DESDE MI MUNDO
- Por Mariano Nin
- Columnista
Las calles son libros abiertos. Cada una de ellas es un capítulo. Las historias se repiten, se cruzan y se vuelven a encontrar. Pero todas, más allá de lo que pudiera ser fantasía, nos dejan siempre una lección.
Pedrito deambula por la calle. Dejó su infancia jugando a sobrevivir. Tiene en sus manos un repasador con el que molesta a los automovilistas. Una sonrisa retorcida que deja entrever una mueca de rencor y desencanto. Sabe a dónde pertenece y se traga la rabia contenida.
Cambió vergüenza y dignidad por unas monedas. Se gana la vida y juega peligrosamente entre los autos y conoce el tiempo exacto para llegar por sorpresa. A veces insultos. A veces dinero.
Según el último informe de la ONU, unos 5.600 niños y niñas se encuentran trabajando o mendigando en espacios públicos.
Pedrito dejó la escuela. No recuerda cuándo, pero la pobreza y el abandono no le dejaron otra alternativa. No es su culpa, es solo un niño. Y de él hablan las estadísticas.
Algunos números parecen golpearnos en la cara:
Casi un millón de niños y adolescentes están por debajo del nivel de pobreza. Unos 50.000 niños sufrieron algún tipo de violencia en los últimos años. Invertimos poco más del 3 por ciento en niñez. Debería ser el doble.
Cada año tendrían que terminar la educación media 140.000 adolescentes. Solo terminan 70.000.
El 66 por ciento de adolescentes y jóvenes no asiste a ninguna institución de enseñanza formal, la tasa de escolarización secundaria es menos del 60 por ciento, una de las más bajas de la región. Es el reflejo de una realidad que se multiplica en las calles de Asunción y de aquí a los semáforos de todo el país.
Desde que nació, jugó a sobrevivir. En Paraguay, de cada 1.000 niños y niñas que nacen, 19 mueren antes de alcanzar los 5 años, 16 antes de cumplir el primer año y 11 antes del primer mes de vida. Pero para Pedrito las estadísticas no importan. Debe comer. Esa es su prioridad. No sabe que tiene derechos.
Constitución Nacional.
Art. 54.°. De la protección al niño:
- La familia, la sociedad y el Estado tienen la obligación de garantizar al niño su desarrollo armónico e integral, así como el ejercicio pleno de sus derechos, protegiéndolo contra el abandono, la desnutrición, la violencia, el abuso, el tráfico y la explotación. Cualquier persona puede exigir a la autoridad competente el cumplimiento de tales garantías y la sanción de los infractores.
Miro a Pedrito con pena y él me devuelve una mirada intimidatoria. Dos de cada diez adolescentes no trabajan ni estudian. Casi un millón de niños están atrapados en este círculo de pobreza. Y allí quedarán retenidos mientras no haya políticas serias que reviertan esta situación.
Mientras esto no suceda, una generación de chicos sin futuro crece silenciosa, escondida a la vista de todos, recordándonos las brutales diferencias que ahondan nuestros rencores. Pero esa... esa es otra historia.
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“Muchas veces uno no se da cuenta del significado de las pequeñas historias”
- Jimmi Peralta
- Fotos: Cristóbal Núñez
El empresario, publicista y escritor José Daniel Nasta presentará esta semana su nuevo trabajo editorial. Se trata de una compilación de narraciones acopiadas en su memoria. Algunas fueron escritas allí por su propia vida, otras colectadas de boca de amigos, pero que juntas, y entre cada punto final, invitarán al lector a la risa, la emoción y la reflexión.
“El libro recoge anécdotas, algunas son personales y otras son de muchas personas. En algunos casos las nombro y en otros, no; quedan como anónimas. Cuando les consulté si podía citarlas, algunos dijeron que sí y otros me pidieron no aparecer, aunque sí me autorizaron la publicación de la historia”, explica José Daniel Nasta, reconocido empresario, quien con mucha frecuencia “se pone el sombrero de escritor”.
Nasta presentará el próximo jueves 29 de mayo, a las 19:00, su último trabajo editorial: “Pequeñas historias que hacen grande la vida”. El acto tendrá lugar en la residencia de la Embajada de Francia (Rca. Dominicana 146 casi Mcal. López). Se referirá a la obra el anfitrión, S.E. don Pierre-Christian Soccoja.
Se trata del decimoquinto libro de Nasta. Si bien en ellos ha abordado diferentes temas, excusas y formas, siempre tiene como hilo la propuesta de una narración que atrape al lector.
