“Duele decirlo, pero hay que decirlo”
- Por Pablo Alfredo Herken Krauer
- Analista de la economía
- Email: pabloherken@yahoo.com
Parados en aquel ya feo marzo 2022 –antesala del horrible abril siguiente (el peor en décadas) por el encarecimiento de los combustibles, paros de los transportistas, desabastecimiento de productos alimenticios, subas en los precios de la canasta familiar para todos pero más, para los más pobres (alimentos) y un Parlamento que daba lástima en su capacidad de gestión– los agentes del sector privado (encuesta mensual del Banco Central del Paraguay, “Expectativas de Variables Económicas, EVE”) apenas pronosticaban un crecimiento del 2% de la economía, cuando al inicio del año se esperaba un avance del 4% al 4,5% (en promedio), que estaría concluyendo muy probablemente con una caída del 0,5%. Es que la cosecha de la soja ya estaba cayendo en casi 70%, con todos sus impactos directos e indirectos, sin que nadie en la economía y en la sociedad pudiera “aislarse”. Con estos factores negativos en marzo del 2022 se estimaba una inflación del 6,4% (6,8% al final del 2021, terminó en 8,1% diciembre del 2021 a diciembre del 2022 habiendo subido 11,8% en abril, y con un promedio anual 2022 del 9,8%), dos formas de medir la inflación, punta a punta y en promedio.
Parados hoy en marzo del 2023 para los del sector privado el escenario proyectado es mejor con una estimación de crecimiento del 4,5% en términos del Producto Interno Bruto (PIB) y una inflación del 5% (ya en 6,9% en febrero y 7,8% en enero últimos). La base de la diferencia para un escenario mejor es la recuperación de la producción o cosecha de soja (en más del 100%) y precios internacionales más altos, sin olvidar la angurria de nuestro vecino Argentina por la tremenda e histórica sequía que padece y que le lleva a perder casi 20.000 millones de dólares en la exportación de soja, maíz y trigo, siendo el factor principal de la economía en 3% (PIB) con una inflación que podría llegar al 135% al cerrarse el año (102,5% en febrero último). Argentina necesita importar 10 millones de toneladas de soja este año para sus industrias aceiteras, una puerta abierto para proveerlas, aquí cerquita. En materia de la cotización del dólar americano, el sector privado local estima un final de G. 7.200 para este año que se repetiría en el 2024 (está en G. 7.176 y terminó el 2022 en G. 7.346).
Finalmente, el sector privado espera ahora una gradual reducción de la tasa de política monetaria (TPM) del BCP del 8,50% actual a 6,75% al final del 2023 y 6% al final del 2024. Recordemos que en el peor momento económico la tasa se ubicó en 0,25%, en línea con la desaceleración de la inflación y la necesidad de “abaratar” suavemente el costo del crédito a los agentes económicos en diversos sectores. Pero la reducción será, en mi opinión, gradual, porque la inflación continúa siendo un problema ya que hay trabas en los suministros, mucho dinero en “la calle” (déficit fiscal del Gobierno y costo de la política monetaria del BCP), y porque entramos en un momento económico delicado con crisis financiera que tiene efecto contagio, y podríamos caer en otra recesión si los bancos centrales (el europeo y el yankee) suben sus tasas de interés, “porque la inflación es alta”. De todas formas el escenario económico 2023, a los ojos del sector privado, luce promisorio. Y pese a la pelea político electoral, por demás sucia, en que hay un candidato y partido al que todos quieren matar, no solamente vencer, incluyendo a los medios de comunicación. Se equivocaron con Marito a quien consideraban –la centro izquierda a la cabeza– puro, patriota, democrático, nada corrupto (¿devolvió lo robado por su Padre? El más estronista, con una riqueza más negra que el carbón), con un liderazgo capaz de limpiar y cambiar el país. Dos advertencias: “Quién olvida su historia está condenado a repetirla” o “Quizá la más grande lección de la historia es que nadie aprendió las lecciones de la historia” -Aldous Huxley-. No destruyan nuestra economía. Efraín Alegre y Marito, con trajes de demócratas. Was gesagt werden muss, muss gesagt werden. Duele decirlo, pero hay que decirlo.