- Por Marcelo Pedroza
- Psicólogo y magíster en Educación
- mpedroza20@hotmail.com
El pasaje es rapidísimo. De la colección de los pequeños instantes se nutre la vida. Se almacenan como representaciones que activan constantemente la pulsión que alienta a seguir hacia adelante. Así la conciencia de la transitoriedad de los momentos busca el sostén necesario para que el pasar, a pesar de ser inevitable, tenga la posibilidad de ser mentalmente inolvidable. Entonces ese tránsito veloz de los hechos se transforma en un generador emocional pausado y progresivo que advierte, nota, siente, distingue, considera y estima la acción de pasar por este mundo.
El proceso ineludible del tiempo tiene una notable similitud con el fluir de las emociones, es que ambos brotan una y otra vez, forman una dupla fenomenal; se encargan de abastecer a la existencia porque le dan tiempo y emociones. Se podría decir que la vida es un tiempo de emociones. Es el tiempo la dimensión física que representa la sucesión de estados por los que pasa la materia. También se lo conceptualiza como el periodo determinado durante el que se realiza una acción o se desarrolla un acontecimiento. Por otra parte, se define a una emoción como un estado afectivo que se vive, una reacción subjetiva al ambiente que viene acompañada de cambios orgánicos, de origen innato, influidos por la experiencia. Para la Real Academia Española la emoción constituye un interés repleto de expectativa con que se participa en algo que está sucediendo.
Hay un tiempo para vivir. Esencialmente es abundante. La aceptación de su paso es determinante para el bienestar del ser humano. La comprensión de su presencia abre el mundo de los sentidos y estimula la búsqueda de las realizaciones que, ante su fugacidad, se constituyan como sustentos emotivos para seguir avanzando día a día. Por eso en el tránsito de los instantes se aprende a vivir, a desarrollar las ideas, a programar los objetivos, a planificar hacia dónde focalizar las acciones, a hacer lo pensado; entendiendo que el aprendizaje se encuentra en cada situación.
La vida es un testimonio de trascendencia, en ella la plenitud se alcanza a través de la simpleza de los detalles que elevan al otro. Esa es una misión permanente que está al alcance de todos y que es elemental que se transmita de generación en generación, año tras año, día tras día.
Es maravilloso animarse diariamente a construir el presente de la vida. El mismo se crea, se asume y se valora. En esa gran labor hay que inmiscuirse con lo que se posee, para ello hay que quererse y respetarse, es que en el interior de uno mismo reside el esplendor de la vitalidad. Esa apreciación personal se exterioriza al convivir con los demás y se retroalimenta junto a ellos.
Dejanos tu comentario
El tiempo de la virtudes
- Marcelo Pedroza
- Psicólogo y Magíster en Educación
- mpedroza20@hotmail.com
Es el tiempo de alimentar a las virtudes. Son muchas las que cada uno posee, por lo tanto hay un lindo hacer por delante. Es la virtud una disposición para hacer el bien. Implica la manera determinada de proceder. Definitivamente todo actuar está amparado por los pensamientos que cada cual genera. Hay una relación directa entre la belleza, la ternura, el amor y el mundo sensible, que se manifiestan a través de los gestos que exteriorizaran las emociones y los sentimientos que le dan luz a la vida.
Hay virtudes llamadas cardinales, ellas son la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza. Se las considera la esencia de todas las virtudes morales. Están en la raíz de la existencia, son humanas, son nuestras, son vivibles, alcanzables y logrables. Están para ser desarrolladas, disfrutadas, valoradas y transmitidas.
La prudencia siempre está dispuesta a ser vivida. Es la expresión del pensar que se detiene a analizar las eventualidades que podrían suceder y se esmera en identificar los posibles riesgos que podrían acontecer, de esa forma puede modificarse una conducta con el fin de evitar algo que probablemente no será beneficioso para aquellos que están involucrados con la misma. Mientras la justicia pone énfasis en el otro y en el respeto hacia el valor colectivo denominado bien común. Por su parte la fortaleza encuentra su esplendor en la capacidad de salir adelante, a pesar de las situaciones complejas que hayan sucedido. Al resistir también se aprende a perseverar, se solidifica lo que se anhela y se alienta el empeño por conquistarlo. La templanza estimula los equilibrios en la vida. Obrar con moderación facilita la convivencia de las virtudes.