DESCUBRIMIENTO
“Desde que empecé mi trabajo profesional hace 60 años, siempre quise salir a descubrir el mundo y que el mundo me descubriera. ¿Por qué? Porque a mí siempre me fascinó la oportunidad de conocer otros países, conocer otro tipo de gente, otros idiomas y tratar de mantener diálogos que me enseñen cosas. Por otro lado, hay personas que se podrían estar perdiendo algo de la vida, porque en vez de aprender de ella están estableciendo una medida rígida que no les permite descubrir y crecer. ‘Pequeñas historias que hacen grande la vida’ son esas pequeñas historias que están ahí. Muchas veces uno no se da cuenta del significado de las pequeñas historias”, explica Nasta sobre el fino matiz que pone en valor las experiencias, desde la apertura hacia las vivencias y del significado que de ellas nacen.
Para José Daniel todo acto humano hace grande la vida. Sea pequeño, sea gigantesco.
Él plantea mirar la vida como una oportunidad, oportunidad de conectarse con la intensidad que le es propia, con los desafíos, alegrías y hasta los sinsabores.
“La vida no es lineal, la vida es siempre extremos por los cuales vas pasando y lo que vos tratás es de mantenerte lo más posible en la mitad de ambos extremos, sabiendo que ambos son momentos. Y la clave para mí es mirar la vida y ejercer la vida desde la paz, que es la parte más difícil, porque la paz te permite llegar a la felicidad, pero la felicidad no siempre te permite llegar a la paz. Y entonces ahí es donde uno tiene que saber establecer sus propios valores”, comenta.
LA ACCIÓN
José Daniel es un hombre afable de 77 años. Rodeado en su oficina de una colección monumental de obras de arte cargadas de historia, es la cabeza de un grupo empresarial que está en la vanguardia del rubro publicitario en el país desde hace varias décadas. Él define el sentido de su ser enfocándose en el hacer, con la mirada puesta adelante, buscando siempre avanzar dentro de los múltiples roles que asume.
“La palabra que me define a mí es ‘acción’. Yo soy una persona que hace cosas. Y necesitamos buscar palabras mantra que nos impulsen. ¿Por qué? Porque esas son las verdaderas motivaciones detrás de todas las acciones de nuestra vida”, explica.
“El autor de este libro es un profesional que se dio a sí mismo varios roles. Se pone el sombrero de empresario, se lo saca; se pone el sombrero de padre de familia, se lo saca; se pone el sombrero de escritor, se lo saca. No se pone el sombrero de intelectual porque no le interesa esa clasificación, se pone sombreros que impliquen acciones”, agrega.
VITALISMO
Esta definición lo plantea no como una actitud, sino como un modo de actuar, de ser, que se proyecta hacia el tiempo futuro. Es hasta podría decirse una suerte de vitalismo nietzscheano; es decir, no un sistema de ideas, sino una filosofía para la acción.
“El tiempo pasa y uno comete una gran cantidad de errores en el camino. El tema está en que uno no puede quedar pegado a esos errores porque si no se olvida de mirar adelante y la vida es para adelante, para avanzar, no para mirar hacia atrás. En un determinado momento de mi vida yo hice una reflexión y dije ‘caramba, yo le falté el respeto a fulano, mengana, perengano’. Hice una lista de todas las personas, les pedí una reunión y me fui a pedirles disculpas. ¿Qué hice yo? Me saqué mochilas de encima, mochilas para avanzar con más libertad hacia adelante”, reflexiona.
Desde la mirada filosófica de Daniel, el ser humano es energía y, como tal, tiene la capacidad de atraer y repeler, sean personas, hechos, circunstancias, negocios u oportunidades.
“Todo hecho que te sucede, sea bueno, regular o malo, acaba produciendo un efecto y una influencia. Hay personas que se quedan en el lado negativo del hecho. Yo siempre me dije a mí mismo que, aun en una situación negativa, tenía que sacar enseñanzas positivas. ¿Por qué? Porque yo soy una persona que miro la vida desde lo positivo y no desde lo negativo, y eso me ha traído más satisfacción que pensar negativamente”, explica.
EL LIBRO
“Pequeñas historias que hacen grande la vida” reúne en 196 páginas narraciones breves, con una propuesta gráfica que juega en cada página con la idea de ofrecer una diagramación original en función de la historia que cuenta. La editora del material fue Flavia Laterza, mientras que el diseño es de María Celeste Prieto.
“La estética es una manera de relacionarnos con la vida. Entonces el hecho de presentar una propuesta distinta yo creo que le genera un valor agregado al libro. ¿Por qué? Porque las historias pueden tener dos páginas o pueden tener un párrafo. Sea como sea son pequeñas cosas que hacen grande la vida”, refiere el escritor.
“Si bien las historias del libro me las fueron contando, hago también reminiscencia de lo que fue la Asunción de mi infancia, la Asunción de mi juventud, los raudales de la plaza de los Héroes que teníamos que cruzar cuando pretendíamos ir al cine los días de lluvia los fines de semana. Venían los chicos de la Chacarita y te ponían unos ladrillos y unos tablones de madera para no mojarte los zapatos y había que pagar 50 céntimos para eso”, comenta.
