No es la coherencia nuestro plato fuerte. Y ahí hemos fracasado en la política, en el ejercicio de la profesión de periodistas y en la línea editorial de los medios de comunicación. Y podríamos ampliar este vicio del comportamiento humano a todos los estamentos de la sociedad alcanzando, incluso, al conglomerado de confesiones religiosas. Convengamos en que la generalización nunca es prudente ni recomendable. La multiplicación de las contradicciones en que uno es antagonista de uno mismo, en que prima el interés personal como medida de todas las acciones, no debiera llevarnos a la condena absoluta. Pero las excepciones tampoco tienen categoría para la absolución total. Entonces, nos atenemos a describir esa persistente dualidad que pretende ser presentada como un fenómeno normal, tanto a los electores como a los lectores (en el caso específico de los diarios, que es donde por más tiempo –una eternidad de archivos– se fijan las palabras). Sin un debate riguroso sobre estas atávicas debilidades y defectos que nos han postrado en un estado de raquitismo intelectual (con las disculpas a quienes están, por méritos propios, por encima de la medianía), nunca podremos alcanzar esa cultura democrática, aunque sea incipiente, por la que todos claman, pero a la que ninguno aporta. Salvo las escasas individualidades que lanzan sus edictos desde el campanario de las afirmaciones irrebatibles, como si fueran verdades reveladas. De ahí nuestra apreciación inicial sobre la incoherencia.
Hoy, a casi un cuarto del siglo XXI, no tenemos grandes intelectuales que exhibir en la vitrina universal. O, tal vez, ni siquiera regional. Y cuando digo intelectuales no me refiero a los repetidores o interpretadores de textos ajenos, sino a los que son capaces de construir su propia visión problematizadora de la realidad. Creadores, no simples imitadores. Ya no recitan los clásicos manuales, sino que escriben los suyos. Son los que lograron superar el claustro de la cátedra para convertirse ellos mismos en escuela. Dejan de ser discípulos para asumir el papel de maestros.
La cultura interesa poco o nada a la clase política. Por tanto, el Estado es prácticamente invisible en ese territorio. Por eso, también, en líneas precedentes hice mención a los que por méritos propios se impusieron a la chatura. Nadie, o casi nadie, se preocupa por las políticas públicas que apuntalen la creatividad y el espíritu innovador (en todas las competencias del saber) de aquellos jóvenes que luchan por no renunciar a sus sueños. Solos. Estamos planteando un Estado promotor, no creador, de cultura. Sin esa revolución necesaria seguiremos anclados cien años atrás, tal como ya nos advertía en la década de los ochenta del siglo pasado Augusto Roa Bastos. Sin esa plataforma previa, repito, ningún proceso de transformación tendrá resultados satisfactorios y duraderos en nuestra sociedad. Y seguiremos remendando las viejas vestiduras con retazos nuevos que se romperán en el siguiente gobierno.
¿Cuál es el legado cultural del presidente de la República, Mario Abdo Benítez? Ninguno. Podemos subrayar, con pincel grueso, que fue seducido por la mediocridad para armar su gabinete y equipo de colaboradores. Así como ignoró la honestidad al privilegiar a personas con demostrados antecedentes de corrupción. Y de esta forma se está yendo. Con grandes probabilidades de que pueda ser denunciado penalmente ni bien entregue el poder. Y en el actual mandatario hasta se comprende su actitud y sus decisiones atendiendo a su escasa preparación académica y su nula constitución ética. Si hasta los seudointelectuales y diletantes de anteriores administraciones convirtieron a la política en el antro de su voracidad materialista. El gran aporte a toda la transición democrática fue el Programa Nacional de Becas de Posgrado en el Exterior “Don Carlos Antonio López” (Becal), creado en el año 2015. Después, nada meritorio que registrar.
