Los restos de Juan Jacobo descansan nada menos que en el Panteón de París, puesto que en 1778 fue enterrado en ese sitio como héroe nacional de Francia. Sin embargo, por estas latitudes nadie conoce este nombre castellanizado y del original francés, Jean-Jaques Rosseau. Posiblemente la mayoría de los compatriotas solo hagan un chiste por ser tocayo del guardameta Jean Fernández, pero de su obra no tienen idea.
Y no es muy raro, ya en su época mucha gente pensaba que no estaba bien de la cabeza y era incomprendido a causa de que presentaba profundas contradicciones al pensamiento de la sociedad en la que vivía. Era una especie de Juan Salvador Gaviota, pero sin alas, que además era músico, pedagogo, botánico, escritor y naturalista; un filósofo que legó a la humanidad frases como “El hombre nace libre, pero en todos lados está encadenado” y otra que dice: “El hombre es bueno por naturaleza, pero la sociedad lo esclaviza y corrompe”.
El nombre de Jean-Jaques o Juan Jacobo no tiene nada que ver con Javier Milei, a no ser que ambos comienzan con jota y que también tienen ideas radicales muy contradictorias, eso sin mencionar que más de uno piensa que tampoco está bien de la cabeza.
A pesar de eso, este candidato a la Presidencia de la Argentina ganó las últimas elecciones y propone una verdadera revolución con apenas seis palabras: “Voy a terminar con la casta”, lo que pone nerviosos a todos los políticos de ese país al tiempo que usa su inmediatez para propalar sus ideas en todos los medios, que lo buscan día y noche.
Según Juan Jacobo, el hombre nace bueno, pero al llegar al poder se corrompe y para Milei el lugar donde trabaja, el Parlamento, es “un nido de ratas” y todos los políticos son unos holgazanes vividores que roban a la sociedad para darse lujos que ni siquiera condicen con lo que cobran de salario, porque cobran dinero, pero no lo ganan.
Las nuevas leyes que propone son muy peligrosas para muchos, desde eliminar el Banco Central, dolarizar la economía, recortar el gasto público (incluso despidiendo a todos los funcionarios contratados este año), fusión de ministerios, libre portación de armas, hasta venta de órganos.
Los entendidos en política, en economía y en legislación aseguran que Milei no va a ganar ya que existen demasiados intereses (de la casta) y que de llegar a la Presidencia no va a tener el acompañamiento del Congreso, del cual necesita para implementar sus reformas.
Bueno, los entendidos también dijeron que Milei no ganaría y fue el que más votos recibió en las PASO. Pero aunque pierda en las elecciones generales, Milei ya ganó porque sacudió a los ciudadanos que votan y demostró que Juan Jacobo tenía razón: el hombre nace bueno, pero luego lo corrompen.
Cuando hace unos días un conocido mío se disgustó bastante al leer en la prensa que la fortuna del autor de la vergonzosa frase “Moopiko che aikuáta” e inspiración popular para el “Que desastre ko Marito” había crecido G. 4.272 millones en cinco años. Es increíble, murmuró.
Sin prestarle mucha atención, siguiéndole la corriente, contesté que sí, que era mucha plata, pero eso hizo que el nivel de Defcon o Condición de Defensa pasara de nervioso a furioso. Y me ametralló con palabras: “¿Sabés cuánto es eso? Apenas medio millón de dólares. ¿Dónde está el resto? Su gobierno duplicó la deuda existente y nos dejó un compromiso de 7.524,7 millones de dólares, que nosotros ahora debemos pagar. ¿Dónde está toda la plata? Como si fuera poco, cada día aparecen nuevas deudas en los ministerios, los entes están en quiebra, en IPS, las vialeras lloran para que se les pague. ¿Vos creés que su fortuna solo creció medio millón?, sos un tonto”, cuestionó.
Esas palabras calaron hondo. No había visto desde esa perspectiva, pero al reflexionar me vino a la mente las palabras de Juan Jacobo y tuve que darle la razón. El que era “de la gente” debe dar muchas explicaciones. No puede simplemente refugiarse en la impunidad que le otorga un curul. Debe ser investigado, así como su entorno, porque la corrupción no tiene fronteras y la ley Miley hace rato cruzó el río Paraguay. Así vemos a ciudadanos desesperados, con hambre, a jóvenes que en vez de ir a trabajar portan libremente armas en las calles, y a más de un paraguayo dispuesto a vender su hígado con tal de alimentar a su familia. El voto del 30 de abril fue contundente. El pueblo exige justicia.