DESDE MI MUNDO

  • Por Carlos Mariano Nin
  • Columnista

Me gusta escribir sobre los niños porque de verdad son la esperanza. Los niños deberían jugar. Es su derecho. Deberían tener educación, salud, un techo, sueños realizables. Deberían poder disfrutar de su infancia. Y tener un futuro. Al menos un futuro que les garantice una vida digna. En todo el sentido de la palabra dignidad.

Muchos tienen esos “privilegios” por decirlo de alguna manera, en realidad son sus derechos. Pero la gran mayoría son olvidados… y con el tiempo se vuelven invisibles, números, estadísticas. Solo eso. Y la responsabilidad es del Estado y de ese complejo entramado de organizaciones ausentes que solo lucran con ellos. Es de las instituciones ausentes, pero también de cada uno de nosotros.

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Unos 50.000 niños sufrieron algún tipo de violencia en los últimos años. En el 2021 se hicieron 12 denuncias por día de abusos sexuales en niños. ¿Te imaginás? Puede ser en tu casa, en la escuela, en la casa de tu vecino. Es la realidad de muchos. Una realidad que nos acecha. Nos degrada como seres humanos. Pero está ahí, agazapada como el felino que espera a su presa.

Las estadísticas cuentan historias, esas que muchas veces preferimos no escuchar. 6 de cada 10 niños, niñas y adolescentes sufren algún tipo de violencia en su entorno familiar y 322.000 pequeños de entre 5 y 17 años trabajan y se estima que solo el 10% de los adolescentes privados de libertad cuenta con una sentencia judicial definitiva.

Es el lado oscuro. Pero no todo es malo. Hay otro lado que nos devuelve la esperanza. Poco a poco va creciendo una generación que sabe lo que quiere, que reclama sus derechos, alza su voz y es escuchada.

Hoy nos toca a todos. Si nosotros, los adultos, no pensamos en ellos, ¿quién va a hacerlo? Es hora de dejar de decir que son el futuro porque en verdad son el presente sobre el cual se va a construir el futuro. Es ahora el momento en que tenemos que comenzar a poner buenos cimientos. Educación y respeto para que nos devuelvan la esperanza.

Y nadie puede ponerle precio a la esperanza porque es esa fuerza que surge como una brisa y sopla con la fuerza de un huracán. Ahora es el momento de los niños. Ellos son el presente que nos necesita para cambiar el rumbo de la historia…

Etiquetas: #niños#presente

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