Es posible que nunca haya habido en el pasado argentino tanta incertidumbre social, política, económica y financiera como la que claramente se expande en este país cuando faltan 6 días para las elecciones presidenciales. ¿Quién gobernará este país de futuro incierto? Un par de encuestadores con los que este corresponsal consulta con frecuencia lo dicen con angustia. “Solo 3 de cada 10 consultados responde nuestras preguntas”.

Ante esa realidad, lo que se distribuye y algunos medios publican da cuenta del estado de un 30 % de la opinión pública respecto de la expectativa electoral, en tanto que la no respuesta permite suponer que en el 70 % restante lo que hay es bronca con quienes debieran encontrar las soluciones que nunca llegan. De todas formas, se insiste en que Javier Milei, con su partido La Libertad Avanza (LLA); Sergio Massa, por la oficialista coalición Unión por la Patria (UxP), y Patricia Bullrich, por la principal coalición opositora Juntos por el Cambio (JxC), son quienes más posibilidades tienen de gobernar a partir del venidero 10 de diciembre cuando finalicen sus mandatos el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Fernández, quienes desde muchas semanas se ausentaron del espacio público.

Mientras, el dólar estadounidense –un producto más que suelen comprar muchos argentinos en el mercado ilegal, blue, negro o como quieran llamarlo– se transa en $ 1.000 para la compra y $ 1.040 para la venta. Ese valor que históricamente ningún gobierno reconoce porque “es ilegal” o porque “opera un monto mínimo diariamente”, es el que entre otras variables marca el ritmo de la inflación que, en el último día hábil de la semana anterior –el jueves– se conoció oficialmente, creció durante el pasado mes de setiembre 12,7 %. En la mensura interanual alcanza a 138 % y en los 9 meses del año que corre 103,2 %. Casi debiera dejar de escribir alguna palabra más. Los datos son tan apabullantes como la ya mencionada incertidumbre.

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En diálogo con dos consultores económicos y financieros que desarrollan sus trabajos de investigación especialmente para inversores externos, ambos recurrieron a los comportamientos cíclicos de la economía argentina y, desde esa perspectiva, coincidieron en señalar que “en julio de 1989 (cuando la hiper que sacudió el fin del gobierno del presidente Raúl Alfonsín y el inicio del de Carlos Menem) el dólar estaba 655 australes (la moneda de entonces). En marzo de 1991 se transaba en 10.000 australes. En ese punto de inflexión asumió como ministro de Economía Domingo Felipe Cavallo, que aplicó el programa de convertibilidad ($ 1=USD 1) lo que exigió sacarle a la unidad monetaria argentina cuatro ceros. Claramente, en 20 meses ese valor-indicador de la moneda norteamericana había subido 15 meses”. Entonces, ¿que puede pasar en el futuro cercano? Responden los dos expertos que de ninguna manera quieren que sus identidades sean reveladas: “En junio de 2022 el dólar blue operaba en $ 200 y el oficial en $ 126. Los indicadores monetarios, desde entonces hasta estos días, son similares a los registrados durante la crisis de 1989″. ¿Entonces? “Si no consiguen controlar lo que ya pareciera ser el comienzo de un nuevo período hiperinflacionario y las distintas variables se comportaran como entonces, no sería descabellado proyectar un valor del dólar de entre $ 2.000 y $ 3.000 para 2024, según se tome para el análisis el valor de la moneda estadounidense de los últimos meses en el mercado oficial o en los financieros”.

¿Argentina está en hiperinflación? “Estamos en pre-hiper. Claramente. La gente se deshace de los pesos con la misma dinámica y velocidad de los tiempos hiperinflacionarios. En los centros de compras comienza a verificarse desabastecimiento. No hay productos y muchos de ellos –aun de los faltantes– están retrasados en sus precios. La situación es muy crítica y cuando se conozcan los datos del presente mes de octubre sabremos que el Índice de Precios al Consumidor (IPC), la inflación, dará muy alto”.

De allí que “si el resultado electoral del domingo que viene estirara la incertidumbre acerca de quién gobernará la Argentina que hasta el 19 de noviembre (34 días) cuando se prevé una posible segunda vuelta comicial, el deterioro social, económico y político podría ser mayor”, añadieron esos expertos.

Compartidas esas opiniones calificadas, con tres relevantes fuentes peronistas –también con compromiso de anonimato– fueron en línea con la historia y, luego se recordaron que “como dijimos semanas atrás, si ya hubiera un presidente electo, no sería descabellado adelantar el cambio de gobierno como sucedió en 1989 para terminar con esta administración que desde muchos meses no consigue contener la crisis o, por lo menos, morigerarla”.

Mientras, alineada con la campaña proselitista del ministro de Economía y candidato presidencial del oficialismo Sergio Massa, la Confederación General del Trabajo (CGT) se reafirma y reitera que serán opositores a un eventual gobierno del libertario Javier Milei. “El pirómano nunca puede ser luego el bombero”, dicen los principales dirigentes de los trabajadores. No es la primera oportunidad en que se manifiestan en esos términos. Pero los máximos líderes de la central obrera peronista van más allá y, para que no queden dudas, precisan: “Así como estamos no hay sociedad que aguante. Es un irresponsable y, si hace falta, vamos a salir a la calle, (porque) no se puede aceptar que un incendiario juegue con el sufrimiento de la gente. Con lo que propone explotará todo. No va a poder gobernar”. ¿Crisis de gobernanza?

No parece razonable ni mucho menos democrático adelantar eventuales acciones que suenan como amenazas. Pero lo cierto es que, en lo que corre de este año electoral, sobre 24 provincias –hasta este momento– 9 serán gobernadas por el peronismo alineado con el oficialismo actual; 8 por Juntos por el Cambio, principal oposición de hoy; una por el peronismo de Córdoba; y dos patagónicas por sendos partidos provinciales. El día que se elija presidente también se elegirán quienes habrá de gobernar las provincias de Buenos Aires, Entre Ríos y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Los sondeos de opinión dan cuenta que en las dos últimas mencionadas también podrían ser triunfos de JxC. La primera podría ser retenida por el peronismo kirchnerista. La Libertad Avanza no gobernará en ningún distrito.

Si como muchos suponen Javier Milei pudiera triunfar, además de carecer de gobernadores formalmente aliados, tampoco dispondrá de cantidad suficiente de diputados ni de senadores para operar políticamente en el Parlamento. Algunos cálculos y proyecciones infundadas, porque se apoyan en encuestas imprecisas, dicen que podría contar con unos 35 diputados sobre un total de 257 y hasta 8 senadores en una Cámara que tiene 74 bancas. “Un panorama como ese demandaría de la construcción de consensos parlamentarios amplios, extendidos y sólidos. No sería fácil. Una eventual crisis de gobernabilidad –aunque nadie lo enuncia en alta voz– no parece imposible y, en ese contexto, la política de siempre –lo que Milei llama despectivamente ‘la casta’– tendría mucho más poder del que pueda suponerse”, dicen a este corresponsal dos prestigiosos politólogos y analistas que no quieren ser identificados y agregan que “quienes voten en contra de ‘los de siempre’, en un sistema democrático con imprescindible intervención parlamentaria como lo exige la ley, no harán más que empoderar a los que quieren que se vayan. La crisis también es de representatividad”. El futuro argentino tiene final abierto.

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