DESDE MI MUNDO

  • Por Carlos Mariano Nin
  • Columnista

“Lo que hoy sobra, podría faltar mañana”, dice un refrán, y es verdad. Se aplica a todo, incluso a los recursos naturales. Tengo varios ejemplos que no vienen al caso. Cuando veo que una canilla gotea, o que un caño en la calle está roto y miles de litros de agua se desperdician, pienso en esas familias que darían todo por un poco de agua.

No soy indiferente a un drama del cual hemos publicado infinidad de notas. El agua brota como el mayor conflicto geopolítico del siglo XXI, y se espera que en el año 2025, la demanda de este elemento tan necesario para la vida humana será un 56 % superior que el suministro.

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Incluso hoy, se calcula que para los casi 8 billones de habitantes a los que hemos llegado este año, se necesitaría ya un 20 % más de agua. Parece lejano, pero también lo parecía hace tiempo el intenso calor, y ya son comunes los días de entre 40 y 45 grados.

Sin ir más lejos, la mano del hombre y la sequía hicieron lo impensado hace tiempo atrás, que falte agua acá cerquita, en Uruguay, el Gobierno ha adoptado una dura estrategia para que el agua llegue a todos los hogares, pero sí, es insuficiente.

Más de 2.200 millones de habitantes de los países subdesarrollados, la mayoría niños, sufren todos los años de enfermedades asociadas a la falta de agua potable. Es otra realidad. En 2023, el 26 % de la población mundial carece de agua potable.

No es una realidad lejana. Vive entre nosotros, a pocos kilómetros de la capital, incluso. Si las actuales políticas sobre el consumo del agua no cambian, para 2050 hasta 2,400 millones de personas en zonas urbanas sufrirán la escasez del líquido.

También la energía deja profundas e incurables derivaciones. En apenas un cuarto de siglo, las necesidades energéticas se habrán duplicado y la brecha seguirá creciendo como una interminable e irracional cadena.

El 75 % de la población mundial consume el 25 % de la energía y el 25 % de los ricos consume el 75 % restante, por lo que si los primeros quisiesen unirse al carro del consumo energético, entonces las necesidades energéticas se multiplicarían entre 4 y 9 veces.

Las perspectivas con este escenario no son alentadoras, pero la situación se perfila así. Una frenética carrera hacia el progreso que va agotando poco a poco los recursos.

Quizá este panorama no tenga mucha relación con los sucesos que vive nuestro país en los últimos días, más que nada por la falta de previsión y tino, que por agotamiento de recursos, pero la dimensión del problema solo nos proyecta hacia el futuro.

Tenemos dos de las represas más grandes del mundo, tenemos la reserva de agua dulce más extensa del planeta, y siendo un país pequeño sufrimos la negligencia de nuestras autoridades que solo se pasan el problema unas a otras, encerrándonos en un repetitivo círculo de mentiras y engaños.

Si tiene que ahorrar, ahorre. No porque se lo pidan. Sino porque de nuestra conciencia depende el futuro de nuestros hijos, y de los hijos de nuestros hijos. Así nomás es. Pero supongo que esa... esa es otra historia.

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