El aplastante resultado a favor de la principal coalición opositora Juntos para Cambiar (JPC) en la provincia de Santa Fe en donde el ahora candidato a gobernador en ese distrito, Maximiliano Pullaro, obtuvo 35,12 % más de adhesiones que Marcelo Lewandosky del oficialista Juntos Avancemos sacude el tablero político argentino.

El triunfador, en el plano interno nacional de la coalición Juntos, se alinea con el jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) y precandidato presidencial, Horacio Rodríguez Larreta, quien dirime liderazgo frente a la exministra de Seguridad del presidente Mauricio Macri (2015-2019) y presidenta el Partido Propuesta Republicana (PRO), Patricia Bullrich, para definir quién entre ambos desafiará el kirchnerismo.

La elección santafecina –cuando en este país se cumplen 4 décadas desde el regreso al sistema institucional democrático luego de la última dictadura cívico-militar– es en ese distrito la mayor derrota del peronismo desde 1983.

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El resultado adverso para el gobierno del presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Fernández es preocupante porque –en línea con el resultado exitoso obtenido por Juntos para Cambiar– permite proyectar un posible triunfo opositor el venidero 10 de setiembre cuando se elija gobernador en la provincia de Santa Fe, tercera en importancia electoral porque en ella se verifica casi el 9 % del padrón nacional.

El dato no es menor por cuanto, hasta el momento, como resultado de varias elecciones provinciales realizadas en lo que corre del año, un total de seis distritos –Jujuy, San Luis, San Juan, Corrientes, Mendoza, Córdoba, el 25 % del total– serán gobernadas por fuerzas opositoras al peronismo. De continuar esa tendencia en territorio santafecino, como se dijo, las adversidades podrían extenderse –según coincidentes analistas de múltiples ideologías– hasta alcanzar una docena de estados provinciales.

En lo que concierne a las voluntades electorales expresadas hasta el momento, claramente se advierte un disgusto social creciente que no solo parece abrumar a la población por los resultados de una economía en declive sino también por otras variables relevantes como lo son la degradación educativa, el avance del narco en varias jurisdicciones, la inseguridad ciudadana creciente, los retrocesos en salud y una precarización generalizada que contradice los datos que con una intensa campaña comunicacional el gobierno desarrolla sin conseguir revertir el mal clima social.

De allí que la derrota en territorio santafecino tiene particular impacto negativo en el proceso electoral oficialista por cuanto el precandidato a la vicepresidencia digitado por Alberto F. y Cristina F., Agustín Rossi, quien secunda al precandidato presidencial y ministro de Economía Sergio Massa, es dirigente en el peronismo de Santa Fe con larga trayectoria en la ciudad de Rosario que, con casi 1 millón de habitantes, también prefirió en las PASO al opositor Pablo Javkin para intentar su reelección para continuar al frente de la intendencia. Todo mal.

Mientras, en las últimas horas –una vez más– desde lo mas alto del Poder Ejecutivo argentino se deja trascender que desde este martes se inicia en los Estados Unidos el tramo final de una negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que posibilitaría que ese organismo multilateral remese a la Argentina cerca de USD 9.000 millones para no solo reforzar el nivel de las reservas que atesora el Banco Central (BCRA), actualmente en rojo, sino para cumplir con los pagos de los servicios que se adeudan al Fondo y fueron pactados algunas semanas atrás por el ministro Massa.

Entre tanto, un dólar estadounidense en el mercado oficial de cambios se transa a $278,50; en tanto que el blue, paralelo, negro, ilegal o como se prefiera llamarlo, hasta el cierre del mercado cambiario se pactaba a $519 por unidad. El euro, por su parte, se comercializa a $585,74.

Varias fuentes peronistas que fueron consultadas por este corresponsal para analizar no solo los resultados del domingo último en las PASO de Santa Fe sino sobre el proceso electoral en desarrollo, fueron reticentes y críticos.

Sin embargo, tres de ellas –con el compromiso de mantener en reserva sus identidades– no evidenciaron sorpresa. “Sabíamos que esto iba a pasar”, coincidieron y como sucediera en 1983 y 1999, no dudaron en señalar y sostener que “Cristina, aunque procure despegarse del fracaso de este gobierno que ella diseñó es claramente la mariscala de la derrota que viene y de las que vamos sufriendo en las últimas semanas en provincias que por décadas votaron al peronismo”.

Las más recientes encuestas que circulan aquí sugieren que otras dos provincias –Chaco y Chubut– también podrían ser de difícil gestión electoral para el oficialismo tanto nacional como provincial en cada uno de los casos.

“Habrá que ver” –sostiene, también desde el anonimato– una encumbrada fuente gubernamental– que no duda en señalar que “después que Sergio (Massa) firme el acuerdo con el Fondo la campaña será diferente y, en el orden nacional, podremos repuntar”. El informante, además, consideró que “lo que sucede en cada provincia es necesario analizarlo con perspectivas locales porque a la gente en el interior no le interesa lo macro sino las pequeñas cosas de cada día”.

Por lo bajo, algunos analistas de opinión pública –encuestadores– aunque con cautela, dejan trascender que “también en la provincia de Buenos Aires el gobernador Axel Kicillof comienza a verificar fuga de votos entre sus votantes fidelizados y clientelizados”. El dato –de verificarse– no es menor porque en ese distrito, donde se concentra casi el 40 % del padrón electoral, es donde el Frente de Todos (ahora Unión por Todos – UP) proyecta concentrar sus esfuerzos opositores al Gobierno que imaginan podría asumir desde el próximo 10 de diciembre.

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