- Por Mirian Rojas
- Socia del Club de Ejecutivos.
Paraguay tiene el reto, más que nunca, de lograr una verdadera transformación y mejorar su estilo de liderazgo, transformación que se trasladará a todos los ciudadanos. Pero para ello necesitamos verdaderos líderes que puedan generar los cambios que el país requiere.
Las condiciones del entorno vienen afectando el cumplimiento y logro de desempeño de líderes. Sin embargo, es necesario que futuros líderes tengan un rol preponderante en la evolución del Gobierno a nivel local para que las instituciones puedan utilizar los escasos recursos en favor de quienes más lo requieren. El liderazgo transformador se viene implementando a nivel internacional por los grandes países, permitiendo mejorar las condiciones del entorno y el desempeño laboral. Es hora de que Paraguay sea uno de esos países.
En nuestro país aún hay mucha resistencia al cambio en los estamentos gubernamentales, siendo ello un impedimento para cerrar brechas entre las instituciones públicas y los ciudadanos. La nueva generación de empresarios y jóvenes están en constantes cambios. La manera de acceder a los servicios se ve plasmada en la evolución del uso de los servicios, la globalización, los cambios climáticos, el nuevo acceso a la educación, que con la pandemia ha generado nuevas oportunidades y también condiciones para innovar en los aspectos tecnológicos del Paraguay.
Las instituciones públicas, con sus nuevos representantes, deben tener planes estratégicos dirigidos por el gobierno central destinando recursos materiales y económicos para posibilitar el desarrollo del país. Mejorar, fortalecer y estructurar posibilitan el logro de los objetivos, pero las restricciones relacionadas con el liderazgo, tanto del Gobierno como de las autoridades locales, también generan pérdidas en la ejecución y cumplimiento de lo planificado.
La elección de las nuevas autoridades en cada ministerio debe estar enfocada a la experiencia y las habilidades de liderazgo que requieren las funciones respectivas, de manera a que los resultados sean positivos para reducir la brecha en las necesidades básicas de la población. En especial y, sobre todo, en la educación, la seguridad, la salud y la infraestructura.
Somos los ciudadanos los encargados de la nueva realidad y de que las nuevas autoridades asuman la responsabilidad y el cambio. De no ser así debemos asumir el rol de mandantes y confirmar con sanción social las malas gestiones y actitudes de nuestros mandatarios.