No resulta extraño que una persona que asumió el control de un país, escondido tras una democracia de fachada o de un golpe militar, apoyado por un grupo que se beneficia política y económicamente de la situación, busque una razón para exacerbar los ánimos nacionalistas de su población.

Sucedió siempre y en la región aún está fresco el recuerdo del general Leopoldo Fortunato Galtieri, líder de la Junta Militar que gobernaba Argentina desde 1976, cuando en una extrema locura y falso nacionalismo invadió las Islas Malvinas en 1982, lanzando una piedra a la cabeza del enorme dragón británico, quien no tardó en escupir todo su fuego sobre el Atlántico Sur.

En estos días, el autócrata Nicolás Maduro tiene muchas ganas de imitar a Galtieri, lo que demuestra que los tiranos no tienen ideología, solo se aprovechan de ella para sus fines personales o grupales.

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Esequibo es el nombre de una región de nuestra América del Sur que comienza a sonar cada vez más en medios y las redes sociales. Es un territorio ubicado en la zona occidental de Guyana y es exactamente 285 km² más pequeña que la región Oriental del Paraguay, para tener una idea de su extensión.

Una porción de tierra casi olvidada por siglos, pero que extrañamente (aunque no tan extrañamente) comenzó a ser parte de una campaña orquestada por el gobierno bolivariano de Nicolás Maduro (y su séquito de aduladores).

En el año 2015, en la plataforma continental del Esequibo guyanés fueron descubiertas reservas de petróleo tan grandes que para el 2027 pondrán a este cuasi desconocido país sudamericano con apenas 800.000 habitantes como el segundo productor de barriles diarios en Latinoamérica, solo por debajo de México y Brasil, y por encima de la mismísima Venezuela, generando un crecimiento de su PIB hasta en un 51 %.

Por cierto, la producción petrolera actual de Venezuela (y gran parte de la futura) está comprometida a China, quien ya hizo los pagos de manera anticipada. Es lógico creer en lo bien que le vendría a la República Bolivariana contar con un nuevo agujero de donde sacar petróleo y así paliar el descalabro económico al que fue sometido el otrora país más rico y de buen vivir del mundo hispano por el socialismo del siglo XXI, aquel experimento cubano puesto en práctica por el difunto Hugo Chávez Frías desde 1998.

Pero la “cruzada” chavista que intenta Maduro tropieza y tropezará con los mismos escollos con que se encontró el general Fortunato en 1982: Guyana es parte de la Mancomunidad Británica de Naciones; por tanto, los intereses del antiguo imperio están en juego.

Esequibo no es solo petróleo, también es oro, bauxita, agua dulce e infinidad de minerales, suficientes motivos para que los ingleses echen una mirada hacia sus dominios, de nuevo como en 1982.

Las elecciones del próximo año, donde con un férreo control de países y organismos internacionales serios, podrían poner en riesgo la continuidad del proyecto chavista pues la popularidad de María Corina Machado se va consolidando, tal es así que solo una manipulación a la que los autoritarios nos tienen acostumbrados en todo el mundo podría torcer la voluntad del pueblo venezolano, aun cuando sean casi 8 millones de votos menos, los mismos que fueron sometidos a una migración forzada por las miserables condiciones de vida en las que se encontraban.

La soberanía del Esequibo fue otorgada a Gran Bretaña tras el laudo arbitral de París en 1899, laudo al que Venezuela aceptó someterse, es más, fue Venezuela quien la solicitó. La Corte Internacional de Justicia la ratificó e igual el gobierno bolivariano no reconoce estas intervenciones y continúa con una agenda similar a la de Leopoldo Fortunato Galtieri en 1982. Y así le fue.

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