- Por Eduardo “Pipó” Dios
- Columnista
Pasó el Censo 2022, un fracaso, un escándalo, desorganización y, como todo en este gobierno, una sombra tremenda de corrupción.
¿Pero qué podemos esperar aún de este gobierno del delincuente, incapaz e indolente de Marito? Creo que seguir apostando a que algo que venga de este gobierno, primero, se haga medianamente bien y segundo y principal, no esté sumergido en la corrupción, el desfalco y el menosprecio por el ciudadano, ya es una inocentada nuestra.
Qué esperar de un delincuente que desde meses antes de asumir ya traicionó a sus aliados, vendió la relación fraterna y provechosa con Israel para agarrar el dinero sucio del narcoterrorismo.
Qué esperar de un vendepatria que estuvo a punto de privatizar la mayor fuente de ingresos del país: Itaipú, a cambio seguramente de una jugosa coima para él y su pandilla, sacrificando las pocas ventajas que tenía el golpeado ciudadano paraguayo con las tarifas, tratándonos por eso a todos de “pillos y peajeros” sin siquiera sonrojarse.
Qué esperar de un ser tan despreciable que, ante el pánico generado por la pandemia, cuando se suponía que un presidente debía velar por sus compatriotas, al que el Congreso y esa misma ciudadanía respaldaron con todo lo que solicitó para el efecto, simplemente, se dedicó a planificar y ejecutar con su gavilla cómo robarse todo lo que estuviera a mano.
Qué esperar cuando ese mismo tipejo deleznable, indolente y rastrero se pasaba haciéndose comprar asfalto a su propia empresa, con la plata que era para los internados, cuando no había ni sedantes para los intubados y hubo que prácticamente quemarle el país para que reaccionara e hiciera lo mínimo, más por salvar el pellejo que por vergüenza.
Qué esperar de un badulaque que aumentó el desempleo, destrozó una macroeconomía que era ejemplo en la región, que llevó décadas consolidar, pisoteó instituciones, prostituyó todo simplemente para seguir llenándose los bolsillos y sacar del medio a quien se interpusiera en su camino, haciéndonos retroceder a principios de siglo.
Y se haría muy larga la lista de todas las tropelías de este rufián de mala muerte, resentido e inmoral al que aún le restan largos 9 meses al frente del Gobierno, que empezará, Dios mediante, a desmoronarse el 18 de diciembre, pero que hace aun más peligroso a un delincuente acorralado, con las horas contadas y que sabe que se le viene una larga y negra noche, eso sí, más que merecida.