituciones políticas y económicas del Paraguay, reduciendo las vulnerabilidades del Gobierno al nivel de aquellos con las deudas soberanas con grado de inversión. Fundamento: La mejora refleja el historial de Paraguay de políticas macroeconómicas cambiantes, pero prudentes, déficits fiscales moderados y moderada deuda de las administraciones públicas, así como una sólida posición externa. Todas estas características han fortalecido la resiliencia de la economía paraguaya frente a los shocks externos y provocó que el producto interno bruto (PIB) per cápita aumentara de manera constante.

Las calificaciones siguen estando limitadas por la evolución de las instituciones, que son más débiles que las de sus pares. Una gestión política y económica eficaz que siga fortaleciendo los controles y equilibrios de Paraguay, así como la aprobación de reformas para sostener el crecimiento a mediano plazo, y profundizar el mercado interno de capitales, podrían reducir las vulnerabilidades del país al nivel de los que califican sus deudas soberanas con grado de inversión. Perfil institucional y económico: Crecimiento sostenido de los ingresos a pesar de la vulnerabilidad a los riesgos relacionados con el clima:

La actividad económica de Paraguay ha sido resiliente frente a choques externos y climáticos, traduciéndose en un crecimiento constante del PIB real per cápita. Los proyectos de inversión deben mantener el crecimiento económico en torno al 3 % durante el periodo 2024-2027; y la nueva administración mantendrá el enfoque en políticas fiscales prudentes, mientras continúa los esfuerzos para promover las inversiones del sector privado y la diversificación económica.

Esperamos que la nueva administración continúe construyendo sobre el historial políticas macroeconómicas prudentes de Paraguay, centrándose en alcanzar un objetivo de déficit estructural a mediano plazo, conforme a la Ley de Responsabilidad Fiscal (LRF), así como ampliando la diversificación económica. La agenda del Gobierno se rige por el compromiso con el instrumento de coordinación de políticas del FMI (PCI), que incluye reformas para mejorar la eficiencia del sector público e implementar políticas para la resiliencia climática.

La reciente aprobación de una ley de supervisión de los fondos de pensiones ilustra algunos avances; mientras otras reformas incluidas en el PCI para modificar las carreras de los funcionarios públicos y los parámetros del sistema fiscal de pensiones, podrían encontrar resistencia política, a pesar de la mayoría legislativa del Partido Colorado. Además, los altos niveles de percepción de corrupción y las ineficiencias del sector público restringen el diseño de políticas correctas. La baja productividad del capital humano, una gran economía informal, los déficits y brechas en infraestructura, son barreras de larga data, y el progreso en removerlos, es probable que sea limitado dado el débil consenso político sobre la reducción de la expansión del sector público.

En cualquier caso, un historial de estabilidad macroeconómica, baja tributación y exceso de oferta de las energías renovables deberían seguir atrayendo inversiones. Estos factores también están ayudando a mantener la tendencia a la diversificación económica. El proyecto de inversión más grande del país en cartera es una planta de celulosa, que se espera que comience a producir en 2027. El crecimiento sostenido elevará el PIB per cápita a 6.140 dólares en 2024 y a 7.100 dólares en 2027. Dicho esto, el censo más reciente mostró una caída en la población, lo que probablemente se traducirá en un PIB per cápita más cercano a 7.400 dólares este año. Si bien la disminución de la fecundidad y una población menor de lo esperado, debido a la emigración, actuará como un lastre para el crecimiento a largo plazo y el desempeño fiscal, también es evidente que la economía paraguaya fue moderadamente más fuerte de lo que se había evaluado anteriormente.

Flexibilidad y perfil de rendimiento: el déficit fiscal ha aumentado y la corrección será gradual, pero la carga de la deuda se estabilizará. La cuenta corriente está volviendo a caer en el superávit, gracias a las fuertes exportaciones de soja. El perfil externo sigue siendo una fortaleza clave de la calificación. Como se puede entender, no es una visión terrorífica ni celestial. Y, si cabe duda alguna, la Standard no dice “no compren los bonos paraguayos, porque los paraguayos hablan mal de su país”. La verdad, si es verdad, es verdad. Was gesagt werden muss, muss gesagt werden. Duele decirlo, pero hay que decirlo.


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