• POR EL DR. MIGUEL ÁNGEL VELÁZQUEZ
  • Dr. Mime

La enfermedad de Alzheimer, un temor recurrente en las consultas diarias, es un trastorno neurodegenerativo progresivo que afecta principalmente a la memoria, las habilidades cognitivas y el com­portamiento de una persona. Se manifiesta de manera lenta y gradual, y suele empeo­rar con el tiempo. Los síntomas iniciales comunes incluyen dificultad para recordar información reciente, pérdida de memoria a corto plazo, desorientación en tiempo y espacio, cambios en el lenguaje y en la capa­cidad para realizar tareas cotidianas. Con la progresión de la enfermedad pueden apare­cer síntomas más graves como la pérdida de memoria a largo plazo, cambios de perso­nalidad, dificultad para comunicarse, des­orientación completa e incluso la pérdida de la capacidad para llevar a cabo actividades diarias básicas.

La enfermedad de Alzheimer se caracteriza por la acumulación de placas de proteína beta-amiloide y ovillos neurofibrilares en el cerebro, lo que conduce a la pérdida de cone­xiones entre las células nerviosas y, final­mente, a la muerte de estas células. Aunque la causa exacta aún no se comprende com­pletamente, se cree que factores genéticos, ambientales y de estilo de vida pueden des­empeñar un papel en su desarrollo. Desafor­tunadamente, actualmente no existe cura para la enfermedad de Alzheimer, pero hay tratamientos que pueden ayudar a controlar los síntomas y mejorar la calidad de vida de los pacientes. La investigación sigue en curso para comprender mejor la enfermedad, encontrar métodos de diagnóstico más precisos y desa­rrollar terapias más efectivas.

Últimamente, y dentro de lo que se reco­mienda en el enfoque global de tratamiento, se ha puesto en vigencia el instalar algunos regímenes alimentarios que coadyuvan en el tratamiento, donde encontramos tanto una de las dietas que más recomiendan los médicos y nutricionistas y que se trata de la dieta medi­terránea, así como otras similares llamadas DASH (Dietary Approaches to Stop Hyperten­sion) y MIND (Mediterranean-DASH Inter­vention for Neurodegenerative Delay), las cua­les pueden ayudar a proteger las neuronas, al igual que ayudar a pacientes hipertensos.

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La ya famosa Dieta Mediterránea se basa en los patrones alimentarios tradicionales de países mediterráneos como Grecia, Italia y España y se caracteriza por el alto consumo de frutas, verduras, legumbres, frutos secos, pescado y aceite de oliva; el consumo mode­rado de lácteos, aves y huevos; y el consumo bajo a moderado de carnes rojas y azúcares refinados. Se asocia con la reducción del riesgo de enfermedades cardíacas, diabetes tipo 2, cáncer y enfermedades neurodegenerativas como el alzheimer que es lo que nos ocupa en este domingo

Por su parte, la dieta DASH fue diseñada ori­ginalmente para controlar la presión arterial alta, por lo que se enfoca en reducir el sodio y promover la ingesta de alimentos ricos en potasio, calcio, magnesio y fibra. Hace énfa­sis en el consumo de frutas, verduras, granos enteros, proteínas magras y productos lácteos bajos en grasa; con una notoria limitación de alimentos altos en sodio y azúcares añadidos. No solo reduce la presión arterial, sino que también se ha asociado con la prevención de enfermedades cardíacas, accidentes cerebro vasculares, diabetes y cáncer.

Por último, la llamada dieta MIND es una combinación de la dieta mediterránea y DASH, diseñada específicamente para la salud cerebral y la prevención de enfermedades neu­rodegenerativas de tipo alzheimer. Se centra en alimentos que se considera que tienen un impacto positivo en la función cognitiva y la salud del cerebro, haciendo énfasis en verdu­ras de hoja verde, arándanos, nueces, aceite de oliva, pescado, granos enteros, aves y limita­ción en el consumo de carnes rojas, lácteos altos en grasa, fritos y dulces. Estudios sugie­ren que seguir la dieta MIND puede reducir el riesgo de desarrollar alzheimer en un por­centaje significativo.

Esta alimentación siempre debe ser guiada por profesionales nutricionistas que contro­len la correcta combinación y cantidad de nutrientes a ser ingeridos. Estas tres dietas y sus ingredientes contienen propiedades como carotenos, polifenoles y flavonoides, los cuales pueden proveer beneficios para complementar aquellos que se incluyen en los medicamentos que los médicos formulan para su tratamiento. En esta dieta se incluyen alimentos como verduras crucíferas como la rúcula, las coles de bruselas, el brócoli, el repollo, el nabo y la coliflor; verduras de hoja verde, tubérculos, aceite de oliva, cerezas, manzanas, uvas, frutillas, naranjas, nueces, cacao y café de forma moderada y pescados ricos en omega 3 y 6.

De todas formas, ninguna dieta debe ser salu­dable de forma global, ya que no hay un único alimento o suplemento capaz de cambiar la forma en que envejece el cerebro, así como también hay que tener en cuenta otros aspec­tos de la vida como los hábitos, si la persona realiza ejercicio físico, si no fuma y si no tiene riesgos de tener enfermedades como diabetes y afectaciones en la hipertensión y colesterol alto. Como conclusión podemos decir que una alimentación y una suplementación nutricio­nal adecuada es también una terapia no far­macológica para los pacientes con alzheimer en riesgo de desnutrición o desnutridos, por lo que debería haber una adherencia terapéutica como parte del tratamiento. Esto porque se sabe que existe un 80 por ciento de los pacien­tes con alzheimer que presentan desnutrición, lo que afecta la evolución de su enfermedad, aumentando las complicaciones, infecciones y la mortalidad, por las condiciones que pre­senta la enfermedad como pérdida de gusto y problemas al tragar.

A alimentarse para estar bien DE LA CABEZA siempre. ¡Nos leemos en una semana!

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