Siguiendo con nuestra reflexión sobre el poder de la humildad y escudriñando Las Bienaventuranzas del Sermón del Monte dado por Jesús (Mateo 5:1-12) llegamos ahora al verso 8 donde dice: “Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios”. Si la humildad es lo contrario del orgullo, ¿se puede ser limpio de corazón lleno de orgullo? Fue el orgullo lo que contaminó el corazón de Satanás y cayó. Fue el orgullo lo que hizo que Adán y Eva sucumban ante la tentación (“seréis como Dios” (Gn. 3) le dijo la serpiente). La Biblia dice que el orgullo y la idolatría van de la mano porque el orgullo es mirarse uno mismo por encima de Dios y los demás. “El pecado es encorvarse hacia uno mismo”, decía Lutero. O sea, orgullo y egoísmo. Cuando uno es orgulloso se centra en uno mismo y no en Dios. Los limpios de corazón son personas cuyos corazones no están mezclados con intereses egoístas ni mezquinos.

Es tan importante buscar ser limpios de corazón que, si no lo somos, según este versículo, no podremos mirar a Dios, o sea, no habrá salvación. Es por eso que insisto en que la humildad es una virtud fundamental para alcanzar la salvación.

No se puede ser humilde y violento y áspero al mismo tiempo. Los pacificadores de verdad son gente que ha alcanzado humildad. Los pacificadores son las personas que buscarán reconciliación, perdón, tolerancia. ¿Se podría ser pacificador si hiciéramos lo contrario, si fuéramos rencorosos e intolerantes con los demás? Eso es ser rencilloso no pacificador.

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Una de las características de las personas carnales es que son rencillosas, es parte de la naturaleza caída. 1 Corintios 3:3 dice: “Porque aún sois carnales; pues habiendo entre nosotros celos, contiendas y disenciones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?” La humildad es no tener celos de nadie.

Por lo general miramos los conflictos desde un lugar seguro, pero la persona pacificadora sale de su lugar de confort y busca activamente la paz.

Por último los versos 11 y 12 dicen: “Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros”. Solo se puede entender y vivir desde la humildad. La humildad hace que podamos mantenernos en calma cuando somos criticados. La humildad hace que tengamos longanimidad que es un fruto del Espíritu Santo, o sea, la capacidad de sufrir calladamente y sin amargura las pruebas por un largo periodo de tiempo.

No tenemos que tener temor de ser perseguidos a causa de Cristo. La Biblia dice también que todos los que quieran vivir piadosamente padecerán persecución”, estas son las consecuencias de querer vivir a la altura de Cristo en un mundo caído por el pecado.

Ruth Graham, esposa del evangelista Billy Graham, dijo: “Tenemos que temer solamente a Dios. Es el temor de Dios el que sitúa todos los demás temores en la perspectiva correcta”. Es verdad, solo el temor de Dios hace que veamos a los demás temores en su justa medida sin dejarnos dominar por ninguno de ellos. La adoración y la soberbia no pueden coexistir en el mismo corazón, se excluyen mutuamente. Tengamos en cuenta que Jesús dijo: “Dios busca adoradores en espíritu y en verdad”. Seamos uno de ellos.

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