EL PODER DE LA CONCIENCIA

Ayer se cumplió exactamente un año de que tropas rusas cruzaran sus fronteras y atacaran Ucrania. Y mientras que el mundo creía que el conflicto se enfriaba, este 22 de febrero el presidente Vladimir Putin anunció su decisión unilateral de suspender su participación en el tratado Nuevo Start que intenta limitar los arsenales nucleares con EEUU, determinación ratificada al día siguiente por el Congreso ruso.

El mandatario no solo acusó a EEUU de incrementar las hostilidades en Ucrania, sino que anunció el despliegue en este 2023 de los nuevos misiles hipersónicos intercontinentales conocidos como Satán II –de 35 metros y un alcance de 18.000 km–, además de la producción en masa de los Kinzhal (aire) y Zircon para los submarinos.

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Resulta tragicómico que las decisiones de un solo hombre, en este caso de Vladimir Putin, quien lleva más de dos décadas enquistado en el poder (tras ser elegido presidente en el 2000, después de que Boris Yeltsin dimitiera en 1999), tiene en vilo a toda la humanidad.

Y aunque pensemos que esos “problemas” son lejanos y que jamás podrían alcanzarnos, ahora que falta poco más de un mes para las elecciones presidenciales en Paraguay es prudente reflexionar acerca de quiénes se presentan para disputar nuestro futuro.

En la actualidad, con el advenimiento de la tecnología digital –que mantiene a los seres humanos más prendidos y dependientes de los dispositivos inteligentes y jueguitos que cercanos al uso del raciocinio– no es de extrañar que se presenten las más descabelladas situaciones, y lo peor, que sean tomadas como normales.

¿Es posible que un candidato se postule nada menos que a la Presidencia de un país, cuando prácticamente jamás trabajó en su vida y no tiene estudios sólidos que puedan avalar su gestión sobre millones de personas? ¿Qué experiencia positiva puede ofrecer más que prebendas a cambio de votos, cuando en realidad el cometido de un mandatario es servir a toda una nación en busca de su prosperidad y no solo cupos para su entorno? ¿Puede recibir un solo voto una persona que tiene por costumbre aprovecharse de la buena fe de los demás y cuando se le reclama poner cara de ofendido? ¿Qué florecimiento económico o social se puede esperar de una persona que fomenta la violencia, la quema de instituciones públicas y privadas en lugar de propuestas serias? ¿Quién puede creerle a una persona acostumbrada a la mentira, a los manejos oscuros dentro de su agrupación, incluso procesado por cheques, y que se niega a transparentar su gestión y, sobre todo, explicar el destino de miles de millones de guaraníes?

Una persona de sonrisa falsa que promete lo imposible, engañando conscientemente a sus acólitos que con desesperación pretenden un mañana mejor. Me recuerdan al pueblo ucraniano, vejado, hambreado y asesinado por la decisión egocéntrica de un solo político.

Este 7 de octubre Putin cumplirá 71 años, vive rodeado de los lujos más sorprendentes que alimentan su ego y le hacen creer que tiene derecho a decidir sobre la vida y muerte de la gente, de personas que jamás vio. Eso ocurre lejos, en el este, donde cada día las familias pierden a sus miembros.

Acá, mucho más cerca, hay candidatos que hace décadas también viven en burbujas de lujo que les nubla el juicio, piensan que es correcto eliminar los alimentos que reciben miles de alumnos, condenándolos a la deserción escolar y a la desnutrición.

Deberíamos fijarnos en las mejores propuestas, en los candidatos que ofrecen prosperidad, trabajo y no espejitos, en hombres preparados capaces de brindar soluciones a los problemas y no un discurso hipnótico que, aunque maravilloso, termina siendo una estafa.

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