Todas están vinculadas, forman parte del ser íntegro que las vive. ¿Podría irradiar efectivamente su noble humanidad el fuerte y justo sin ser prudente y moderado?, ¿lo haría impecablemente el prudente y fuerte sin ser moderado y justo? En cualquier situación el complemento adecuado es vital.
¿Qué virtudes acompañan nuestras vidas?, ¿cómo nos tratamos y cómo nos relacionamos con los demás?, ¿aportamos tranquilidad en los espacios que habitamos?, ¿confiamos en las personas? Podríamos identificar a cada una de nuestras virtudes y al hacerlo tomarnos momentos del día para ahondar en el impacto que tienen en nosotros y en quienes nos rodean. Las reflexiones vienen bien para quienes quieren aceptarse y desde ahí superarse. Son ambiciosos quienes conviven con sus virtudes y a través de ellas construyen entornos virtuosos.
Las virtudes quieren paz. La sociedad quiere paz. El mundo quiere paz. Desde la paz fluye el desenvolvimiento normal de las distinciones particulares que se aúnan a las de otros que aportan las suyas. Los espacios comunes son escenarios donde las virtudes se hacen prácticas. El descubrimiento, la alimentación y la construcción de las mismas se comparten. La cultura de las virtudes se apodera de los seres que permiten su inserción natural y constante. Las sociedades virtuosas existen. Son las habitadas por quienes ponen todo de sí para hacerlas realidad en cada acto socializado.
Dejanos tu comentario
Guarambaré será escenario de “El Gran Show”, una obra teatral musical con mucha magia
La plaza Emiliano R. Fernández de la ciudad de Guarambaré será escenario este 3 de setiembre de “El Gran Show”, una obra teatral musical inspirada en la película The Greatest Showman y dirigida por Paz Vaesken.
Con un elenco de aproximadamente 110 actores y actrices, alumnos de la Lic. Vaesken en Casa de Actores Guarambaré, junto con músicos y acróbatas, el escenario de las patronales se transformará en un universo de magia, sueños y emociones, donde el público será testigo de un espectáculo digno de los grandes teatros del mundo.
Se esperan acrobacias aéreas, percusión en vivo, coreografías vibrantes, romance, drama, comedia y hasta jinetes en escena.
SINOPSIS
El Gran Show narra la historia de Tomás Ferrer, un joven soñador que, desde la pobreza, lucha por crear el espectáculo más grande del mundo. En su camino reúne a todo tipo de personas que fueron golpeadas por la vida, dándoles un lugar donde brillar.
A través de la música, el amor, la caída y la redención, Tomás descubre que el verdadero éxito no está en la fama, sino en mantenerse fiel a los sueños y a quienes lo acompañaron desde el inicio.
EL ELENCO
Este espectáculo sin precedentes en Guarambaré contará con la participación de: Maylen Benítez, Ana Paula Godoy, Eduardo Weis, Darel Moreno, Enzo Caballero, Marizza Insaurralde, Milver Riveros, Verónica Ledesma, Naomi Resquín, Karol Gómez, Orlando Aguayo, Monse Alcaraz, Ana Moraes, Lucía Acosta, Vania Lobos, Jessica Garay, Alexander Agüero, Víctor Marecos, Ariana Fernández, Dalma Vera, Giuliana Barrios, Sofía Saldivar, Trixi Romero, Yadira Martínez, Marly Mareco, Sara Ayala, Cielo Saldivar, Lía Mariani, Nicole Escurra, Valentina Barreto, Freddy Insaurralde, Sergio Silva, Patricia Pérez, Richard Guzmán, Rosa Spezzini, Elena Vallejos, Aura Florentín, Analía Pérez, Danna Cantero, Jonas Olmedo, Liana Centurión, y Gloria Domínguez,
Igualmente, Liliana Peralta, Avelina Olmedo, Lida Balbuena, Mateo Rolón, María Belén Valdez, Mateo Balbuena, Joshua Barrios, Tobías Recalde, Gonzalo Medina, Erwin Weis, Guillermo Paiva, Luana González, Melany Riveros, Maia Escurra, Milagros Quintana, Adriano Vallejos, Miuller Balbuena, Sebastián Acosta, Maximiliano Aquino, Matías Riveros, Alejandro Román y Axel Lugo.