La metodología de producción de Nasta es apoyarse en su oralidad. El trabajo para las publicaciones le suele llevar entre 12 a 18 meses. El material se va constituyendo a través de un flujo de dictado, transcripción y corrección. En ese proceso va adquiriendo una forma, una idea final y de ahí nacen los nombres.
“La gente que ha podido acceder a los manuscritos del libro me ha dicho que hubo momentos en que rieron de las historias y otros momentos en que se quedaron sensibles. Esa es la vida, esa es la dualidad en la que transcurre”, comenta.
LAS HISTORIAS
Según explica, durante el proceso de redacción él busca ponerse en los zapatos del lector para hacer un libro interesante y atractivo, alejándose del aburrimiento. Así, la narración la termina por destacarse como herramienta en esa búsqueda.
“En 1983 publico mi primer libro por insistencia de Humberto Rubin. Yo siempre le decía ‘me gustaría escribir un libro’. Mi papá fue periodista durante muchos años y yo decía que me gustaría escribir un libro. Y Humberto me dijo ‘¿por qué no escribís sobre nombres raros? Que vos tenés una colección de nombres raros absolutamente insólita’. Ahí me puse a buscar y bucear en mi archivo de nombres para tratar de darle algún sentido lógico, divertido y conceptualmente interesante. Los nombres vienen de un lugar, tienen historias. Entonces me dije ‘si contás historias alrededor de los nombres, ahí pasan a adquirir otra dimensión’”, ejemplificó.
“Pequeñas historias que hacen grande la vida” es una forma más que Daniel encontró para trasmitir sensaciones e ideas y con él abrirá también un nuevo espacio de escucha de otras sensaciones e ideas, siempre a través de historias. “Lo que te quiero significar es que todos los días tenemos oportunidades de incorporar historias que hacen grande la vida”, afirma.
Nasta confiesa que hace muchos años estudia la cábala, un sistema místico y esotérico judío que se vale de las historias de la Biblia para revelar ciertos conocimientos que guardan relación con el sentido íntimo de las cosas.
“Mi primer maestro cabalista me dijo que hay que contar siempre historias a los niños para que se duerman y a los adultos para que despierten, porque de repente una historia contada a tiempo te puede permitir abrir los ojos a una situación que estás enfrentando si estás lo suficientemente alerta para percibir la situación como es”, concluye.
EL COLECCIONISTA
José Daniel Nasta es un reconocido empresario del rubro de la comunicación y el marketing. Así también, se destaca por ser un importante coleccionista de arte, con más de 7.000 obras en su inventario. Su relación con el ingenio, la creatividad y la estética lo terminaron de acercar a un mundo donde repite un quehacer que es también familiar en diferentes rubros: su hermano colecciona instrumentos, su hijo motos y su padre libros.
“¿Cuáles son los roles que están involucrados en el arte? Hay diversos tipos de artistas, pintores, ejecutores, artesanos; están los curadores, los críticos y estamos las personas como yo que somos coleccionistas. Yo definí mi rol como coleccionista y decidí no estudiar el arte desde su formación técnica para decir ‘esto es naif, esto es moderno, esto es posmoderno’. A mí no me interesa. Yo siempre he tratado de que las cosas tengan respuestas simples y lógicas”, explica.
Su vínculo con la obra se da a través de lo que llama la sorpresa estética, el placer frente al momento estético que genera emociones.
“¿Cómo compro una pintura? Me pregunto ¿es atemporal?, ¿qué significa la temporalidad? Que pueda, pese a que ese cuadro haya sido diseñado en el 64 o en el 68, hoy en la segunda década del siglo XXI siga estando vigente. Entonces es atemporal. Y eso me enseñó mi colección de sillas. Y la segunda pregunta es ¿lo colgaría en mi casa? Recuerdo que Mónica Matiauda hizo un cuadro fantástico del presidente Stroessner. Entonces me pregunté ¿es temporal? Sí. ¿Lo colgaría en mi casa? No. Pero si yo me hubiera hecho la pregunta de si ¿tiene valor museístico? Lo hubiera comprado. Porque esa es la tercera pregunta que tenemos en la Fundación de Arte Texo y un museo. ¿Por qué? Porque hay cosas que están en los museos que están hechas para crear un shock, pero uno no puede vivir con cuadros shock en su casa, sino que necesita la intensidad de la calma que un cuadro pueda transmitir”, asevera.
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Historias en el tráfico
DESDE MI MUNDO
- Por Mariano Nin
- Columnista
Son las tres de la tarde. Transito por General Santos camino a Lambaré un día cualquiera. Hace frío, pero siento que todos estamos calentándonos en un tráfico infernal.
Muchos nervios, mucha frustración y unas ganas locas de llegar a casa.
