El camino del esfuerzo se pone en actitud de agradecimiento al saber las potencialidades que lo realizarán. Cuando la maquinaria actitudinal se prepara para la acción es relevante saber con qué recursos cuenta. La capacidad de la potencia se alimenta con las virtudes que se practican. Esa fuerza que impulsa el proceder se ampara en la génesis del ser. Por eso conocerse y comprenderse se constituyen en los pilares de la construcciones que se viven.

La representación del potencial tiene muchos nombres en cada ser humano. Hay que identificarlos. Al darle notoriedad a las características que lo hacen posible se producen efectos valiosos en el día a día. Una de las expesiones que la distinguen yace en esa tolerancia que esgrime la apreciación hacia el otro y que se apodera de los encuentros en los ambientes en donde se la considera. En ese aceptación de la presencia de otras potencias se sientan las bases para el desarrollo del andar.

Siempre hay una oportunidad para darle el paso al ejercicio de una potencia, como cuando la sensibilidad se apodera de las emociones y las estimula a que descubran el significado de lo que sucede mientras se conectan. En esa mezcla de sensaciones se aprende a convivir y por sobre todo se aprende a apreciar. Cuando respira la estima el aire cubre las metas.

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El acceso al crecimiento reconoce todas las vías que le dan protagonismo. La capacidad de visibilizar un horizonte conlleva atención, confianza, preparación y disciplina. La apertura de los estímulos que le dan sentido a las acciones cotidianas permite que el tránsito del existir sea constantemente admirado. Es el pasaje de los instantes el que traduce las potencias personales en palabras concretas, en actos específicos, en vínculos reales.

Las ideas se nutren de las experiencias, por eso es vital focalizar las intenciones en las órbitas que tienen como bandera la práctica de los verbos ayudar, colaborar, cooperar, estudiar, trabajar, querer, soñar y todos los que cada uno pueda incorporar. En ellos la potencialidad espera ser vivenciada. En esa dimensión del hacer se conjugan unos y otros y se vuelven a potenciar, ocasionando un engranaje brillante de testimonios.

Desde lo social es fundamental la unión de las potencialiades particulares. En la cultura del esfuerzo la convocatoria es amplia, respetuosa, aglutinante y movilizante. La proyección de las ideas constructivas abarca a todos los sectores, al igual que la aplicación de las mismas.

Etiquetas: #potencia#vivir

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