• POR PEPA KOSTIANOVSKY

Creo haberme explayado antes y en este espacio sobre mi inquie­tante y angustiosa preocupación sobre las próximas elecciones en la Argentina. Tan siquiera sabemos si quedarán definidas el 22 de octubre o si aún habrá que pasar por las expectativas sobre alianzas, apoyos, promesas y cantinfladas previas a un balotage que se daría en noviembre.

Los argentinos han tenido sus PASO, que nadie entiende muy bien para qué sirven, ya que no tienen potestad para nombrar electo alguno. Son una especie de encuestas oficiales, sin más mérito que subir la presión arterial de candidatos y electores. Y en el caso de las últimas, consiguieron potenciar el desastre financiero en el cual ya está inmersa la Argentina, con las tre­mendas deudas y una inflación galopante que ha engordado las masas empobrecidas, a un 40 % de la población, del que 60 % son niños.

Revelaron a un desconcertante Milei como posible ganador. Un economista que reniega del Estado, que anuncia que va a clausurar el Congreso y los ministerios, que la responsabilidad social es un delito de despojo, y un pecado de envidia. Que está en desacuerdo incluso con la educación pública y obligatoria, y con la salud pública. Que dice que el que no puede pagar edu­cación y salud privadas, sencillamente se quedaría sin acceso a la una y a la otra. Y que se burla incluso de una inmensa herida Argentina que son las víctimas del gobierno militar.

Y provocaron en el país una incertidumbre tan ambigua que la gente solo pensó en cambiar todo lo posible a dólares. Desde los pesos a las cacerolas vendidas a los chatarreros. En resumen, lo que se vino, más que inflación, están con una inflamación y un ambiente político purulento.

Como para ganar en la primera vuelta, la del día 22, el candi­dato triunfante tiene que haber alcanzado el 45 % de los votos, o haberle ganado por más del 10 % a su competidor más próximo. Se tiende a pensar que sí o sí habrá un balotage. En el cual com­petirían solamente el primero y el segundo. Nadie se anima a apostar quién sería el segundo. Ni siquiera hay seguridad sobre quién sería el primero. Porque entre disparates y cantinfladas puede ser que el que se quede fuera vaya a ser precisamente el tan mentado Milei.

Pero, ni en esa remota posibilidad podríamos quedarnos tran­quilos. Porque mientras siga en carrera, un cínico, mentiroso y descarado, hoy ministro de Hacienda, candidato del kichne­rismo, no se vislumbran posibilidades de diálogo. Massa es tan deshonesto que se atreve a desconocer absolutamente el Tra­tado de Yacyretá. Y dice con todo descaro que Paraguay le debe 4.000 o 5.000 (sic) millones de dólares a la Argentina por la construcción de Yacyretá, y además somos tan desleales que le vendemos energía a Brasil mucho más barata que a la Argentina.

Vale decir que desconoce, públicamente y a viva voz, que la deuda de Yacyretá no es de los países, sino de la entidad binacional, que debe pagarla con el producto de la venta de energía. Como des­conoce que Paraguay no vende energía, solo cobra por ceder el derecho al 50 % de la energía producida. Que si la entidad tiene aún pendientes los pagos originales es porque Argentina usó el 90 % de la energía y no la pagó, lo cual hizo que la entidad esté en deuda y con intereses. Y tampoco nos pagaron a nosotros por la cesión del 40 % de la energía.

Si Milei es un demente imprevisible, Massa es un ladrón con­victo y confeso.

Yo no sé cómo haremos para dialogar con la Argentina si gana Milei. En estos días, Paraguay tendrá que nombrar a alguien que ocupe esa embajada, no quiero estar en los zapatos del que vaya a tratar con semejante verborrágico y disentérico. Pero si el que gana es Massa, me parece que el único que podría ir, por lo menos a pegarle cuatro gritos, es Payo Cubas. Fuerza, Payito ¡no nos falles!

Etiquetas: #Cosa#locos

Dejanos tu comentario