Por un momento nos habíamos olvidado de los limpiavidrios, chicos que ni estudian ni trabajan y se ganan la vida en las calles un poco molestando y otro poco chantajeando a la gente tragándose la dignidad y expuestos a la humillación constante. Esa es la realidad.
Limpiar vidrios no es un trabajo y mucho menos un servicio por el cual tengamos que pagar. Si mi ropa está sucia, la lavo o la llevo a la lavandería y pago por ello, pero nunca voy a aceptar que mi vecino me exija unas monedas por arrebatarme la ropa en un descuido y lavarla medio a la fuerza. En las calles es igual.
Nadie está obligado a pagar por un arrebato de necesidad en un momento de distracción. No es agradable que te tomen por sorpresa. No lo es para nadie y con el tráfico disparándote directamente a los nervios es casi una provocación. Y las calles volvieron a convertirse en campos minados.
El 70 por ciento de los trabajadores informales en situación de calle que se encuentran en los cruces semafóricos de la ciudad de Asunción provienen de las ciudades aledañas del departamento Central.
De pronto me sentí amenazado y tuve miedo. Pudo haber sido una tragedia, pero por suerte no pasó de un gran susto. Y es que un joven cansado del asedio en los semáforos se bajó con un revólver en mano para desafiar y golpear a un limpiavidrios. Hubo insultos, un griterío infernal y una estampida.
Debería de haber sido una llamada de atención. Hace unos años hubo un intento de convenio con unos supermercados para sacar a estos chicos de las calles, pero al final la herida volvió a sangrar y ya no hubo atención.
La situación es compleja. Lo sé. Pero deberían aplicarse políticas interinstitucionales para garantizar que una buena idea no se convierta en un parche.
De no ser así, las cosas irán empeorando hasta que algún nervioso automovilista sacado de sus cabales y con un revólver en mano se enfrente a un limpiavidrios y termine en tragedia, una tragedia que podría evitarse.
Mientras, vamos transitando al filo del caos en calles sin ley. Pero esa… esa es otra historia.
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Un lustro de contar historias de manera diferente
Hoy domingo 14 de abril se cumplen exactamente cinco años de la primera edición de El Gran Domingo de La Nación, cuya misión ha sido volver a ese periodismo escrito que pueda reconciliarnos con un trabajo más descansado, sin ese ruido propio del trajín diario, de la vorágine informativa del día a día.
- Imágenes: Nicodemus Espinosa / Archivo
Un lustro atrás nacía un proyecto que se caracteriza por su constancia, variedad y agudeza, una propuesta periodística que busca darle al lector una narración más fresca con la exigencia de dotarle a cada nota de la perspectiva clásica del buen periodismo.
Hace cinco años, un proyecto que tenía como cabeza a la querida Marycruz Najle (†) veía la luz: El Gran Domingo, una propuesta que ya se ha posicionado en la actualidad dentro de la agenda editorial semanal y que hoy está de aniversario.
Una mirada retrospectiva de los cinco años de trabajo muestra variedad de temas, enfoques e intereses, que sin dudas convergen en la intención de ofrecer a los lectores la oportunidad de superar el breve contacto con el papel o la web para poder adentrarse al viejo ritual de la lectura de fin de semana.
UN HITO
Sin dudas la pandemia del covid-19 fue un hito para la historia de la humanidad y registró a fuego la cotidianeidad de la información dentro de los medios de comunicación del mundo. Por ello, también fue un tema constante dentro de las ediciones de este especial.
No obstante, más allá de ello, la mirada al retrovisor que muestra lo acontecido en el desarrollo de este proyecto observa que atrás quedaron temas e inquietudes recurrentes, búsquedas no obligadas que finalmente constituyen lo esencial de El Gran Domingo: en diversos formatos, como crónicas, reportajes y entrevistas, se ven una y otra vez publicaciones sobre historia, arte, ciencia, deporte y otras variadísimas ramas del conocimiento.
En este tiempo se hizo presente la labor de rescatar la historia para repensarla y redescubrirla, sea a través de lugares y episodios emblemáticos, sea por análisis de libros o con la participación de numerosos historiadores e intelectuales que dieron profundidad a cada material.
El Gran Domingo también en reiteradas veces se esforzó para poner en valor el trabajo de los artistas locales, sus producciones, historias y miradas. Así también, la cultura contemporánea pone en relieve al deporte, que es transversal a la narrativa cotidiana. Por ello, desde este especial desfilaron las estrellas paraguayas de las más diversas modalidades.
Y, finalmente, con la ciencia, desde la genética, la astronomía, la biología, la psicología, la informática y otras disciplinas, se buscó aportar perspectiva de análisis y ensanchar la labor divulgativa de investigaciones que vienen realizando profesionales paraguayos.
Personajes y acontecimientos que forman parte de la narrativa nacional se han puesto bajo la lupa de referentes de la historia en estos cinco años dentro de estas páginas. A continuación, rescatamos fragmentos de cinco notas que a través de la masiva reacción de los lectores han quedado como algunas de las más recordadas.