La siguiente pregunta es ineludible. Obligatoria. ¿Qué proyecto cultural nos plantean quienes competirán por la Presidencia de la República el próximo 30 de abril? Euclides Acevedo y Santiago Peña han insinuado algunos bosquejos mínimos. Aunque nada concreto. Efraín Alegre ni siquiera tiene propuestas, solo proclamas. Los programas de televisión sesgados, direccionados y desideologizados no han contribuido un gramo de ideas en ese campo. Al contrario, han banalizado esos espacios que pudieron haber aportado para fomentar una conciencia cívica que sea capaz de discernir en el momento de votar. Para que el acto de elegir sea realmente eso. Así perpetuamos esas incorrecciones tan nuestras de predicar lo que no practicamos. Y apelo a ese lugar tan común, pero a veces necesario: exigimos aquello que no estamos dispuestos deliberadamente a cumplir. Es lo que se define como incoherencia. Y con la incoherencia y la impostura jamás construiremos cultura. Algunos ni aprendieron a pronunciar la palabra patria sin arrastrar la erre. Buen provecho.
Es un partido que pintaba para más, Guaraní y General Caballero empataron sin goles en Dos Bocas y frenaron sus intenciones de mejorar en la tabla. Pese a que se vio un partido bastante dinámico desde el inicio del partido, los dos equipos no pudieron hacer la diferencia.
El duelo tampoco fue un regalo de ocasiones. En el primer tiempo, la primera acción de peligro real la generó el Rojo mallorquino con un remate de Alan Vargas, que encontró una gran respuesta de Gaspar Servio. Tras el rebote, otra vez el arquero argentino se hizo con la pelota salvando la caída de su arco.
La respuesta de Guaraní fue inmediata porque un centro perfecto de Mathías Martínez, le quedó justo a Adrián Alcaraz, cuyo cabezazo fue contenido magistralmente por Gustavo Arévalos.
Con los cambios en el segundo tiempo, el Aborigen tuvo más profundidad, generó más pero tampoco pudo aprovechar las que tuvo. General Caballero también tuvo lo suyo e incluso se pudo llevar un premio mayor sobre el final, pero tampoco acertó en la puntada final. Un empate justo, en un duelo donde el mayor beneficiado fue el cuadro visitante.
“Hay poco entendimiento sobre la importancia de la cultura para construir tejido social e identidad propia”
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En esta edición del programa “Expresso”, emitido por GEN/Nación Media, Augusto dos Santos recibe a Marcelo Tolces, director, guionista y gerente general de contenidos de Nación Media. En este diálogo analizan los actuales formatos de contar historias y reflexionan sobre la actualidad del cine paraguayo. Tolces afirma que, a pesar de los avances, hay una deuda pendiente no solo con el cine paraguayo, sino en reconocer la importancia de fomentar todas las expresiones artísticas para el desarrollo cultural de una nación.
Fotos: Emilio Bazán
–Admiro mucho lo que hacés, “18 cigarrillos y medio”. Todo lo que estás haciendo en la tele con “Noche de furia”, “Papucho reporter”.
–”Papucho reporter” es uno de los contenidos que más orgullosos nos pone realmente. Cuando encontrás la figura correcta para el contenido exacto.
–¿Por qué no escribís literatura?
–De hecho que es mi área de entrenamiento, hacer una diplomatura de literatura creativa, supongo que una de mis áreas de conocimiento o de influencia. Creo que en el día a día es imposible ahora mismo. Intenté hacer artículos en La Nación de cine más light, pero el tiempo no daba para escribir semana a semana. Creo que hay poco espacio en el mundo moderno, que está cambiando rápidamente. Creo que la novela como tal, que para mí fue el género narrativo más influyente en la historia de la humanidad, que fue gigantesco en el siglo XIX, de muchísima experimentación, cambio e influencias en el siglo XX, difícilmente encuentra un lugar en el siglo XXI, son otros tiempos, otra concentración, otra tensión de la que los tiempos cambiaron. Entonces creo que hay una realidad de por qué la novela nació en el momento que nació, acompañó todo este proceso de iluminismo, de democracia, intelectualidad y también como en 1980 la mayoría de los filólogos y los mismos novelistas decían que la novela estaba muerta y aquí ya no había un lugar para experimentar, a dónde llevarle después de todos los lugares a los que se les llevó en el siglo XX, flujo de conciencia, primera persona, segunda persona, etc.
LIBERTAD DE CREACIÓN
–A mí no me jode que las cosas desaparezcan, lo que me jode es que las cosas no se reemplacen.