La percusión en vivo estará a cargo del profesor Néstor Cantero y alumnos del Colegio Parroquial Natividad de María.
Las acrobacias aéreas, a cargo del profesor Alejandro Colman de Espacio Volarte.
Los auspiciantes de este espectáculo serán La Nación/Nación Media, Espacio Volarte, Hotel Cris Mac, La Paraguaya Inmobiliaria, Ulrico Zanotti, el diputado José Rodríguez, el viceministro Oscar Pereira, el concejal Dr. Ignacio Flores, José Teixidó, y otros medios
Tendrá el apoyo de la Municipalidad de Guarambaré y la Escuela Parroquial Natividad de María. Más información al: 0984 754 475.
Dejanos tu comentario
Vivir y no querer morir en el tiempo de la inmortalidad digital
- Ricardo Rivas
- Periodista
- X: @RtrivasRivas
La muerte es parte de la realidad real. La inmortalidad digital es una alternativa posible de la realidad virtual. El “no te mueras nunca” es solo un deseo imposible que contiene tan válidas como respetuosas pretensiones afectivas.
“Sin duda la muerte ha inquietado al hombre de todas las épocas. Hoy en día tiende a verse como un dato objetivo, estanco e indiscutible, y como un hecho biológico e individual, (aunque) esta concepción sin duda está fuertemente vinculada con la medicalización y cientifización de la vida –de la salud y la enfermedad– y por ende de la muerte”, escribió muchos años atrás Marisel Hartfiel, catedrática argentina.
Desde esa perspectiva, agregó que “sin embargo, la representación y las actitudes del hombre ante la muerte –costumbres, mitos, creencias, ritos– han sido muy diferentes en distintas épocas y en distintas sociedades (porque) la muerte es mucho más que una cuestión médico-científica y por todas sus implicancias culturales particulares, debe ser entendida como una construcción social e histórica”.
Después de contextualizar su reflexión, se preguntó y preguntó. “¿Cómo ha sido construida la imagen o representación y las actitudes que hoy tenemos frente a la muerte? y ¿bajo qué mecanismo ha sido posible construir esta imagen como natural e inmutable?”.
Para responder se situó en “dos momentos históricos relevantes” como los que a su juicio son “en el siglo XIX (el) momento en que los médicos comienzan a diagnosticar la muerte y, en el siglo XX, con la introducción de la gran tecnología médica; y la puesta en funcionamiento de las unidades de cuidados intensivos (UTI)”.
Hartfield, especializada en salud, sostiene entonces que “esas rupturas instauran una nueva forma de ver y hablar, una nueva concepción, una nueva mirada sobre la cuestión de la muerte”. Y vuelve con los interrogantes que se hace y nos hace. “¿Cómo se vive la muerte de otros ? ¿Qué imagino de mi propia muerte? ¿Qué ritos, qué costumbres, qué gestos, qué palabras, que actitudes esperables se construyen?”.
MIEDO
Dice Antonio Porchia (1886- 1968) que “casi siempre es el miedo de ser nosotros lo que nos lleva delante del espejo”. Así se expresa en “Voces”, su único libro, que contiene una colección de aforismos.
Desde que tuvo 15 años vivió en la Argentina junto con su madre y hermanos. Su padre falleció antes que migraran desde su Italiana tal hacia el sur del sur . Supe de él y de su obra cuando en el cuarto año de colegio secundario en el Instituto San Román, en el Bajo Belgrano, mi pueblo natal en Buenos Aires, unos 1.250 kilómetros al sur de mi querida Asunción, la querida profe de Literatura, Antonia Caputo, nos recomendó leerlo.
Un texto sorprendente que aún me sorprende. Con tapa y contratapa blancas, solo la palabra “Voces”, impresa en negro, era la imagen de la portada. Muchos meses lo tuve conmigo. Lo llevaba a todas partes. Con frecuencia consulté y consulto sus aforismos. Casi nunca sus palabras producen en mí el mismo sentido. De allí que descubro a Porchia una y otra vez. Tengo la certeza de que nunca es el mismo y siempre lo es.