HISTORIA
“La trágica semana santa del 76″ (21-04-2020)
“En abril de 1976, el comisario Camilo Almada Morel se instala en la Delegación de Gobierno de Misiones con la orden de aniquilar la organización campesina. El ave negra de la represión y la muerte empezó a sobrevolar los ranchos campesinos con la complicidad de autoridades nacionales y regionales. En vano monseñor Ramón Bogarín golpeó las puertas de la misma Delegación de Gobierno. La orden de reprimir era del dictador.
Un reporte escalofriante del propio Almada a su mandamás, el sanguinario Pastor Coronel, mencionaba que fueron capturados 11 campesinos y que 6 habían sido ‘empaquetados’, una poco elusiva forma de decir que fueron ejecutados”.
DEPORTES
“Con el básquet en la sangre y el corazón de campeona. Entrevista a Paola Ferrari”.
(2-06-2019)
Hacia Francia se marchará en el mes de octubre próximo, una vez que finalice el Panamericano (Americup) de Lima, Perú, en el que participará con la selección paraguaya. El Nantes de Francia, su nuevo equipo, empieza la pretemporada en agosto, pero le dan permiso para defender a la selección de su país. Llegará con buen ritmo de competencia cuando se incorpore. Las razones para ir a Francia también son económicas: “Pagan mejor que en España, además tienen condiciones diferentes. Siempre entra en el debate que las mujeres ganamos menos que los hombres. Lastimosamente es así. Seguimos luchando por la igualdad. Depende mucho de la carrera deportiva que hayas tenido. En mi caso, llevo muchos años viviendo de esto y no me puedo quejar. Ojalá haya más igualdad”, dice Paola, que recuerda así el debate constante que se da entre las deportistas mujeres de cualquier disciplina.
ARTE
“Mi profesión es mentir”. Entrevista a Arnaldo André (26-01-2020)
Se lo recuerdo. Cuarenta y cinco años pasaron desde entonces. “¡Upa! (se ríe). ¿Por qué me lo recordás?”. Vuelve a reír. “Aquella novela me encontró después de haber hecho tres trabajos con Migré. Fue la primera vez que me tocó interpretar a un paraguayo y contar una historia que tenía que ver con una familia paraguaya que no era mi historia, pero… se parecía demasiado”. ¿En qué? “En que cuando me largué de Asunción a Buenos Aires vine solo y después llegó mi familia. Fue una gran experiencia porque Migré comenzó a escribir algunos guiones con algunas palabras en guaraní y, desde entonces, y en algunos casos hasta el día de hoy, muchos recuerdan cuando decía ‘rohayhu’ (te quiero). Fue muy importante para mí. ‘Piel Naranja’ es la novela que más quiero”.
SALUD
“Los héroes del IPS en la lucha contra el virus”. (6-09-2020)
“Una de las muchas historias tristes que les tocó vivir en IPS fue la internación, casi al mismo tiempo, de un matrimonio con covid positivo. Ambos fueron intubados en terapia intensiva. Uno de ellos falleció y su sobreviviente –al despertar de su coma inducido– preguntó por su cónyuge y el médico, con el alma hecha pedazos, debió contarle lo sucedido.
‘Esa persona que recibió la tremenda noticia estaba sola, en su cama de terapia, sin el abrazo y el consuelo característico de familiares. No le importó haber sobrevivido: ¡quedó con el alma destrozada! Lo único que pedía era salir de alta para visitar la tumba de su cónyuge. Son momentos muy duros. Y el personal de blanco está ahí, sigue peleándole a la muerte’, concluyó el doctor Ruiz Pérez”.
TURISMO Y NATURALEZA
“Mocito Isla: un santuario natural enclavado en los humedales del Ypoá” (9-07-2023)
Los principales guardianes de este prodigio de la naturaleza de unas 35 hectáreas son los intrincados y laberínticos caminos que pueden llegar a disuadir hasta al más osado de los aventureros. Tras no pocas dificultades, llegamos al fin cerca de las nueve de la mañana al lugar convenido, una casa de típico estilo kulata jovái cuyo patio posterior hace las veces de atracadero de botes. Una vez que arribamos al “puerto” ubicado en la compañía Caapucumí nos comunicamos con doña Claudelina Franco, encargada de las comunicaciones para la coordinación de las visitas a la isla, a fin de avisarle que ya habíamos llegado.
“Ohótama che ména penderekávo. Agaite oguaheta” (Ya se va mi marido a buscarles. Enseguida llega)”, nos dice del otro lado en una breve conversación entrecortada por interferencias en la señal. Pocos minutos después observamos a un hombre enjuto de avanzada edad y curtida piel morena que por las noches bien puede ser tomado por Caronte. Al tiempo que aparca mansamente el bote en el rústico muelle nos saluda con tono animado: “Mba’éichapa. Pejupi katu. Barco ko ýpe ojecarga porque nda’irruédai” (¿Qué tal? Suban. El barco se carga en el agua porque no tiene ruedas), nos invita don Catalino Franco largando una leve carcajada, quizá advirtiendo cierta renuencia de nuestra parte para abordar la pequeña embarcación.