–Yo en muchas cosas soy más pesimista, en ese lado sí soy más optimista. Para mí la necesidad de compartir experiencias, conocimientos, relatos, historia, todo eso podía ser la novela, que para mí es el mayor género de la literatura, el más libre, el más experimental, podés hacer lo que quieras. Podés contar una historia, podés cortar un capítulo y hacer un ensayo. Tenés completa libertad para crear lo que quieras. Yo creo que de alguna manera esa información se sigue distribuyendo que si buscás en redes sociales hay creadores de contenido digital y especialmente la línea de los estandaperos y comediantes. Creo que el novelista moderno es el estandapero. O sea, el novelista te mostraba la ironía y la falta de sentido en cosas de la vida, desarrollaba ideas contándote una historia. Y yo creo que el estandapero sigue haciendo eso de una manera muy autobiográfica. Sí está reemplazado en el hábito, pero quizás la novela te dejaba algo más. Creo que el motivo real de por qué cualquier régimen totalitario quemaba libros es porque los libros tienen la capacidad de cambiar a la gente. No sé si ver un clip de cinco minutos se te queda de la misma manera.
–No veo otra literatura más allá de los géneros clásicos como la novela, el guion. Si va a ser del nicho, deja de ser cultura en términos de cultura como un fenómeno...
–Formador de mirada y opinión y de influir, correcto. Si pensás hoy quiénes son las superestrellas de la literatura porque en el siglo XX sí hubo y mucho de (Ernest) Hemingway, (William) Faulkner, (Milan) Kundera, (Jean-Paul) Sartre era una estrella pop, o sea en el nivel de celebridad estoy hablando, no quiero decir que sea superficial. A lo que me refiero con eso es que somos una especie de civilización exitista que siempre tuvo la necesidad de tener héroes y figuras. Si pensaba en los primeros 1.500-1.800 años siempre esas figuras fueron militares o casi siempre, un par de filósofos en Grecia, un par de matemáticos, etcétera. Y en el siglo XIX Víctor Hugo, Dumas, los rusos (León) Tolstói, (Fiódor) Dostoyevski eran estrellas, eran celebridades en la capacidad de atención que generaban en la gente y de influencia que tenían en la manera de ver el mundo específicamente en esos momentos.
–¿Qué cosas contaban las historias de antes y qué cuentan las de hoy?
–Me acuerdo en una clase que decían que había cuatro historias nomás. Una ciudad sitiada, un amor imposible, una guerra, no me acuerdo cuál era la cuarta. Yo creo que el tipo de historia sigue siendo el mismo, pero el tono y la mirada con las que contamos esa historia cambió fundamentalmente mucho más en el audiovisual, pero también en la literatura, que todo se volvió mucho más meta. Estaba estudiando cine en la época de las películas de Charlie Kaufman, de John Gavin Malkovich, “Adaptation”, como una de las voces más fuertes de esa línea. Lo que digo es que somos una cultura, una civilización tan influenciada por sus propias historias, especialmente en el arte pop, audiovisual, cine y televisión, especialmente influenciando en cine y televisión, que las historias de hoy ya no pueden obviar eso. Ya necesitan ser metas. Ya no hay una historia de amor moderno creíble en la que no vaya a haber referencias a películas o a series, o donde ya no estés asumiendo que ciertos personajes te influyan de alguna manera. Y eso sí creo que es muy poderoso, ¿verdad? Creo que nunca hubo una sociedad tan autoconciente de eso como la de ahora, tan referencial, digo en la misma vida.
RELATOS
–¿Qué es lo que se resguarda con las historias de hoy?, ¿cuál es la hostilidad del mundo al que se enfrenta la literatura o la construcción de historias de hoy?
–Yo quiero separar más cosas porque sí creo que nunca una época con las herramientas de control masivo, marketing, publicidad, narrativa periodística, nunca el relato estuvo tan presente, nunca el relato estuvo tan intelectualizado, teorizado como una manera ya sea instalar una mirada, la guerra de relatos en la política.
–¿Cuáles son las cinco películas que llevarías a una isla?
–Películas que sean fáciles de que puedes ver una y otra vez, que son películas que no necesariamente se sostienen en su historia, se sostienen en otros elementos estéticos que hacen que puedas ver una y otra vez. Te diría número uno “Dazed and Confused” (1993) de Richard Linklater. Llevaría a “Annie Hall” (1977) de Woody Allen, “8 y medio” (1963) de (Federico) Fellini, algo de (Steven) Spielberg por lo espectacular y que es fácil de ver una otra vez, creo que “Rescatando al soldado Ryan” (1998). Y la quinta tiene que ser algo que realmente me haga reír una y otra vez, “This Is Spinal Tap” (1984, de Rob Reiner).