“Mis muertos siguen sufriendo el dolor de la vida en mí”. La muerte atrae. Convive. Está siempre. Habita entre los vivos. Los sobrevuela. Y se impone como destino inevitable. Por ello también preocupa y... ocupa.
“Ay... / si un día para mi mal / viene a buscarme la parca. / Empujad al mar mi barca / con un levante otoñal / y dejad que el temporal / desguace sus alas blancas. / Y a mí enterradme sin duelo / entre la playa y el cielo... / En la ladera de un monte, / más alto que el horizonte. / Quiero tener buena vista. / Mi cuerpo será camino, / le daré verde a los pinos / y amarillo a la genista...”, demanda el Nano (Serrat), desde 1971, cuando tenía 28.
HONORES
La muerte, claramente, no es tema de edades. Gambetearla no es una opción posible. Ni don Alfredo di Stéfano (1926- 2014) pudo hacerlo. Un 7 de julio la Saeta Rubia entró al área con el balón dominado, pero no pudo con ella. Lo durmió en el Santiago Bernabéu. La hinchada enmudeció. Algunos estallaron en llantos. También el Camp Nou calló respetuosamente, en Barcelona.
Casualmente en Madrid cuando aquella jornada, le rendí honores cuando desfilé junto con miles ante su féretro. También en el 12 de la Calle de Tehuán. Allí mismo, en Casa Labra, muy cerca de la Puerta del Sol, levantamos una copa en su honor, cuando caía la tarde de aquel día. Resistir no tiene sentido.
Worldometers.info –en las primeras horas del viernes 22 de agosto– reporta que en este año con la Parca ya dejaron la aldea global poco más de 39,9 millones de vivos y vivas. “Ni el sol ni la muerte pueden mirarse fijamente, dijo François de La Rochefoucauld en el siglo XVII”, dijo alguna vez Fernando de Savater.
La muerte atraviesa culturas, religiones y creencias. Aunque sin acordar públicamente en hacerlo, nutridas multitudes procuran ignorarla, negarla o.… como si fuera posible, olvidarla. ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo desconocerla u olvidarla cuando sabemos que está allí, a la vuelta de la esquina?
CAMINO
Construir la inmortalidad – como idea, dogma o práctica– es un camino para muchos y muchas que, con múltiples rituales, intentan quitar a la muerte de la cotidianidad hasta que la evidencia empuja y llega el momento de admitir que no se puede con ella. En esos intentos, hasta los más recientes desarrollos tecnológicos son herramientas aptas para lo que aparece como imposible o... como un deseo que, tal vez, atraviesa la historia de la humanidad.
Berretines, inseguridades, cobardías, incertidumbres. “Debemos tener una vida sana con la muerte”, sostiene la filósofa Raquel Fernández Formoso, de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) de España, al colega Sergio Fanjul de diario El País.
“Hay que asignar valores adecuados a las cosas, lo que es efímero, lo que es permanente”, recomienda. Desde su perspectiva, esa actitud permitirá “entender que mi vida forma parte de esta danza que terminará”, que tendrá un final “que no tengo que verlo (como) una carencia o un error de diseño biológico a corregir”.
Siento que, quizás, nos exhorte a vivir también la muerte. ¿Será así? Suena razonable, ante la inevitabilidad. “Todo concluye al fin nada puede escapar / Todo tiene un final, todo termina / Tengo que comprender no es eterna la vida...”, sostiene Ricardo Soule a través de Voz Dei desde 1972.
¿Qué es lo que no se entiende? ¿Qué impide comprender algo tan simple? Tan común como esperable. Hasta el mismísimo Sol –esa estrella increíble– habrá de morir. Coinciden los astrofísicos que se apagará dentro de 4.000 millones de años. También predicen que en la Tierra será difícil la supervivencia mucho antes.
