Como una vieja y pesada locomotora de vapor, el año 2023 arrastró sus vagones de meses y mañana llegará a la estación para descansar por siempre. El tiempo juzgará si fue buena o mala su travesía de 365 kilómetros, sin embargo, nadie dudará de que entregará la posta con la satisfacción del deber cumplido.

Uno de los mayores logros alcanzados por este año que termina es el fin del gobierno nefasto, corrupto y sin empatía de “Desastre”, que no solo vació las arcas del Estado, sino que lo endeudó hasta límites históricos. Todavía resuena en la memoria la vergonzosa respuesta de “¡Uy!, qué miedo” del burlón gobernante cuando una mujer le reclamaba por su falta de gestión.

En los meses recientes se dieron la mayoría de hechos positivos, desde la recuperación de la Penitenciaría de Tacumbú, pasando por la reorganización del Estado, transparencia en las finanzas públicas, entrega de títulos de propiedad, soluciones habitacionales, hasta la reciente habilitación para incluir a emprendedores independientes en el seguro social y el proyecto del Tren de Cercanías.

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En una Argentina desesperada también trajo un histórico cambio de gobierno, que no tiene fecha de vencimiento. En cualquier momento podría caer, pero mientras ya se habla de llevar ante la Justicia a Sergio Massa quien, según dicen, debe explicar el destino de unos USD 15.000 millones “invertidos” para su frustrada elección. Ojalá que todos los que metieron la mano en la lata terminen pagando con la cárcel. Acá también.

Al otro lado del mundo, el horror no se detuvo y continúa la guerra entre Rusia y Ucrania, conflicto al que se sumó el ataque terrorista de Hamás a Israel y la contundente respuesta del ejército judío en Gaza. Pasado mañana comienza un nuevo ciclo, con esperanza inicia el 2024 y es un misterio lo que esconde.

Para empezar, preocupan las noticias del 27 de diciembre que dan cuenta que el líder norcoreano Kim Jong-un ordenó a su ejército “acelerar” los preparativos de guerra nuclear, lo que hace que en los países cercanos como Japón, Corea del Sur y en Occidente aumente la tensión ya existente.

Hablamos de guerra nuclear, ya que el desquiciado asegura que “la situación militar en la península coreana se volvió extrema debido a las confrontaciones sin precedentes de Washington”. En un video se lo ve en una de sus cientos de pruebas de misiles balísticos aplaudiendo y riendo feliz como un niño con juguete nuevo, pero sin darse cuenta de que su inconciencia puede terminar en un gran cataclismo.

Lo grotesco de la situación no es solo su actitud egoísta y temeraria, sino la aprobación de los dos altos oficiales que lo rodean, que ríen, aplauden, y gesticulan como niños traviesos por el lanzamiento. Son ellos los que deberían decirle a su líder que se está pasando de la raya.

No es el único peligroso, también lo son Putin y el propio Xi Jinping, quien no mide las consecuencias de su testarudez y expone al mundo a una gran guerra con su política de una sola China. En su mente retorcida, le importa poco si mueren millones con tal de anexar Taiwán. ¿Para qué? ¿Por un capricho? Los taiwaneses ya no quieren saber nada de China continental, pero el gobierno expansionista de gigante asiático tiene poder y fuerza.

Pero tener poder y fuerza no otorga la razón. Por eso, ahora que va a comenzar un nuevo año sería prudente que las todas autoridades reflexionen sobre sus actos. Algunos que están arriba ya se marearon, se supervaloran y cometen excesos que son cuestionados por la ciudadanía.

Sería interesante que entiendan que no son super héroes, que no tienen capa y no pueden volar. Fueron elegidos para servir a los ciudadanos y deben comportarse con decoro y honestidad, sobre todo hay que cuidar la imagen ya que siempre hay una elección por delante.

De cerca ya se escucha el pitido de la vieja locomotora que anuncia su llegada a la estación y un nuevo convoy de meses está a punto de partir. Esperemos que el viaje que emprenderá sea de provecho.

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