EL PODER DE LA CONCIENCIA

Hoy hacen exactamente 16 años de aquel domingo 29 de octubre del 2006, cuando era reelecto como presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva. Luego de gobernar durante el período 2003-2006, el mandatario se presentaba al balotaje tras vencer en primera vuelta por 48,6% contra 41,6% a su oponente Geraldo Alckmin. El resultado de 60,8% fue categórico, alcanzando más de 58 millones de votos con los que se impuso sobradamente.

Hoy, cuando faltan menos de 24 horas, nuevamente Lula llega a una instancia presidencial decisiva, en esta ocasión enfrentando al actual presidente de Brasil Jair Bolsonaro, a quien venció hace menos de un mes en primera ronda por 48,4% a 43,2%.

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Muy atrás en el tiempo y en el olvido quedaron los sucesivos reveses eleccionarios de 1989, 1994 y 1998 por conducir al gigante sudamericano. Tampoco vale de mucho recordar la gran popularidad del 80% con la que se despedía de la presidencia en el 2010 o haber sacado de la pobreza a 30 millones de brasileños en sus dos períodos de gobierno. Esta vez es un nuevo escenario, distinto, complejo, incierto.

Por un lado, los datos oficiales publicados hace dos días dan cuenta de que el desempleo continuó bajando entre julio y setiembre a 8,7%; es decir, descendió a 9,5 millones de desocupados de una población de 215 millones, lo que le otorga cierta esperanza a Bolsonaro para remontar los 5 puntos porcentuales de diferencia plasmados en primera vuelta y así alcanzar una posible reelección.

Sin embargo, por otro lado, el plazo para revertir la tendencia llegó a su fin y pese a las señales de mejoría económica, con mayor crecimiento de lo esperado y menor inflación, según un sondeo realizado por el Instituto Datafolha, en los últimos días el ex presidente logró ampliar ligeramente su ventaja de votos válidos. La encuesta le da una ventaja de 53% frente al 47% de Bolsonaro.

Lo que ocurra mañana en los comicios tendrá consecuencias para el Paraguay durante los próximos cuatro años. De la gestión de Lula nos queda el recuerdo del histórico acuerdo logrado en el 2009 mediante el cual Brasil reconoció el derecho de que Paraguay reciba un mayor precio por su energía cedida de la hidroeléctrica de Itaipú. Así, de US$ 120 millones al año pasó a recibir 360; es decir, US$ 240 millones más.

En el caso de la relación de nuestro país con Bolsonaro, lo más representativo que queda en la memoria de los paraguayos son dos hechos bastante negativos: el primero, que se remonta al 2019, conocido como “Acta secreta de Itaipú”, considerado incluso por la sociedad y la clase política como traición a la patria y que por poco no desembocó en la destitución del presidente y vicepresidente de la República mediante un juicio político. La crisis explotó y la ciudadanía salió a las calles durante varias jornadas seguidas tras enterarse acerca de la firma de un acta en Brasilia, que había permanecido en el más absoluto secreto durante dos meses.

El segundo episodio, más reciente, ya que se desarrolló este año y que también involucró las negociaciones Abdo-Bolsonaro, se refiere a la tarifa de electricidad para el ejercicio 2022/23. La postura de Paraguay de mantener el precio en US$ 22,6 kilowatt/mes se sustentaba en que Brasil contrata el 85% de la energía que produce Itaipú y de bajar el valor de venta también disminuiría lo recibido, lo que por derecho le corresponde. Finalmente, el gobierno de Brasil impuso su voluntad cuando la contraparte paraguaya cedió y aceptó que el pago sea de US$ 20,75 kW/m, pero no solo para el 2022, sino que también para todo el 2023.

Esta victoria a costa de los intereses paraguayos fue utilizada por el candidato a la Presidencia de Brasil, Jair Bolsonaro, quien para conseguir más votos anunció en su campaña política que reducía el precio de la electricidad para todos los brasileños.

Según el Tribunal Superior Electoral de Brasil, mañana habrá 156.454.011 votantes registrados y habilitados, el electorado más grande de su historia, que decidirá el rumbo que tomará su país y de forma directa la clase de relación que tendrá el nuevo gobierno con Paraguay, ya que tenemos ejemplo de ambos contendientes.

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