Se diluyó la versión que quiso instalar Francisco Correa, el testigo estratégico de la Fiscalía de Colombia sobre los supuestos autores intelectuales de la muerte del fiscal Marcelo Pecci. Era obvio, sus afirmaciones cayeron por su propio peso, no tenían sustento, ni un hilo conductor lógico que conduzca la veracidad de los hechos. Para quienes nos hemos tomado el tiempo de revisar sus primeras declaraciones o contrastarlas con los hechos objetivos que llevaron a los investigadores a dar con los autores materiales del crimen, sus últimas declaraciones no tenían pies ni cabeza.

Lo que dejaron las declaraciones del pasado viernes 6 de octubre del articulador del crimen de Pecci Francisco Correa:

Los odiadores de Horacio Cartes prefirieron anteponer su odio antes que construir un relato veraz de los hechos y terminaron siendo consecuentes y funcionales con los verdaderos asesinos de Pecci, con tal de tolerar el linchamiento del expresidente de Paraguay.

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Los considerados antiimperialistas, los antiyankees prefirieron construir sus teorías conspirativas para avalar su odio a EE. UU., y tratar de sostener que hubo una mano negra detrás. Terminaron siendo también funcionales a los verdaderos asesinos de Pecci.

Los hechos objetivos para entender lo que está sucediendo simplemente observando y siguiendo el caso puntillosamente son:

Correa afirmó en sus primeras declaraciones de junio de 2022 que no sabía quiénes eran los autores intelectuales, que simplemente escuchó hablar de un “patrón” que la tenía montada al fiscal. “Un man que era atracador de bancos, luego narco y que se fugó de Francia y que Pecci había metido preso 4 años al hermano”. Además, dijo escuchar a un man que lo llamaban “el presidente”, pero que no podía precisar de quién estaban hablando.

Repentinamente, un año después de su primera declaración, recordó su apellido a los supuestos mandantes.

Objetivamente, el Ministerio Público de Colombia, primero a través de un comunicado, aclara tres puntos: a) fue la primera vez que Correa lanza los nombres de los supuestos autores intelectuales, b) nunca habló con los mandantes, solo escuchó que hablaban de ellos; es decir, es testigo referencial, ni directo, y c) en el hipotético caso de que encuentren algún elemento objetivo, remitirán los hechos a la Fiscalía de Paraguay para su correspondiente investigación.

Otros hechos relevantes. El 22 de agosto del año pasado, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, dijo que tenían información que apunta al uruguayo Sebastián Marset como quien ordenó el asesinato del fiscal Pecci en la isla Barú. El 4 de agosto pasado, el ministro del Gobierno de Bolivia, junto a militares y Fiscalía revelaron que capturaron al segundo hombre de la organización de Marset, un boliviano conocido como Erlan Ivar García López, conocido con el alías de “El Colla”, “El Ivar” o “El Presidente” en Paraguay.

Por último, Correa, en su prisión en Colombia, tiene contactos con los reos de la penitenciaría. Una operación perfecta para los verdaderos mandantes del asesinato de Pecci, los narcos. Instalan en uno de los suyos una versión falsa, desvían la atención de la Fiscalía y lanzan comida fresca para los carroñeros de la prensa enemiga y políticos contrarios a Cartes. Mientras tanto, los familiares y amigos del fiscal paraguayo no tienen paz y siguen siendo víctimas de los asesinos. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.

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