- Por Felipe Goroso S.
- Columnista político.
Cuenta la mitología que en la antigua Grecia, Penélope, esposa del héroe Ulises, quien de noche y a escondidas destejía lo que había tejido de día mientras tanto esperaba el retorno de su esposo, en su largo periplo de regreso a su hogar, el reino insular de Ítaca; como había prometido casarse cuando acabara de tejer, esto le impedía casarse con los pretendientes al trono de Ítaca y así poder esperar a su marido, largo tiempo desaparecido tras la guerra de Troya. Es lo que se conoce como lealtad.
En la Biblia, el concepto de lealtad aparece infinidad de ocasiones. Esta lealtad se expresa tanto en el ámbito divino como en el humano, tal y como aparece en el primero de los mandamientos: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas” (Marcos 12:29-31; cf. Juan 15:13; 1 Juan 3:16). Dios ha establecido la mismísima esencia de la lealtad a través de su relación de pacto con su pueblo: “Conoce, pues, que el Señor tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones” (Deuteronomio 7:9). A través de su pacto, el pueblo de Dios tiene la seguridad de su amor eterno, del cual ningún creyente puede separarse jamás (Romanos 8:35-39). Porque Dios dejó en claro que “si llegares a olvidarte del Señor tu Dios y anduvieres en pos de dioses ajenos, y les sirvieres y a ellos te inclinares, yo lo afirmo hoy contra vosotros, que de cierto pereceréis” (c 8:19). Los que resultan ser desleales son los que demuestran que no le pertenecen (1 Juan 3:24).
En la política, pocos valores son tan preciados como la lealtad. Para el colorado en general y en particular, dentro del Movimiento Honor Colorado es una característica que cotiza al alta desde el día mismo de su fundación. Probablemente junto con el sentido de pertenencia son el cimiento sobre el cual basó su crecimiento y fortalecimiento todos estos años. Sólo es cuestión de leer la historia y sobre todo de tener la capacidad de comprenderla. Al colorado no le gustan los desleales. Aquellos que luego de acomodarse o por priorizar sus propios intereses o de sus sectores, traicionan al equipo o lo que es incluso peor, amparados en las sombras conspiran y tirotean desde adentro.
Y volviendo a la Biblia, hay que ir al capítulo cuatro del Génesis cuando Caín mató a Abel, su propio hermano. Configuraba el fratricidio. “¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra. Ahora pues maldito seas tú de la tierra que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano. Cuando labres la tierra, no te volverá a dar su fuerza; errante y vagabundo serás en la tierra”. El que quiera entender que entienda, al que le quede el saco que se lo ponga.
Lealtad, de eso se trata la política, esa mala palabra que empieza con p y termina con a.