Decir que en estas épocas del año “nos sentimos diferentes” no es una simple acepción. Es realmente una buena forma de describir que, en determinadas fechas, sin tener una razón real sino más bien eminentemente emocional, el cerebro literalmente “cambia”, se comporta diferente, actúa y funciona de manera distinta. Y es que estamos llenos de estímulos afectivos y sociales: calles y comercios adornados, promesas de reunión, cierre de ciclos que, si lo pensamos bien, son solo convencionalismos y nada racionalmente diferente al paso de los días (no hay “magia” que suceda simplemente por cambiar de año). Estos cambios repercuten en el cerebro y las neurociencias no han quedado ajenas a eso. Un estudio científico ha verificado que, en efecto, esta época propicia una actividad cerebral diferente y que los cambios en los hábitos y en el entorno modifican la mente.

Un grupo de científicos de la Universidad de Copenhague llevó a cabo una investigación sobre los efectos de la Navidad en el cerebro. Su objetivo fue ubicar el “espíritu navideño” dentro de la actividad cerebral, y para ello emplearon imágenes de resonancia magnética funcional. Para el estudio se partió de dos grupos de personas. Uno de ellos correspondía a quienes habían celebrado la Navidad desde la infancia y tenían una actitud positiva hacia estas fechas. El otro grupo no tenía por costumbre hacer festejos navideños. En el primer grupo se detectó una activación de ciertas zonas cerebrales ante imágenes o estímulos que evocaban la Navidad. En concreto, se observaban cambios en la corteza motora sensorial, la corteza motora primaria y premotora y el lóbulo parietal. En el otro grupo no se veían estas reacciones. ¿Qué significa esto? Que quienes tienen presentes las tradiciones navideñas reaccionan a estas poniendo en juego aspectos como la memoria y las sensaciones motoras, activando evocaciones y recuerdos profundos.

Las variaciones en el entorno provocan modificaciones en el estado de ánimo y, por supuesto, esto tiene un referente en el cerebro. Durante la Navidad cambian las costumbres, los eventos, la actitud de las personas e incluso la apariencia de las casas y de las calles. Así que, en mayor o menor medida, hay una transformación en la mente. No se puede hacer una generalización sobre la forma en la que la Navidad cambia el cerebro. Depende de cada entorno y de cada persona. Sin embargo, lo que sí es posible es establecer los factores que tienen el potencial para producir modificaciones. Por ejemplo, las compras y compromisos sociales que se generan de manera más habitual que de costumbre. Es habitual que durante la Navidad se tengan más compromisos sociales que de costumbre. Hay más reuniones, despedidas, fiestas y toda suerte de eventos. Así mismo, lo común es que en esta época se destine tiempo a las compras de regalos, en medio de tiendas repletas de gente. Todo esto en conjunto hace que se incremente el estrés. Igualmente, es muy común que, quienes experimentan una sensación positiva con la Navidad, también sientan una cierta tristeza cuando esta se termina. Puede haber una sensación de agotamiento o de vacío, acompañada por la obligación de regresar a la rutina.

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La Navidad y los regalos son como el pan con manteca: suelen ir juntos. Tanto dar como recibir obsequios produce satisfacción emocional. La generosidad se asocia con la liberación de dopamina y endorfinas, lo cual incrementa la sensación de bienestar. También, durante la Navidad se establece más contacto con otras personas, lo cual debe ser bien regulado para que no sea agobiante, en especial para quienes no se sienten cómodos socializando con tanta intensidad. Por lo demás, resulta excelente para llenarse de la buena actitud navideña de otros.

En fin, podemos (y lo vamos a seguir haciendo el domingo siguiente) seguir hablando de cuánto cambia el cerebro tanto la Navidad y el Año Nuevo. Te comprometo a una lectura del digital del próximo domingo donde continuaremos con este tema. Mientras tanto, te dejo y le deseo a tu cerebro que pases una feliz Navidad ¡DE LA CABEZA!

Etiquetas: #cerebro#Navidad

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