• Por Felipe Goroso S.
  • Columnista político.

Charles Taylor es un filósofo conocido fundamentalmente por sus investigaciones sobre la modernidad, el secularismo y la ética, entre otras contribuciones referidas a la filosofía política, la hermenéutica, la filosofía de las ciencias sociales y la historia del pensamiento. Reconocido por sus reflexiones sobre la naturaleza del Estado moderno afirma que la democracia es una tensión entre las instituciones y la calle. Entre estas hay tensiones que se consideran permanentes.

En innumerables ocasiones la política ha tomado nota de esas tensiones y actuado en consecuencia. Supo tener la suficiente creatividad y talento para reinventarse, para eventualmente modificar planteamientos y optimizarlos. Generalmente por la vía del diálogo y la administración de consensos. De esa manera, se construye democracia y es la mejor vía para fortalecer la confianza en ella. Ahora bien, de ahí a suponer que porque viene de “la calle” es mucho mejor que las instituciones es suponer demasiado.

Ese es el enmarque que le están intentando dar desde algunos grupos de medios y periodistas que desde el 15 de agosto y ante los crueles resultados electorales que ha obtenido la oposición en sus diferentes vertientes, han decidido asumir la vocería y el papel de partido político. Además, lo hacen porque ven peligrar sus intereses corporativos, los cuales gozaron de excelente salud gracias a la complicidad con el anterior gobierno. Tapa tras tapa, zócalo tras zócalo, columna tras columna, martillan con el eje de “la ciudadanía”, hablan en nombre suyo y de un supuesto hartazgo o descontento cuando que en realidad los únicos que están disconformes son ellos por los motivos más arriba mencionados. A tal punto están llegando que como la narrativa de que hablan en nombre de la ciudadanía está muy lejos de permear efectivamente deben armar operaciones con uno o dos escrachadores con frondosos prontuarios. Llaman al quiebre del Estado, a la violencia y muerte de paraguayos en las calles. Plantean una tentativa espectral, pesadillesca y falsa, digna del peor de los extremos del autoritarismo.

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Aun así, la democracia resiste estas tensiones. Del otro lado estamos resueltos a decir lo que pensamos y defender nuestras ideas con argumentos porque sabemos que la razón no les acompaña. Como mucho lo hace la histeria. Eso nos está ayudando a seguir en el rumbo correcto y nos está salvando de decisiones equivocadas, pero sobre todo y principalmente de la tiranía de los tribunales populistas.

La política, esa mala palabra que empieza con p y termina con a, está llamada a dar la batalla con ideas, con creatividad e inventiva suficientes. Las que nos aseguren crecimiento y desarrollo de los paraguayos. De todos, no de unos pocos. No de los mismos de siempre, no de aquellos que defienden los intereses de sus corporaciones en desmedro de los que menos tienen.

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