MARYCRUZ Y MARIO RUBÉN
Estos años de El Gran Domingo sirvieron de oportunidad para que dos destacados trabajadores de la prensa local compartan con sus lectores sus últimas redacciones: Marycruz Najle y Mario Rubén Velázquez, de las mejores plumas del periodismo paraguayo, formaron parte central de este proyecto que al cumplir cinco años también les brinda un sentido homenaje.
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Pichu, Otto e Ismael: tres de los 8 millones de historias que hay en NYC
NYC puede ser categorizada como la ciudad de la multiculturalidad, de la interreligiosidad, del ecumenismo. En sus calles no tiene razón de ser saber quiénes son ni desde dónde llegan sus habitantes o quienes la transitan. Tal vez, siempre haya sido así.
- Por Ricardo Rivas
- Periodista
- Desde Nueva York X: @RtrivasRivas
Esta ciudad, Río de Janeiro y Buenos Aires, entre otras, fueron, sobre fines del siglo XIX y comienzos del XX, tres destinos preferentes para quienes desde Europa huían de guerras, hambrunas, disputas religiosas, enfrentamientos entre criminales cartelizados, persecuciones policiales o por pertenecer a movimientos sociopolíticos con intereses encontrados.
Tiempos difíciles y revolucionarios, en el este de América. Pero el American way of life era parte relevante del sueño instalado –como sentido común– en quienes buscaban nuevas vidas o, al menos, cambiar en algo las que tenían. En el oeste ocurría algo parecido. Unos 5.000 asiáticos se asentaron en California. La llamada Fiebre del Oro y el ferrocarril eran polos de atracción para quienes procuraban dejar atrás vidas miserables. América era la promesa de trabajo que miles buscaban. No fue simple integrar tamaña diversidad cultural. Pero era estratégicamente necesario.
En aquel contexto, cuando un comerciante próspero, Asa Whitney, en 1845 propuso en el Capitolio que un tren corriera entre Nebraska y California a través de un tendido de casi 3.000 kilómetros para abaratar costos y tiempos en el transporte de mercaderías con perspectiva civilizatoria, el presidente Abraham Lincoln rubricó sin demoras y con esperanzadora mirada de largo plazo la ley que habilitó el comienzo de la iniciativa.
Dos empresas –Union Pacific, desde el Far West, y Central Pacific, desde el este elegante– se hicieron cargo de las obras. Migrantes irlandeses fueron los primeros obreros contratados. Las tareas eran muy duras y de alto peligro. Particularmente cuando la construcción demandaba el uso de explosivos de alto poder. Dinamita, nitroglicerina y, después de 1866, también el trinitrotolueno (TNT) que inventó Alfred Nobel. No pocos historiadores aseguran que por aquellas inquietantes razones los migrantes irlandeses comenzaron a exigir pagos muy onerosos para la mirada capitalista liberal de aquellos emprendedores. Cerca de 20.000 chinos ocuparon algunas de las posiciones laborales que quedaron vacantes.
ESCENARIOS
¿Cómo no recordar a “Kung fu” (David Carradine), el “Pequeño saltamontes” culturizado por el Maestro Kan (Philip Ahn)? O, si vuelvo la mirada hacia el sur de NYC –también de la mano del cine, de la tele o del streaming– por qué no pensar en la Pequeña Italia (Little Italy) de El Padrino, cuyas calles angostas recorría –de la mano de Francis Ford Coppola– don Vito Corleone (Marlon Brando) para comprar dos manzanas unos segundos antes de que intentaran asesinarlo. O, en Chinatown, en cuya compleja trama urbana Roman Polanski incrustó al detective privado Jack Gittes (Jack Nicholson) para protagonizar y vivir en un policial negro una sórdida historia de amor y de muerte con Evelyn Cross Mulwray (Faye Dunaway).
Pero, de todo aquello, hoy queda poco en el mundo real, aunque mucho –en tanto producción de sentido– existe en el recuerdo de cinéfilos cultores de ese tipo de producciones y visitantes ocasionales que buscan transitar mundos irreales en la actualidad. En la Pequeña Italia –muy reducida en su extensión de lo que fue un siglo atrás– solo un 4 % de sus residentes son italianos.
