En este domingo Jesús continúa hablándonos a través de parábolas. Y la primera que él nos cuenta es esta del tesoro escondido. Yo creo que con esta parábola Jesús nos quiere hablar de lo mucho que ganamos cuando encontramos este tesoro que es la fe, que es la Iglesia, que es la vida cristiana.
En nuestros días existe una ideología muy fuerte que intenta convencernos de que el cristianismo, la Iglesia y la fe son cosas que nos oprimen, porque es exigente, o porque dicen que muchas cosas están prohibidas, o porque quieren controlar demasiado la vida de las personas… y por eso existen muchos que predican que se debe abandonar. Algunos llegan hasta a decir que salir de la Iglesia es como una liberación…
Escuchar estas cosas, me da mucha pena, porque como cristiano que soy, no me siento para nada oprimido por mi fe, ni por mis valores, ni por mi Señor, ni por mi Iglesia, sino que, al contrario, me siento amado, promovido y sostenido. Y como soy, además un sacerdote, un consagrado, soy alguien que está buscando entregar toda mi vida cada día, con todas mis fuerzas, con mis capacidades, con todo mi corazón… Y esto lo hago seguramente no porque me gusta sufrir, o porque no tengo ninguna otra posibilidad, o porque me decidí ser un estúpido en la vida…Es verdad, que he dejado muchas cosas, pero solo hice esto porque descubrí que en la Iglesia existía un tesoro y que podría ser mío. Yo solo acepté dejar todo el resto porque encontré una perla preciosa que estoy seguro no se encuentra en ningún otro lugar, que es mucho más valiosa de todo lo que he dejado. Lo que yo recibo de mi fe, de mi Dios, de mi Iglesia es sin dudas mucho, pero mucho, más de todo lo que dejé…
Es por eso que me da mucha pena, ver o escuchar a estas personas, pues me doy cuenta que ellas aún no descubrieron este tesoro. Son personas que creen que las joyas del mundo son preciosas, solo porque aún no vieron esta gran perla. Viven en una ilusión. Yo creo que solo puede decir que la fe les quita la libertad, quien aún no experimentó lo libre que podemos ser en Cristo. Solo puede decir que la Iglesia es un lugar de opresión quien aún no se dio cuenta de cuantas cadenas lleva en su cuerpo y de las cuales esta madre puede libertarlo. Solo puede acusar la doctrina católica de controladora y dominante, quien aún no hizo la experiencia de ser profundamente amado y protegido por alguien que te conoce más que tú mismo.
Yo creo que nadie que está en la Iglesia y que haya personalmente experimentado el amor de Dios manifestado en Jesús será capaz de pensar o de afirmar, que en ella se pierde mucho y se gana poco. Lo que Dios nos da aquí no se puede comparar con las cositas que renunciamos. Y esto sirve para todos, no solo para los sacerdotes y los consagrados. Cada persona, sea casada o no, sea trabajador, estudiante, jubilado… que descubrió la belleza de la fe, que se deja conducir en su vida por Dios y por su palabra, sabe que el Señor nos da mucho más de lo poco que le ofrecemos. Él, y solo él, nos puede dar algo que nadie más lo puede: la verdadera alegría, la felicidad y la paz.
Es el enemigo, quien siempre nos quiere convencer de que estando con Dios nosotros solo perdemos. Es así que él consiguió quitarnos del paraíso enseñándonos a ser desobedientes, y así que de nuevo nos quiere quitar del Reino de Dios, insistiendo que el mundo tiene cosas mejores para darnos. No nos olvidemos que su propaganda es engañosa.
El Señor te bendiga y te guarde,
El Señor te haga brillar su rostro y tenga misericordia de ti.
El Señor vuelva su mirada cariñosa y te de la PAZ.