TikTok es la red social por excelencia para quien busca entretenimiento. También hay contenido serio, obviamente, pero en porcentaje marginal. Tiene graves problemas de privacidad y seguridad, la naturaleza pública de la aplicación puede plantear preocupaciones sobre la privacidad de los usuarios, especialmente para los más jóvenes, ya que los videos se comparten con un público amplio. Como consecuencia, se puede encontrar con contenido inapropiado, ocasionalmente pueden aparecer videos inapropiados o contenidos que no son adecuados para ciertas audiencias.
Está demostrado que la red social china está pensada para generar adicción y mayor tiempo de pantalla en la aplicación, lo que podría afectar negativamente la productividad y la salud mental. También presenta infracciones de derechos de autor, ya que muchos usuarios utilizan música y clips de películas en sus videos. No hay demasiada creatividad orgánica. Está repleta de comparaciones y baja autoestima, los usuarios pueden sentirse presionados a compararse con otros que parecen tener una vida más emocionante o talentos superiores, lo que puede afectar negativamente su autoestima.
Es una de las principales plataformas usadas para distribuir fake news e instalar la posverdad, gracias al contenido engañoso. Es usual ver videos que promueven información no verificada o directamente promoviendo planes conspiranoicos. Es especial para instalar campañas de distracción con contenido chatarra. Al basarse en la popularidad de una única aplicación, los creadores de contenido pueden quedar vulnerables si su cuenta se suspende por alguna razón.
Y, por último, pero lo que implica casi el corazón de TikTok es la superficialidad, lo efímero. Debido a la duración corta de los videos, puede ser difícil profundizar en temas complejos o expresar ideas ciertamente profundas. Si uno toma a un par de políticos de la oposición en el Congreso, podría tranquilamente creer que se está ante tiktokeros de bajo presupuesto. Presupuesto de ideas, de creatividad, de propuestas, sin contenido estratégico. Tontamente creen que cada like o reposteo es un voto. Se olvidan que la historia está llena de ejemplos de políticos y partidos enteros que creyeron que sola y exclusivamente las redes sociales o incluso un par de tapas o cabeceras de página impar en los diarios le iban a garantizar el éxito electoral, la popularidad de su imagen o aceptación de sus ideas, si es que tuviesen alguna.
La política, esa mala palabra que empieza con p y termina con a, ya nos ha dado suficientes muestras de que se precisa un poco más que fuegos de artificio, efímeros y superficiales. Las señales son claras, para que el que quiere verlas.