–¿La dirección de cine cambió en todo este derrotero, su rol, su protagonismo, su impronta?
–Una industria en el mundo que genera demasiado dinero siempre tiene mucha innovación. La revolución tecnológica y técnica de los últimos 20 años fue impresionante. Y atrae mucho talento de gente que todo el tiempo está innovando, cambiando maneras de contar.
CINE PARAGUAYO
–¿Hay cine paraguayo?
–Hay cine paraguayo, hay grandes directores de cine paraguayo.
–Contame qué es lo primero que viste con el sello de cine paraguayo.
–”Hamaca paraguaya”, que es un peliculón.
–¿Es lo primero que viste? ¿No viste “Cerro Corá”, por ejemplo?
–Vi “Cerro Corá” un 1 de marzo cuando transmitimos en GEN. Es muy rudimentario. No le pondré al mismo nivel que “Hamaca paraguaya” o “Las herederas” o “7 cajas”. O grandes documentales que se hicieron en los últimos 15, 20 años.
–La desventura del cine paraguayo es el problema del mercado, supongo, ¿no? A pesar de que hoy ese mercado se ensanchó.
–Es una industria muy cara, hacer una película requiere mucha inversión, aunque ahora hay una ley de cine.
–Probablemente ese sea el problema principal, de financiamiento.
–Obvio. Yo creo que hay cuatro o cinco países en el mundo, EE. UU., Nigeria, India, China que pueden sostener su industria con el dinero directo del mercado. Absolutamente en todos los otros países está subvencionado. Argentina, Brasil, Inglaterra, Francia, países grandes con mucha tradición y cultura de cine, igual necesitan esa subvención para mantener su cine vivo. Creo que una falta no en específico con el cine, sino en general de nuestro país, es el poco entendimiento de la importancia de la cultura a la hora de construir tanto tejido social como una identidad propia.
–¿El amor sigue siendo un asunto importante para las historias?
–Sí, creo que es clave. Creo que es clave para la vida también.
–¿Cambió la forma de presentar una historia de amor desde “Lo que el viento se llevó”?
–Muchísimo, porque cambió el relacionamiento del mundo. Yo creo que si vas a los 90, la era que a mí me tocó crecer y formarme, creo que fue el punto máximo del amor romántico como religión. Que si pensabas hacia el pasado o históricamente, en la Edad Media había una religión muy clara que movía las acciones. Creo que el relato religioso que durante todo el proceso de la segunda mitad del siglo XX le fue reemplazando la religión fue el relato del amor romántico. Pero creo que eso llegó a su punto máximo en los 90. Yo creo que por cada película que se hacía, cinco eran comedias románticas de alguien que esperaba a esa persona que iba a llegar, que iba a completar tu vida, que iba a hacer que todo funcione, que todo sea excelente.
–Que te va a rescatar antes de tomar el vuelo...
–Era una metáfora exacta de lo que esperan todas las religiones, la vuelta del Mesías o la llegada de Jesús. Es como un pensamiento mágico de que esto va a hacer que todo funcione. Los templos eran las salas de cine que llamaban a esa cantidad de gente, era todo ritualístico, era una experiencia compartida cuando te ibas a una sala.
–Yo creo que es cíclico y voy a aprovechar para meter de vuelta a mi novelista preferido de todas las épocas y posiblemente la persona que no conozco que más influyó en mi mirada, que es Milan Kundera. Su primera novela se llama “La broma”. Él habla del movimiento de la revolución comunista en Checoslovaquia en los 60 y hace una broma y ese era un mundo muy serio como para tomar una broma en chiste, muy radical, muy radicalizado y termina siendo expulsado del partido, expulsado de su trabajo, todo a partir de un chiste, de hacer un chiste en un momento que el mundo perdió el sentido del humor. Yo reconozco esa época en la actualidad, reconozco una época en la que todo está muy radicalizado, ideologizado, pero desde las emociones, no de la razón.
–Ideologizado desde la desideologización, es muy raro. En otro libro habla de que perdimos el debate y nos sometimos a las creencias, que vivimos en una etapa de imposición de creencias. ¿Por qué tanta paradoja entre avanzar y volver?