CERTEZA
Y, ante la vista de quien quiera mirar con los ojos bien abiertos, tener la certeza de que nada de aquel fin probable para la ciencia podrá evitarse, si nos atenemos a los senderos por los que nos conducen los líderes y lideresas por estos tiempos que nunca antes en las últimas ocho décadas se acerca tanto al precipicio y baila una especie de danza macabra en el borde.
¡Joder! Es preciso pensarlo, proyectarlo, decirlo e internalizarlo. No es drama ni es tragedia. “Hay que aprender a vivir y a morir”, sostiene Ana Carrasco Conde (45), premio de ensayo Eugenio Trías en noviembre de 2023. Entrevistada por Joseba Elola para diario El País, añade reflexivamente (tal vez esperanzada) que “una vez que aceptamos que vamos a morir, tenemos que hacer una apuesta por vivir una vida que merezca la pena ser vivida (...) hay que aprender a vivir con intensidad cada momento”.
Adhiero. Hartfield, Porchia, Serrat, Soule, Fernández Formoso.... todos y todas en algún momento piensan (y pienso) la muerte. Aunque, tal vez, la nueva longevidad – como da en llamar Diego Bernardini a la prolongación de la vida activa– hace que ya no sea tan común a cuarentonas y cuarentones haber vivido alguna experiencia familiar o personal que las y los acerque a la experiencia de la muerte a través de múltiples ausencias y de la elaboración de los duelos por aquellas y aquellos que partieron.
No. Porque ese momento tan sustancial como inevitable para los vivos y las vivas también por estos tiempos está atravesado por los desarrollos tecnológicos que, desde alguna forma y lugar, potencian mitos y prácticas sociales. Palabras poco extendidas en su uso y aplicación comienzan a ganar espacio y a ser parte del vocabulario cotidiano en algunas sociedades.
MITO
Criogenización es una de ellas. Aunque debo ser preciso, desde el 15 de diciembre de 1966, cuando falleció Walt Disney –el creador de Donald y Mickey, entre tantos comics– el que supongo debe ser un mito urbano planificado y gestionado como tal, asegura que su cuerpo fue congelado a muy baja temperatura para “resucitarlo” cuando la ciencia médica lo posibilite.
Huelga decir que todavía no ha sucedido. Pero, más acá de aquello, tan perdido en el tiempo para casi todos y todas, la idea de descargar los contenidos de la mente humana en algún dispositivo de memoria externa o en la mismísima compu comienza a ganar terreno.
“ Mind uploading ”, ¿viste? También guardar con esos formatos fotos y videos de papá, mamá, hijos, hijas, amigos, amigas, novios, novias, amantes... ¡Todo! La holografía, sumada a la IA (inteligencia artificial), abren las compuertas de la creatividad para crear ilusiones y monetizarlas. El único límite es la ética. De la construcción social de la muerte que didácticamente proponía Hartfield a la coconstrucción de avatares simbólicos para poner fin a la muerte tal y como la conocemos hasta hoy para ponerla a la venta como más vida y eternidad.
Me suena a bulo, a venta de baratijas, a desmesuras, a ilusiones de pacotilla. “Qué poco rato dura la vida eterna / Por el túnel de tus piernas / Entre Córdoba y Maipú…”, canta Joaquín. Me quedo con él. “La imaginación al poder”, como en el Mayo Francés del 68 que no pude ni quise, ni puedo ni quiero siquiera dejar atrás. No me parece aquello –lo nuevo y reciente, mercado en ciernes– una forma atractiva de existir o de no existir.
Se le puede exigir más a la existencia y, por qué no, hasta a la inexistencia. Siento que la vida ya está demasiado comprometida con la tecnología como para dar un paso más hacia el transhumanismo, esa movida cultural e intelectual transnacional que apunta a una transformación de la condición humana a partir de las prácticas sociales resultantes de la interacción entre la humanidad y la tecnología.
POSANTROPOCENTRISMO
Nada nuevo, tampoco. “Poshumanas”, “transhumanas”, “posantropocentrismo”. Fereidoun M. Esfandiary (1930- 2000), creyente, tal vez defraudado prematuramente al fin por la realidad, en la longevidad indefinida, transitó e indagó en aquellas búsquedas. Era el año de 1960. Sesenta años después , no son pocas ni pocos quienes van más allá para vender la ilusión del para siempre y sin que sea necesaria la resurrección.
