A los constantes avances que genera el conocimiento en los órdenes sociales en donde produce consecuencias, los precede la humanidad de quienes hacen que sean posibles. Es así y lo seguirá siendo mientras haya vida dispuesta a evolucionar. En esas abundantes manifestaciones de crecimiento transita la esencia de los protagonistas. Por lo tanto, la conexión entre el ser y el hacer es natural, profunda y permanente. Y es la que cobija el desarrollo de los saberes que fluyen.

La secuencia temporal encuentra en el día a día su mejor expresión para concretar las intenciones amparadas en la creencia de ir hacia adelante, de dar un nuevo paso, de acercarse al objetivo final ideado, de impulsar un camino elegido, de trabajar con criterios visionarios, de admirar el desempeño del otro, de gozar por la alegría que reina en el prójimo, de observar la gratitud hacia un maestro, de entender que las experiencias ayudan a crecer, de dimensionar que este es el mejor tiempo porque es el que se vive.

Las mejoras se construyen. Nacen a través del pensar abocado a ir por más, aferrado al respeto hacia los demás y decidido a elaborar acciones que contribuyan en los ambientes desde los cuales puede vincularse. El acto de crear es la consecuencia del idear y ambos se retroalimentan sin cesar, se transforman en incesantes activadores de la voluntad. E incentivan la creación de los desafíos y hacen que los hechos ocurran. Dando lugar a que la confianza se apodere de las metas y se erija como promotora de las relaciones que las sostienen.

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Moverse requiere serenidad. Así la razón ingresa en las zonas que exigen el uso de las virtudes que cooperan en concretar los desplazamientos propuestos. Para prosperar hay que quererse a uno mismo y hay que cultivar hábitos que ayuden a darle prioridad a la propia existencia. Desde esa vital ocupación surgen nobles efectos colectivos, los que pueden ser muchos, tantos como los valores que se viven cotidianamente y que garantizan la convivencia en sociedad.

Se trata de darle significado a lo que se está viviendo, ese es el epicentro de las victorias. Avanzar, ir hacia adelante, mejorar y moverse deben considerarse de acuerdo a las circunstancias y por sobre todo, abren asociaciones indispensables con cada uno que los hace suyos; por lo que, en ocasiones específicas quizás mantener la quietud sea una excelente oportunidad para seguir el andar deseado o puede suceder que dar un paso hacia atrás sea la manera precisa de materializar la continuidad de lo que se viene realizando. La apreciación de los instantes depende de cada persona, poder hacerlo es una facultad exclusiva.

Las mejoras se construyen. Nacen a través del pensar abocado a ir por más, aferrado al respeto hacia los demás y decidido a elaborar acciones que contribuyan en los ambientes desde los cuales puede vincularse.

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