Mario Abdo habló ayer en su último informe presidencial ante el Congreso; y lo hizo en forma virtual (por temor a enfrentar cara a cara a los legisladores y por el eventual desaire), suponiendo que los paraguayos fingimos demencia. Abdo, muy en el fondo de su ser, debe creerse todo lo que dijo o verse tal vez como un gran estadista. Pero solo él puede engañarse a sí mismo, no a los paraguayos que padecimos su gobierno y por ello tuvo una dura y letal paliza electoral en varias elecciones, directa o indirectamente.

“Mi gran obsesión ha sido fortalecer la institucionalidad”, dice una parte de la fábula que leyó ayer el presidente. Solo en el mundo torpe de Marito puede creerse semejante afirmación. Una de las cuestiones que ha caracterizado a este gobierno fue el haber pisoteado las instituciones. Usó y abusó de las instituciones, no solamente para el saqueo sino para el garrote a sus enemigos políticos sin importarle las consecuencias.

Esta semana vamos a revelar los pormenores de cómo orquestaron las filtraciones de informaciones en una institución del Estado, con documentos, correos y testimonios de algunos de sus articuladores y la cacería de brujas desatada para borrar evidencias antes de la llegada del nuevo gobierno. Lo mismo hicieron con otras instituciones como el BCP, que hoy atraviesa un escándalo mayúsculo que salpica a su presidente, el Directorio y el superintendente de Bancos. Dos instituciones sensibles que han manoseado por capricho y antojo de Marito.

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El miércoles pasado, el corresponsal en Alto Paraná del canal GEN, nos reportó que un bebé había fallecido en Ciudad del Este por la falta de terapia intensiva. La segunda capital más importante del país no cuenta con una Unidad de Terapia Intensiva pediátrica. ¿Dónde fueron a parar los USD 1.600 millones del préstamo otorgado al Gobierno para fortalecer el sistema sanitario en pandemia? Ojalá, el gobierno de Santiago Peña ordene una auditoría internacional para que los paraguayos sepamos cómo han gastado nuestro dinero.

Mientras Marito ignoraba los problemas sanitarios, a pesar del dinero que el Congreso le habilitó, él estuvo concentrado en pavimentación de rutas. Ayer nuevamente en su informe se jactó de la cantidad de obras de infraestructura en general y rutas en particular, pero obvió decir que mientras la gente moría en pandemia, el licitaba para que su empresa privada Al Dia SA, aumente exponencialmente sus ganancias con la venta de asfalto a las empresas adjudicadas con el Estado. Su empresa aumentó un 450 % su importación anual.

Estos son solo casos puntuales de los cientos que existen en la gestión de Abdo. El presidente resaltó que Paraguay sigue superando récords en inversión privada; sin embargo, no movió un dedo ante el reclamo de más de 80 gremios de la producción por el escandaloso avance del contrabando que afectó prácticamente a todos los rubros. Abdo mantuvo a su inútil ministro anticontrabando los 5 años, por la única razón de que perseguía en frontera a los cigarrillos “de Cartes” que ingresaban al Brasil.

Las industrias cerraban, los confeccionistas de calzados invadidos por el contrabando, el sector avícola con pérdidas millonarias y granjas cerradas, fábricas de aceite paradas, despidos de empleados, aumento del desempleo, la inseguridad a fondo en las calles, mientras su ministro del Interior (Giuzzio) en los brazos de un narco brasileño, “buscaba” informes contra el enemigo de Marito. La lista es larga e interminable. Se acabó la fábula de Marito y a partir del 15 de agosto deberá responder por sus fechorías. Gracias a Dios, sólo faltan 44 días para que se vaya el peor presidente de la era democrática. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.

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