• Por Jorge Torres Romero
  • Columnista

Una de las prioridades del gobierno de Santiago Peña es el tema educativo. De hecho, nadie puede poner en duda su intención de impulsar los cambios que permitirán entregar una educación de calidad a los niños y jóvenes de nuestro país. Por eso, hasta los sectores más críticos han aplaudido la designación al frente de la cartera de un especialista en el tema educativo como sin dudas lo es el ministro Luis Ramírez.

Incluso en su discurso de asunción al cargo, el jefe de Estado había dejado en claro su intención de utilizar la cooperación internacional para apuntalar “nuestros propios proyectos de soluciones educativas y no para experimentar con ideas foráneas o enlatadas que solo distraen esfuerzos”, dijo, haciendo alusión al convenio con la Unión Europea que fue objeto de revisión por el actual gobierno.

Por eso no deja de llamar la atención la reacción desmesurada de ciertos sectores que atacan la propuesta de educación afectivo sexual con ciencias y valores consensuadas por el Ministerio de Educación con padres que están en contra de la educación con perspectiva de género. Finalmente, los que la cuestionan son las oenegés y sus voceros de los medios de comunicación que anteriormente pretendían imponer un material que precisamente no se caracterizaba por defender aspectos científicos, sino más bien aspectos ideológicos-culturales que están en boga.

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Por todos los medios posibles intentan desacreditar la validez de los materiales incluso tildándola de tener un sesgo “religioso”, sin acercar pruebas contundentes para la descalificación. Quienes más cuestionan el material son precisamente las oenegés que antes promovían la denominada Educación Sexual Integral (ESI), y que presentan como solución al problema unas plantillas hedonistas, despersonalizadas y anticientíficas sobre sexualidad, que no es en realidad educación, sino adoctrinamiento.

El material denominado 12 Ciencias, en realidad, es un trabajo titánico ya que incluye 15 textos escolares y 2 manuales de 300 páginas, una para docentes y otra para padres. No se puede descalificar sin al menos leer. Justo ahora que el MEC toma en serio el clamor de los padres por introducir una educación afectivo sexual de buena calidad, basada en ciencias y valores, y que trabaje con toda la comunidad educativa.

Precisamente en referencia a esto se hizo eco el recientemente designado asesor científico de la Presidencia, Dr. Antonio Cubilla, quien opinó que no se debería introducir fundamentalismo en la educación, pero en ningún momento mencionó que el material 12 Ciencias tenga fundamentalismo o se base en esto. Por eso, es importante respetar cada una de las posiciones y sobre todo, antes de emitir una opinión, ocuparse de conocer el contenido del material en cuestión.

Esta no es ninguna novedad. La intención de introducir la ideología de género en la educación como “una verdadera colonización ideológica” tiene más de una década. Solo por mencionar un ejemplo, la Educación Sexual Integral, que adopta esta perspectiva, es ley en la Argentina desde 2006 y todos sabemos el resultado que esto ha tenido en el país vecino.

La educación debería ser un compromiso de todos los sectores, la denominada “comunidad educativa”, conformada no solo por los docentes, sino, y principalmente, por las familias como el primer lugar donde se adquieren los valores esenciales e indispensables para la vida.

La sociedad tiene una gran responsabilidad en la educación que –insisto– especial y prioritariamente recae en la familia, luego están los grupos intermedios como la escuela, y luego el Estado que interviene en función de servicio al bien común, con un rol subsidiario sin pretender tomar para sí atribuciones que no le corresponden, lo cual es propio de regímenes autoritarios, a los cuales evidentemente algunos de estos sectores identificados con las oenegés son muy afectos. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.

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