–Yo creo que son más herramientas de control y cómo se está manejando el mundo. Yo creo que hoy en ningún lado se salva, que de hecho uno se siente sin lado si intenta ubicarse en algún lugar del espectro ideológico. Lo político ya es secundario porque ya vendría como algo posterior, alguien que representa mis ideales o mi manera de ver el mundo. Creo que eso cambió demasiado rápido y creo que responde a otra cosa de la sociedad moderna. Vos más, yo menos, nacimos o crecimos en un mundo de Guerra Fría o de dos miradas opositoras a la vida y hoy se puede ver el mundo como mucho más conectado y no tan segmentado de un lugar al otro, y a la vez está más segmentado que nunca. Y yo creo que eso responde a que una sociedad tan egoísta, pero no estoy siendo crítico, estoy siendo descriptivo. El sistema capitalista empuja eso como algo positivo a la hora de crecimiento, porque llegamos a un punto demasiado extremo. Entonces, esto exige tomar medidas, decisiones o acciones que de alguna u otra manera van a ser nocivas para otra persona, no importa cuál sea. Entonces creo que todos necesitamos más que nunca creer que representamos el lado correcto, entonces no importa lo que hagamos porque estamos en el lado correcto. Entonces la gente se termina radicalizando en un lado para poder cometer acciones negativas y no sentir que es negativo sumado a que en las redes sociales la segmentación te llega solamente las lecturas de tu lado, demonizás el otro lado cualquiera sea.
–Hay una crisis de representación y hay un universo muy grande de personas que descreen de las formas de la democracia.
–Yo creo que es un momento crítico para todas las democracias en el mundo. El activista es el que más cae en el autoengaño. Hoy va a defender una bandera pensando que es parte de su identidad y que es lo único que está bien. Y después, investigás un poco y sabés que si hoy la izquierda defiende a ultranza los derechos de todas las minorías, eso está relacionado a un estudio semiológico en los 90 en Estados Unidos, donde estaban cerrando las industrias y la izquierda se daba cuenta de que su votante, el sindicalista, dejaba de existir porque dejaba de haber fábricas y tenían que generar una nueva estrategia, hicieron estudios de mercado para saber a qué electorados podían atraer primero y les hicieron una estrategia de aglutinar minorías que les termina explotando en las propias diferencias que hay dentro de esas minorías o lo incoherente que termina siendo el defender un sistema que en su necesidad de no discriminar va discriminando de manera positiva.
–Este fenómeno antisistémico se basa en el descreimiento de la fórmula y vale entenderlo también como una herramienta que sirvió para cambios en toda la historia del universo, que es la decepción.
–Yo creo que las decepciones son gran parte de las que forman nuestra personalidad y nuestra mirada. Cualquier área de la experiencia humana que analices son las mismas emociones las que nos mueven, porque estás apuntando a algo político, ideológico. Me decepcionó tal líder, me cambió el partido, cambió mi mirada, ahora quiero ser más activo. Pero realmente a la gran cantidad de personas les mueven mucho menos esas guerras de poder que su día a día, en un espectro de edad sus relaciones amorosas, en otro espectro de edad sus relaciones profesionales. Y la decepción forma una parte muy importante a la hora de formar tu mirada, de aprender qué buscar, qué no buscar, de cerrarte a un tipo de experiencia porque te sentiste muy lastimado o decepcionado cuando tuviste ese tipo de experiencia.
LA TELEVISIÓN
–¿Qué describen los medios, las expresiones culturales de ahora? Ya no existe ver televisión en vivo, ¿no?
–Ya no existe ver en vivo. Yo creo que 18, 25 años para abajo no existe ver televisión luego y quizás sí hay algún tipo de vivo que sigue funcionando como el streaming, pero no a través del aparato televisivo. Yo creo que los cambios son grandes que tienen que ver con demasiadas cosas. O sea, hasta el hecho de tener en tu mano la pantalla es distinto a cómo te sentís con la pantalla. Yo creo que por cada espectador televisivo, hay 1.000 o 10.000 espectadores digitales que solamente consumen a través de las redes sociales.
