• POR FELIPE GOROSO S.
  • Columnista político

Es la última semana. Faltan apenas seis días. Las últimas mediciones publica­das e incluso las que no, muestran de que no hubo cambios en quién es el que lleva la delantera con una amplia mayoría en la pre­ferencia del electorado. El escenario ideal para la campaña de la Concertación, el de lograr alcanzar la tan ansiada polarización con los candidatos de la Asociación Nacional Repu­blicana no pasó de ser una estrategia dentro de la planificación. Y quedó ahí, básicamente por errores propios, por la esencia misma del candidato y por el fenómeno climático de esta campaña que demostró ser el torbellino lla­mado ‘’Payo’' Cubas.

La biblia de los asesores políticos dice que nunca, pero nunca hay que ocultar ni menos disfrazar la verdadera esencia del candidato, porque finalmente en el momento menos pensado, más inoportuno de la campaña ter­mina saltando por los aires y se convierte en un bumerán que decapita todo lo construido hasta ese momento. Hace dos campañas que Alegre y Sole cometen el mismo error y esta tercera no fue la excepción.

Es en este marco que debe entenderse el incon­tenible arranque de censura a la libertad de expresión, de prensa y de opinión. Pilares fun­damentales en toda democracia con al menos visos de republicanismo. Luego quisieron plan­tear como un intento más de polarización, pero la crisis ya estaba arraigada y se les había ido de las manos.

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Debemos votar a Santi Peña y Pedro Alliana en la certeza de que es la dupla que los paraguayos precisamos en este momento de nuestra his­toria. Nosotros, nuestras familias y nuestros hijos. Incluso si se mira el contexto regional, toda América del Sur. Necesitamos reatar el hilo conductor que lastimosamente se cortó en el 2018. Necesitamos reimpulsar el creci­miento económico alcanzado, que los paragua­yos vuelvan a tener plata en el bolsillo, gene­rada por hacer la diferencia cuando se bajaba el combustible y la garrafa de gas.

Y que esa plata podamos usarla en lo que mejor creamos, en inversión, en generar empleo y por qué no en entretenimiento, en ser felices y no hay que tener vergüenza para plantearlo. La felicidad debe ser admitida como derecho y del cual se habla muy poco en la política paraguaya, tal vez por considerarse banal; sin embargo, es todo lo contrario: no hay ser humano que no aspire a ser feliz, a estar mejor. Voy a votar a “Santi” Peña porque simboliza todo lo que quiero para el Paraguay y también porque se opone firme­mente a todo lo que no quiero para mi país.

En política, esa mala palabra que empieza con p y termina con a, trabajar en un medio de comu­nicación debería de implicar franqueza, la sufi­ciente honestidad intelectual para expresar nuestras simpatías ideológicas o políticas. Y hacerlo sin tapujos, en libertad, sin censura alguna.

Etiquetas: #Tomar#decisión

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