• Por Aníbal Saucedo Rodas
  • Periodista, docente y político

Después de apostrofar a Santiago Peña, durante meses, con inmisericorde saña, el diario ABC Color realizó –en un solo editorial– uno de los mejores aportes (involuntario, por cierto) a la campaña del ahora candidato a la Presidencia de la República por el Partido Colorado. Le recomendó al actual mandatario, Mario Abdo Benítez (y si viene de ese medio, para él es una orden), “aislarse de la coyuntura político-electoral y dedicarse exclusivamente a gobernar”, puesto que “ahora que perdió su candidato, en teoría, ha quedado libre de ataduras electorales de cara a los comicios de abril (…) El lado bueno de ello es que, a estas alturas, ya no debería tener otros compromisos más que los que asumió con el pueblo paraguayo de administrar responsablemente el Estado que le ha confiado la ciudadanía”. Me ratifico en que se trata de una gran contribución de este periódico a la carrera del aspirante republicano a instalarse en el Palacio de López. Porque, con Marito lejos de los escenarios proselitistas, aumentan considerablemente las chances de victoria de Peña el próximo 30 de abril del 2023. Pues, como el mismo ABC publicara el lunes 19 de este mes, en su página 3, después de la derrota del oficialismo (estrepitosa según el periódico) en todos los frentes: “Los guarismos dejan al desnudo un voto castigo del colorado a la gestión gubernativa, como el manejo del covid-19 y los numerosos casos de corrupción”. Lo que me queda picando del editorial, como pelota en el área chica, es el párrafo donde señala “ahora que perdió su candidato”. O sea, según mi rudimentario silogismo, “si ganaba su candidato” (en realidad, el de ellos), ¿iba a estar bien que siguiera atado electoralmente a los comicios de abril? No preciso de respuestas.

A diferencia de Nicanor Duarte Frutos, quien, bien temprano, el lunes 19 de diciembre lloriqueó en una emisora amiga que “aquí nadie va a ir corriendo junto a nadie, ápe ñañemongetáta de cómo se va a administrar el poder, y bueno, no quieren hablar de eso, adelante que vayan”, repito, a diferencia del innombrable “mariscal de la derrota”, el presidente de la República se mantuvo consecuente con su discurso, reiterado el domingo 18 de este mes, después de votar en las internas del Partido Colorado: “El pueblo se va a abrazar, pero yo no me voy a abrazar con Cartes (Horacio)”. Se reafirmaba así en sus anteriores declaraciones, como las del 16 de octubre del 2021: “Sin importar el resultado de las elecciones internas (en las que él perdió y también su precandidato presidencial, Arnoldo Wiens), no se repetirán los abrazos del pasado”. El 21 de octubre escribí que “nadie puede deglutir tantos kilómetros de su propio vómito. Ni siquiera Marito”. El artículo publicado en este mismo espacio tenía como título “Con aceptar los resultados es suficiente”. Decía al final del comentario que “en una democracia la derrota es aceptada con dignidad. O a regañadientes. Y ni es necesario felicitar al ganador. Solo basta con reconocer la victoria del oponente”. Y así lo hizo, literalmente. “Felicidades a todo el pueblo paraguayo y a mi querido Partido Colorado. Reconocemos y respetamos la voluntad popular expresada en las urnas”. Y nada más. No es que tenga el poder de predecir el futuro, solo que el jefe de Estado es muy predecible, por eso me adelanté en que “ni es necesario felicitar al ganador”.

El vicepresidente de la República, Hugo Velázquez, quien fue obligado a renunciar a su candidatura, presionado por el entorno presidencial, con especial insistencia de Duarte Frutos, a raíz de una declaración de la Embajada de los Estados Unidos de América, fue más generoso y democrático: “Mis felicitaciones al pueblo colorado, a “Santi” Peña y, en su nombre, a todos los que fueron elegidos. Desde hoy todos somos Lista 1. ¡Viva el Partido Colorado!”. Después, la mayoría se llamó a silencio.

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En mis 64 años y meses, y siete elecciones presidenciales a cuestas, incluyendo la actual, de las cuales participé desde el núcleo, el manto o la corteza, no recuerdo haber presenciado discursos cargados de tanta escatología de parte de los dos o tres referentes principales del proyecto oficialista. Amasaron las palabras con excremento. Las remojaron con saliva envenenada y, luego, dispararon a mansalva contra sus adversarios. Los más iracundos fueron el propio presidente de la Republica y el director de Yacyretá, Duarte Frutos, para quien el cartismo vivía “sus horas más oscuras”, y ligando a los referentes del movimiento Honor Colorado con “el contrabando de cigarrillo que es la misma ruta de la droga, del tráfico de armas y de la trata de personas”. Claro, ahora quiere sentarse a negociar con ellos cómo se va a administrar el poder. Por eso me adelanté a los acontecimientos el viernes 21 de enero del 2022: “Un abrazo, en estas circunstancias, sería la suma de todas las hipocresías. Un bulo que muchos ya no están dispuestos a comprar”. Y dibujé el escenario que hoy se vive dentro de la Asociación Nacional Republicana: “Por tanto, el candidato triunfador deberá ganar al electorado adversario sin la presencia de sus líderes”. En mi visión de periodista y ciudadano, insisto, la ausencia de Marito y Nicanor de cualquier tarima electoral favorecerá enormemente las posibilidades de triunfo de Santiago Peña. Pero, en política, como en aquel conocido cuento infantil, hasta los sapos vuelan. Buen provecho.

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