Falta un poco más de 3 meses para que podamos tener a un nuevo Presidente de la República electo por la voluntad popular, además de legisladores y gobernadores en los 17 departamentos de nuestro país.

Si bien es aún prematuro aventurar pronósticos, todo parecería indicar que los candidatos de la ANR tienen ventajas sobre sus circunstanciales oponentes, dado que es el partido político con una estructura mucho más sólida vs. una Concertación en donde todavía siguen “deshojando margaritas”.

En caso positivo nuestro próximo presidente sería Santiago Peña, un joven que posee la formación profesional y académica necesaria como para dirigir el Poder Ejecutivo con chances de éxito, siempre y cuando llegare a formar un buen equipo de colaboradores que demuestren meritocracia, capacidad, idoneidad y experiencia, y mucho patriotismo, pues es hora de que nos olvidemos de los politiqueros, que ya mucho daño nos han hecho, y siguen en la creencia que es el mejor título académico para poder acceder a posiciones de relevancia en las diversas instituciones.

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Hasta ahora los resultados mencionados han provenido de sondeos realizados por empresas consultoras locales, que si bien es cierto se los debe tener en consideración; no obstante, al igual que en un partido de fútbol decir en forma enfática que tal o cual candidato sería el holgado ganador, resulta algo extemporáneo, puesto que el momento y día de la verdad será el próximo 30 de abril.

Nuestro país viene atravesando desde hace varios años una coyuntura económico-financiera muy complicada, lo cual en la práctica se traduce en una cada vez mayor cantidad de desempleados y niveles de pobreza y pobreza extrema en casi toda nuestra geografía que deberían ser revertidos a como dé lugar.

Nuestra gente ya despertó de su letargo y espera que sus candidatos puedan cumplir en tiempo y forma con las promesas que vienen haciendo en este período preelectoral, donde los ámbitos económico, salud pública y calidad educativa constituyen el triunvirato del conglomerado de problemas que nos acucian y que precisan de una mejora substancial en favor de nuestra ciudadanía, quien es la que ahora elige y no solamente vota con la esperanza de que podamos salir en forma gradual, pero consistente de esta profunda fosa en la que estamos sumidos, ya que si seguimos dándole preeminencia al interés personal y salud de nuestros propios peculios olvidando que somos más de 7,4 millones de habitantes, es poco o nada lo que se podría lograr y no creo que los que aspiran a ser presidente de la República quieran “quemarse” con promesas falaces. Más del 70% de los empresarios locales sondeados han depositado su confianza en el candidato de la ANR, quien hasta ahora ha venido delineando más claramente las coordenadas de lo que nuestro país y su gente precisa para poder salir adelante, pues peor de lo que estamos hoy día ya resultaría casi imposible.Y no olvidemos que nuestros empresarios constituyen uno de los motores primarios de nuestra economía.

Esperemos que el nivel de confianza depositada en dicha dupla no sea defraudada, pues Paraguay como país sigue siendo rico en recursos naturales, pero lamentablemente con un manejo deficiente de los que deberían dar el ejemplo de calidad, eficiencia y conocimientos para indicar el camino que conviene transitar para salir de esta malísima situación económico-financiera en que nos encontramos, sumado a un deficiente nivel de salud pública y calidad educativa a nivel de primaria y ciclo medio.

Nada es misión imposible, pero eso sí, nuestros futuros gobernantes deberán “cerrar los ojos” y hacer lo que corresponda, pues si seguimos con las prebendas y clientelismo político iremos como “el cangrejo”.

Tenemos una superpoblación de servidores públicos no menor a los 300.000 que amerita una profunda evaluación y análisis para un mejor aprovechamiento del capital humano, en un siglo donde la tecnología está presente a cada paso, por lo que deberían permanecer en sus puestos solo aquellos que demuestran capacidad e idoneidad, y los que están por “mero padrinazgo” deberían pensar distinto, puesto que es hora que nos concienticemos de que el Estado no es ninguna entidad de beneficencia.

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