“¡Papucho no murió... Papucho no murió / No murióoooo…!”, vocean las hinchadas de los negacionistas de la muerte sustentadas en nubes colmadas de Yottabyte (YB). ¿No murió? La reflexión –cercana a la pesadilla– me deja sin aliento en esta fría noche de viernes sin amigos ni amigas junto conmigo en torno de los leños que crepitan. Afuera, en la intemperie, apenas 4 grados y ventoso. Se recomienda el “quédese aquí, junto al fuego”.
Releo El País. Busco una vez más la palabra escrita con las respuestas de Raquel Fernández Formoso. “Qué perdemos, realmente, cuando perdemos un familiar (o a quien fuere)? No pierdes una fotografía, ni un cuerpo”. Luego sobrevuela el duelo para explicar que en ese tiempo “tenemos que comprender qué es eso que hemos perdido”.
Abrumadora y contundente reflexión. Con una muerte “no has perdido información, como se dice desde la inmortalidad digital”. Didácticamente, la catedrática explica: “Un (eventual) chat de inteligencia artificial (con quien sea que haya muerto) no puede sustituir a alguien que se ha ido”.
INMORTALIDAD DIGITAL
Para que quede caro. La muerte es parte de la realidad real. La inmortalidad digital es una alternativa posible de la realidad virtual. El “no te mueras nunca” es solo un deseo imposible que contiene tan válidas como respetuosas pretensiones afectivas. El miedo a la muerte, sentimiento humano y comprensible, es también una de las fases de los temores que genera la incertidumbre de vivir.
La muerte, como una de las dimensiones de la vida, “es el acontecimiento esencial en la aventura humana”, sostiene Martín Heidegger quien, desde su perspectiva existencialista, también la considera como “un misterio (y) el momento de decir adiós a todo, (porque) es el viaje de irás y no volverás”.
Platón –a quien no son pocas ni pocos los que lo categorizan como reverencial discípulo de Sócrates– dicen que tenía la convicción de que morir era abrir una puerta hacia “un mundo ideal”. Con esa mirada analítica sostenía que “la filosofía es la manera correcta para practicar para la muerte” porque es imposible evadir ese momento.
Tal vez, sir Arthur Conan Doyle (1859-1930) –el “padre” de Sherlock Holmes– y Harry Houdini (1874- 1926), mago e ilusionista, ambos espiritistas practicantes, hoy hubieran sido potenciales consumidores de los productos que aseguran la inmortalidad digital. ¿Por qué no?.
Dejanos tu comentario
Hoy se despide el calorcito, desde esta noche se anuncian lluvias con descenso de temperatura
De acuerdo al informe emitido por la Dirección de Meteorología e Hidrología, este sábado 2 de agosto la jornada se presentará cálida al amanecer, con temperaturas que varían entre los 19 °C y los 27°C.
Además, durante la tarde, los valores de temperaturas máximas podrían variar entre 29 °C a 37°C. Los vientos se mantendrían del sector norte con intensidad moderada a fuerte, principalmente sobre la región Occidental.
A partir de la noche aumentaría la probabilidad de lluvias con tormentas eléctricas, donde inicialmente afectarían al centro y sur de la región Oriental.
Estas se presentarían de forma generalizada mañana domingo, afectando a ambas regiones del territorio nacional. Además, lo vientos comenzarían a rotar del sector sur y posteriormente un leve descenso en los valores de la temperatura, según el meteorólogo, Juan Gamarra.
¿Cómo estará el tiempo en Asunción?
Hoy en Asunción, el día estará cálido a caluroso, con cielo parcialmente nublado a nublado, vientos moderados del norte, luego variables, lluvias dispersas con ocasionales tormentas eléctricas, al final de la jornada. La temperatura máxima pronosticada es de 32 °C.
Mañana domingo la jornada se presentará cálida a fresca, con cielo mayormente nublado y vientos del sur, lluvias con ocasionales tormentas eléctricas. La máxima llegaría a los 23 °C.
Lea también: Con gran éxito realizaron la primera cirugía de colon en el Hospital General de Itapúa