Nuestro país posee todas las condiciones como para ir creciendo sostenidamente hacia afuera y desarrollarse cualitativa y cuantitativamente.

Si bien quizás no tenemos plantas industriales con la envergadura y sofisticación de otros países de la región, no obstante, con las que contamos son muy buenas y con una buena capacidad instalada y moderna tecnología, como las plantas procesadoras de soja y trigo, independientemente a otros sectores que conforman nuestro espectro industrial que también producen y procesan artículos de primera calidad, con buen nivel de aceptación y demanda en mercados regionales y de extrarregión.

Paraguay es uno de los mayores productores de soja en grano con una cosecha a nivel país no menor a las 10 millones de t por año.

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El aspecto primario que deberíamos tener en cuenta, haciendo las correcciones/ajustes que ameriten si pretendemos industrializarnos cada vez en mayor magnitud, nuestras plantas procesadoras precisan contar cada año con el stock necesario de materia prima para que puedan aprovechar a cabalidad su capacidad productiva, evitándose así que tengan que trabajar a capacidad ociosa.

Lo mismo acontece con nuestro trigo en grano, exportando en mayor volumen en estado natural al Brasil, pudiendo también aprovechar a full la capacidad de producción de los molinos distribuidos en varios sitios de nuestro país, darle valor agregado y venderlos como producto terminado que nos permitan obtener precios de ventas mucho más remunerativo, escapando así del “cuco” de los productos commodities, que bien sabemos están y seguirán sujetos a las volatilidades de precios en el mercado internacional.

No menos destacable es nuestra industria avícola, con modernas plantas procesadoras y granjas integradas en todo el país, que también vienen siendo comercializadas a distintos países del continente.

Se nos presenta también la brillante ocasión de exportar carne porcina en importantes volúmenes a Taiwán, sumado a otros mercados a los que ya los estamos comercializando.

En la medida en que nuestros niveles de industrialización se fortalezcan, nuestra producción será aún mayor y más diversificada con lo cual estaremos en condiciones de satisfacer la demanda de otros potenciales mercados, lo que traerá aparejado un mayor flujo de ingresos de divisas, además de la posibilidad de que nuestras industrias puedan generar más fuentes de trabajo, con el efecto positivo multiplicador sobre nuestra microeconomía.

No cabe duda de que el país que oriente su producción doméstica a industrializarlo está llamado a crecer cualitativa y cuantitativamente, pues vivimos dentro de un mundo globalizado, que permite que más productos generados por nuestra industria nacional puedan ser comercializados a otros países.

Nuestro modelo de promoción del comercio exterior a través de nuestras representaciones diplomáticas debería estar enfocado con un criterio mucho más moderno, pragmático y de avanzada, y sacarnos el “chip mental” de que están solamente para una representación meramente protocolar.

Desde el próximo 15 de agosto tendremos a un canciller de profesión economista, quien en años anteriores ya ha ocupado dicha cartera de Estado, además de ser embajador en varios países, contando con acabada experiencia y conocimientos de qué es lo que corresponde hacer para que Paraguay pueda estar presente con sus productos tanto a nivel regional como en países de extrarregión.

Nuestras autoridades gubernamentales con los gremios empresariales deberán seguir realizando un trabajo coordinado y profesional de promoción de nuestros productos en el exterior, lo cual ya se patentiza con la carne bovina, constituyéndonos hoy por hoy en uno de los principales exportadores a nivel mundial, captando la demanda de no menos 60 o más mercados foráneos tanto dentro de la región como de extrarregión.

Desde la Cappro sus directivos siempre han abogado por el diálogo para construir mecanismos que permitan impulsar dinámicamente la agroindustria nacional, a fin de aprovechar de mejor manera las ventajas comparativas como productor de alimentos para el mundo.

Miremos para adelante y crezcamos hacia afuera con fuerza y confianza a través de productos industrializados.

No cabe duda de que el país que oriente su producción doméstica a industrializarlo está llamado a crecer cualitativa y cuantitativamente, pues vivimos dentro de un mundo globalizado que permite que más productos generados por nuestra industria nacional puedan ser comercializados a otros países.

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