DESDE MI MUNDO

Por Carlos Mariano Nin

Columnista

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“No deberíamos desanimar a la gente joven de soñar grandes sueños” (Lenny Wilken).

Arranca la primavera, la estación del año asociada a la juventud, esa que muchos llevan en el alma, pero que por estos días se dedica a los que la llevan en el cuerpo. Por eso a lo largo y ancho del país los jóvenes de edad recuerdan en estas fechas que no todo tiene el color de las flores.

Y es que el 27% de nuestra población tiene entre 15 y 29 años. Más o menos 710.000 personas tienen entre 15 y 19, 630.000 entre 20 y 24 y 580.000 entre 25 y 29 años. Un país donde florece un jardín que las autoridades se olvidaron de regar.

Roberto, mi vecino, está entre los más de 700 mil que tienen entre 15 y 19 años. Terminó el colegio y ya no pudo seguir estudiando. Pero tuvo suerte. En términos generales más del 60% de los jóvenes de entre los 15 y los 24 años no asiste a una institución de enseñanza formal, y solo entre 4 y 5, de cada 10, terminan la educación media. No hay que analizar mucho para saber que ellos no tienen futuro.

Roberto terminó la secundaria, pero entre los estudios y el trabajo, se puso a trabajar. Sin embargo, sin altos estudios no es mucho a lo que puede aspirar. 6 de cada 10 jóvenes de entre 15 y 24 años tiene un ingreso menor al salario mínimo legal establecido.

Pero en el global podría decirse que Roberto no está tan mal. Entre los de su edad hay un 13% que no estudia ni trabaja. Son los llamados NINI, un nombre simpático que no traduce la tragedia. En la mayoría esa franja convive un submundo rechazado sumido en las drogas y la delincuencia. Hoy, la mayoría de los jóvenes tiene algo en común: la pobreza.

Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), la pobreza monetaria fue de 26,9% en el 2021, una cifra igual a la del 2020 y superior a la del 2019, cuando se ubicó en 23,5%. A la vez, el desempleo pasó de 5,7% en el 2019 a 10,4% en el 2021. La realidad no solo es triste, atenta contra el futuro de forma brutal.

Más de 300.000 jóvenes tienen problemas de acceso al empleo y otros tantos tienen ocupaciones informales, sometidos a regímenes de semiesclavitud y sin acceso a prestaciones sociales. Las penurias no terminan allí. La violencia, las drogas y el riesgo en el tránsito atentan contra su supervivencia.

En Paraguay, cada tres minutos una mujer es víctima de algún tipo de violencia. Y, en promedio, se registra un feminicidio cada diez días. El 10,3% de los jóvenes escolarizados consumió alguna droga ilícita al menos una vez en su vida; y el mayor índice de mortalidad en accidentes de tránsito se concentra en la franja adolescente de entre 15 y 19 años.

Pero volvamos a Roberto. No tiene mucho que celebrar y, sin embargo, hoy cuando salió a laburar en la obra salió con su mejor ropa y una gran sonrisa. Me dejó pensando, no pierde la alegría. Es la gente que necesitamos. Es de esos jóvenes que a pesar de todo tiene esperanzas, le meten garra y construyen, con sus limitaciones, la patria soñada.

Lo dijo Horacio: “La juventud es fugaz”… Pero esa... esa es otra historia.

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