Desde unos pocos meses en el área lo más novedoso es la que ha sido formalmente nombrada como la Esquina de Charly García. Hasta ella peregrinan –hispanos, latinos y, entre ellos, especialmente argentinos– para hacer selfies en una de las locaciones donde se grabó “Fanky”, un videoclip histórico de Charly para el álbum “Cómo conseguir chicas”, en 1989, y para “Clics modernos”. Enorme trabajo grabado en la sala de Jimi Hendrix de Electric Lady Studios, en Greenwich Village. “No voy a parar / Yo no tengo dudas / No voy a bajar / Déjalo que suba / Por eso, no quiero parar / Ya no tengo dudas / No voy a bajar / Déjalo que suba...”, canturreaba Ariel Rodríguez, el piloto de La Bestia Cadillac Escalade V Bruta SUV, de Relier, cuando volvimos a su encuentro. Charly sonaba en el audio del vehículo con el que recorrimos cada rincón de NYC.
Antes que nosotros, por comentarios de colegas periodistas, algunos amigos y amigas supimos que Lionel Messi, Marc Anthony, Luis Miguel, Bad Bunny, Juan Luis Guerra, Ana Gabriel la Señora, Karol G, Daddy Yankee, Chayanne, Diego “Gambeta” Latorre y su esposa, la periodista Yaninna Latorre, también fueron guiados por Relier. “Afortunadamente, pude conocer a muchas personalidades en este trabajo”, respondió Ariel con enorme discreción. No confirmó ningún nombre y se excusó: “No puedo decir más. Tenemos un contrato de confidencialidad”. Comprensible. Levantó un poco el volumen para escuchar mejor a Charly. Está en todos los detalles.
El puente de Brooklyn, un par de noches atrás, lo cruzamos con Frank Sinatra. “Start spreading the news, / you’re leaving today, tell me, Frank / I want to be a part of it, New York, New York / Your vagabond shoes, they are longing to stray / And step around the heart of it, New York, New York…”. Inolvidable. Descendiente de migrantes italianos, hijo de Anthony Martin Sinatra y Natalina Garaventa, su vida en NYC es una gran historia en sí misma. Un par de historiadores me contaron días atrás que Frank, alguna vez, cuando muy joven, recibió un consejo de vida del mismísimo Carlos Gardel, a quien conoció en un estudio de grabación. Pero eso da para otra “Cierta historia incierta”.
MIGRANTES
Nueva York también son las historias de los migrantes que la habitaron, la habitan y, seguramente, la habitarán. Gastón “Pichu” Eguigorry y Octavio “Otto” Villella, dos migrantes argentinos, habitan suelo neoyorquino. No se conocían antes de llegar aquí cuando se iniciaban los 2000. Desde el comienzo del tercer milenio –lejos de casa– hicieron de todo. La vocación por el turismo era –y es– la mayor fortaleza para ambos. Pichu, antes de dejar atrás la Argentina, vivía en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Otto, en Mar del Plata. Lo conozco desde niño. Ambos tenían por entonces 19 años y fervorosos deseos de triunfar. Un conocido de ambos los instó a conocerse en 2012. Desde entonces unen esfuerzos y creatividad para ofrecer servicios de altísima gama a quienes visitan NYC. Sumaron clientes, necesidades y vocaciones. Construyeron un modelo de cooperación que redujo sus carencias, potenció sus deseos y relanzaron sus objetivos personales y empresarios.
Pichu y Otto explican que “desde hace algunos años manejamos la agenda de viajes de algunas de las familias más importantes del mundo”. Pichu precisa que “con ellas acumulamos kilómetros recorridos para satisfacer sus demandas y recordamos anécdotas divertidas que guardamos en nuestras memorias –no la contamos ante nadie– porque nuestra regla número uno es respetar la privacidad de nuestros clientes con los que, además, firmamos acuerdos de confidencialidad”. Otto recuerda que “cuando la pandemia con la Bestia, como llamas a nuestro Cadillac, hacía deliveries con compras de supermercado y Pichu abrió un kiosco. ¡Fantástico!, hoy que ya pasó. Y tuvimos buenos frutos. Para el Venue Stadium coordinamos las giras, entre otros, de Paul McCartney, Rammstein y Black Pink. De algo había que vivir”. Después de casi un cuarto de siglo de trabajo, Eguigorry destaca que “desde Nueva York –ciudad que nos apasiona– unos pocos meses atrás inauguramos oficinas en Barcelona y en 2022 facturamos unos 3 millones de dólares”. Historias de migrantes que, además, exhortaron a conocer a Ismael Alba, también rioplatense, a quien categorizaron como el Parrillero Mayor de Nueva York. Alba es casi una leyenda. “En 1978, cuando finalicé el servicio militar (que en la Argentina era obligatorio) me vine a Estados Unidos. Mi deseo, desde muchos años, era vivir en Nueva York. El cine, la tele, las notas que leía en los diarios, algunas escritas por Horacio Estol en Clarín me hacían desear esta ciudad. Por eso no lo dudé. Me vine con la decisión de estudiar y hacer de todo. Y así lo hice”.