–Es prodigioso el aprovechamiento no percibido quizás por la propia producción que puede tener cada uno de los programas. Para mí “Noche de furia” es un programa pedagógico al respecto de cómo están funcionando las nuevas generaciones.
–Un programa periodístico que te informa de la actualidad, un programa periodístico que tenemos mucho en GEN, que ironiza sobre la actualidad,o que busca una mirada más lúdica sobre las noticias. Son muy elevados en su búsqueda y en su capacidad de influencia, pero a la larga siento que algo como “Noche de furia”, un programa que te muestra “Aquí estamos y esto somos”, “así vivimos”, “así nos enamoramos”, “así nos relacionamos”, “así nos reímos en esta era específica”. Te gustaría más ver en un archivo, enterarte cuál fue la tormenta política de una semana o entender cómo era la gente en un momento específico en Paraguay donde todo empezaba a cambiar en el comienzo de la inteligencia artificial, en el mundo hiperconectado de los celulares, etc. Creo que tiene mucho valor más allá de si su búsqueda es periodística, investigativa, informativa o cultural.
–Históricamente las radios informaban, la tele confirmaba y el diario generaba el inicio de un nuevo ciclo al día siguiente. ¿La tele es tu elemento de confirmación hasta hoy?
–Sigue siendo la fuente principal de muchos contenidos que se ven en redes y hay mucho contenido que se hace específico para redes.
–En estos días vi en una charla de Jorge (Lanata) y (Mario) Pergolini que hablaban de la berretización de los contenidos periodísticos, de derrocar los informativos y poner paneles, o sea, derrocar la información y poner opinión.
–Muchos de esos programas son producibles con la realidad de hoy en la que hay menos plata para invertir en la producción y en tener gente dedicada a armar un programa. Nosotros tenemos un programa guionado, que es “Silvero”, donde hay a tiempo completo una persona creativa en eso, pero no podemos plantear muchos programas así. La mayoría de los conductores periodistas en la economía actual hacen programas de televisión, radio a la tarde, otro programa y después tienen que grabar videos de influencer. Tampoco tenés ese tiempo para dedicar a la preparación. Entonces, es generar programas con un conductor donde se traen temas y hay un panel de debate que te ayuda a cubrir esa falta de inversión en producción. Hace poco Freddy Villarreal contaba que en algún momento se fue a Mónaco a hacer Figureti en una carrera de Fórmula 1 y había plata en la televisión para poder auspiciar eso. Hoy no se puede ir al pueblo al lado de Buenos Aires. Está fuera de los cánones de producción actual. La gente crece y se conecta de manera distinta con el público amplio. El público amplio de televisión tenía históricamente entre 18 y 35 años. Creo que hoy el promedio de edad del espectador televisivo está arriba de los 50.
“Creo que el novelista moderno es el estandapero. O sea, el novelista te mostraba la ironía y la falta de sentido en cosas de la vida, desarrollaba ideas contándote una historia. Y yo creo que el estandapero sigue haciendo eso de una manera muy autobiográfica. Sí está reemplazado en el hábito, pero quizás la novela te dejaba algo más. Creo que el motivo real de por qué cualquier régimen totalitario quemaba libros es porque los libros tienen la capacidad de cambiar a la gente. No sé si ver un clip de cinco minutos se te queda de la misma manera” .
“Yo creo que hay cuatro o cinco países en el mundo, EE. UU., Nigeria, India, China que pueden sostener su industria con el dinero directo del mercado. Absolutamente en todos los otros países está subvencionado. Argentina, Brasil, Inglaterra, Francia, países grandes con mucha tradición y cultura de cine, igual necesitan esa subvención para mantener su cine vivo. Creo que una falta no en específico con el cine, sino en general de nuestro país, es el poco entendimiento de la importancia de la cultura a la hora de construir tanto tejido social como una identidad propia”.
Segunda huelga general en Argentina con calles vacías contra el ajuste
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Buenos Aires, Argentina. AFP.
El gobierno de Javier Milei enfrentó la segunda huelga general contra sus políticas de ajuste en una medida que exhibió calles semivacías con comercios abiertos pero sin clientes, escaso transporte público y escuelas cerradas en la capital argentina. Las principales terminales ferroviarias quedaron desiertas, cientos de vuelos fueron cancelados y circuló apenas un puñado de líneas de autobuses.