CITA OBLIGADA
En el East Village, su nombre y el de su esposa, Karina de Marco, son asociados, siempre, con el restaurante Buenos Aires que fundaron tiempo atrás. No solo los rioplatenses buscan la hospitalidad y buena gastronomía que ofrecen a cada momento. Ricos y famosos no dejan de pasar por allí cuando llegan a NYC. Tampoco periodistas, cantantes de todos los géneros, directores de cine, escritores, empresarios, políticos, banqueros, artistas plásticos, diplomáticos, deportistas. Es como una cita obligada. Los relatos de Ismael con los grandes del espectáculo y del fútbol son fantásticos. Su espontaneidad y simpatía salpimientan las sobremesas. Entre sus colaboradores, “Eduardo, pero todos me dicen el Mariachi”; “Patricio, chileno, aunque me llaman Pato”; y, Valentina, recepcionista, exhabitante de Nordelta y prolija guía de quienes llegamos hasta allí, son esenciales.
“La próxima visita procure que sea un viernes o sábado, venga después de las 22:30″, me sugiere el Mariachi con tono de invitación. Me sorprende. En NYC se suele cenar no mucho más allá de las 18:30. En invierno, minutos después de las 16:30 es noche cerrada. Solo 9 horas de cada día brilla el sol. “Después de la cena, en la parte de atrás del salón, es habitual que con guitarras cantemos junto con nuestros comensales hasta bastante tarde”. Me comprometo para hacerlo “pronto”.
Ismael se acerca a nuestra mesa. No es necesario preguntarle. Entre camisetas de fútbol, cientos de fotos, banderines y recuerdos múltiples, se destaca una imagen del papa Francisco. “Cocinamos para él en 2015″. ¿Cómo fue? El pontífice llegó a la sede de las Naciones Unidas (ONU) y se dirigió al pleno el 25 de setiembre de aquel año. Si bien el Estado Vaticano solo tiene estatus de observador en esa organización, el papa argentino adhirió a los Objetivos para el Desarrollo Sostenible (ODS) que los 193 Estados miembros asumieron como propia. “La adopción de la Agenda 2030 en la Cumbre mundial que iniciará hoy mismo es una importante señal de esperanza”, dijo el líder de la Iglesia católica.
En su lugar de alojamiento –la Nunciatura Apostólica– Ismael preparó el menú papal. “Los pollos estaban muy ricos, dijo el papa cuando finalizó la cena”. Ríe. “Te aseguro que cuando desde la Nunciatura y la ONU me buscaron para que cocinara para el santo padre, primero creí que era una broma y luego,cuando todo quedó claro, me emocioné como nunca en mi vida”. Sus ojos enrojecen. “El compromiso fue que el menú fuera bajo en grasas. Por esa razón propusimos empanadas de carne, pollo a las brasas como plato principal y, para el postre, budín de pan. Unos bodegueros argentinos aportaron tres cajas de vino Malbec”, recuerda el Parrillero Mayor de Nueva York.
Escuchábamos en silencio. “Pero para asar el pollo, por una cuestión de espacio, en una semana, hubo que fabricar una parrilla desarmable porque la que teníamos era imposible ingresarla en la Nunciatura”, precisa y sonríe. “El herrero Horacio Salinas, que vive en Queens, al que le encargué fabricarla, se negó a entregar su trabajo en una semana. Para persuadirlo de la urgencia, tuve que quebrar el pacto de confidencialidad que asumí con los organizadores ‘por razones de seguridad’. Rompí el secreto. Le dije a Salinas que era para cocinar para el papa. El argumento fue contundente. La parrilla estuvo lista para estrenar ese mismo día y poner sobre ella los alimentos que preparamos durante dos días. Fue increíble. Inolvidable”.
CALIDEZ HUMANA
¿Cómo recuerdas a Francisco? Ismael mira hacia el cielo. Claramente piensa cada palabra que dirá. Seguramente, quiere ser preciso. “Es un santo. Emana calidez humana”. Silencio. Sus ojos miran a ninguna parte. Respira profundo.
“Aquel día estaba tan emocionado y agradecido con la vida que me permitió cocinar para el papa que, instintivamente, lo abracé. Me equivoqué. No debí hacerlo. Sus custodios me bajaron la mano. Fueron discretos, pero Francisco se dio cuenta. Sonrió. Me miró con extrema bondad, comprendió y me dijo ‘el papa no muerde, abrázame”. Luego, bendijo la bandera argentina que llevé conmigo y volvió a sonreír”.
Es el momento de dejar esta ciudad. Una frase vuelve a mi memoria. “Hay ocho millones de historias en Nueva York”, dijo alguna vez en off el productor Mark Hellinger en el inicio del film “Naked city” que dirigió Jules Dassin. Parafraseándolo, las de Pichu, Otto e Ismael, tres rioplatenses migrantes, solo han sido tres de ellas.