Héctor Daer, líder de la mayoritaria Confederación General del Trabajo (CGT) que convocó el paro de 24 horas, celebró su “contundencia” y dijo que la masiva adhesión “demuestra que el Gobierno tiene que tomar nota”.
No se realizaron movilizaciones en Buenos Aires, pero en provincias como Córdoba, Río Negro y Chubut, columnas de adherentes marcharon con consignas en contra de la “Ley Bases” de reformas económicas que se discute en el Senado.
Argentina vive una fuerte recesión económica, con una inflación que roza el 290 % interanual y un ajuste fiscal que permitió en el primer trimestre del año el primer superávit desde 2008, pero con miles de despidos y el deterioro de salarios y jubilaciones. La actividad industrial acentuó su derrumbe en marzo con una caída interanual del 21,2 % y la construcción se hundió 42,2 % en igual período, reportó el instituto estadístico Indec.
La contracción industrial es la mayor desde abril de 2020, cuando la actividad estaba semiparalizada por la pandemia de covid-19. La mayoría de los comercios abiertos fueron del rubro alimentación, mientras los pocos colectivos que circularon estaban casi vacíos. Es la segunda huelga contra el ajuste de Milei luego de la realizada el 24 de enero pasado. Las protestas son diarias. La mayor se realizó el 23 de abril, cuando cientos de miles marcharon en todo el país en defensa de la universidad pública, amenazada por falta de presupuesto.
Roberto Laratro se unió a la compañía en Paraguay hace 17 años y fue desempeñando diferentes roles hasta llegar a su cargo más reciente de gerente general de Tigo Nicaragua, país al que llegó en 2018.FOTO: GENTILEZA
Roberto Laratro, nuevo director general de Tigo Paraguay
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Con una destacada carrera en Millicom, el compatriota Roberto Laratro fue designado como el nuevo director general de Tigo Paraguay, desde el 1 de junio de 2024, en reemplazo de Carlos Blanco, quien a su vez fue nombrado presidente de Tigo Colombia.
Roberto Laratro se unió a la compañía en Paraguay hace 17 años y fue desempeñando diferentes roles hasta llegar a su cargo más reciente de gerente general de Tigo Nicaragua, país al que llegó en 2018. Educado en Administración de Empresas y Liderazgo por The University of Kansas, el profesional paraguayo trabajó en diferentes áreas como canales, estrategia, ventas, clientes, entre otras, que lo ha llevado a adquirir amplios conocimientos de la organización y el sector.
Recientemente, Laratro recibió en Nicaragua el galardón “CEO del año 2023″, entregado por Conecta B2B Awards 2023 de la Revista Estrategia y Negocios, destacando su liderazgo y compromiso al frente de la operación nicaragüense con grandes resultados. Laratro reemplaza a Carlos Blanco, quien lideró exitosamente los últimos 5 años la operación de Tigo Paraguay, y que ahora asume la presidencia de Tigo Colombia.
OTRO PARAGUAYO DESTACADO
Así, Roberto Laratro es otro de los paraguayos que ocupan un rol destacado de liderazgo en el grupo Millicom, al igual que Marcelo Benítez, el compatriota que desde el 1 de junio de 2024 asumirá el cargo de CEO de todo el grupo Millicom-Tigo, que incluye las operaciones de Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá, Colombia, Bolivia y Paraguay.
Por su parte, Carlos Blanco, se despide de Paraguay luego de prósperos años de estar liderando la operación. “Hace cinco años, tuve el honor de llegar a este país y a esta empresa, donde fui recibido con los brazos abiertos y un gran sentido de hospitalidad. Cada día desde entonces ha sido una fuente de satisfacción y orgullo por los logros alcanzados como equipo”, expresó.
“Paraguay, sin dudas, es un país lleno de oportunidades para crecer y prosperar, y Tigo Paraguay es una empresa llena de personas apasionadas que entregan el 1000% por los clientes, con el propósito de impactar positivamente en las personas y en las comunidades. Me siento honrado de haber formado parte de esta historia que hemos construido juntos”, acotó. “Deseo el mayor de los éxitos a Roberto Laratro, quien asumirá desde junio el liderazgo de Tigo Paraguay. Confío plenamente en que cuenta con las habilidades y la experiencia requeridas para liderar con éxito esta nueva etapa”, finalizó.