“Duele decirlo, pero hay que decirlo”

Varios indicadores y hechos, con sus proyecciones y perspectivas para el resto del 2022 y el complicado 2023, señalan que “lo peor ya pasó” en la tortuosa marcha de nuestra economía, desde un punto de vista global, y sin que a todos toque “el no empeorar”. Hay mercados, empresas y gente que la puede estar pasando “como siempre”. Pero desde arriba, sin distinguir puntos en el mapa, hay señales para respirar mejor. Y vamos a empezar por el final. Después de haber experimentado la caída del 70% en la cosecha de la soja, que inicialmente tenía un valor de US$ 5.350 millones, para lograr tan solo 2.970.000 toneladas, con una pérdida en valor de US$ 3.761 millones, los productores del campo se recuperaron y se tiran con todo nuevamente a sembrar 3.500.000 hectáreas (e incluso más) para buscar lograr una cosecha el próximo año de 10.000.000 de toneladas, es decir, un aumento probable del 237%. ¡Qué capacidad de resistencia, de resiliencia y de espíritu emprendedor! El campo siempre en pie ya empieza a inyectar vida a nuestra economía y es la clave para el retorno al crecimiento. Acotemos aquí que la cosecha de maíz también llegará ahora a un volumen excelente con la producción de alrededor de 5.500.000 toneladas. Esto ya como fruto de no quedarse con los brazos cruzados después del golpe de la estrepitosa caída de la soja en 70%.

Vayamos ahora a dos indicadores del Banco Central del Paraguay (BCP) de corto plazo. Tenemos el Imaep vinculado con la actividad económica o la producción. Las variaciones interanuales vienen desacelerándose desde abril pasado (la caída fue del -5,8%) y en julio la disminución con respecto a igual mes del 2021 fue del -1,9%. La caída se está desacelerando. Pero el acumulado en el año sigue negativo: -2,8%. Lo mismo sucede con el ECN que mide el comercio o las ventas. En el mes de julio la caída fue del 1,4% cuando en abril fue del -6,8% en este 2022, siempre comparado con iguales meses del año pasado. También en el comercio hay una desaceleración, con un acumulado negativo del -1,6%.

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Otro indicador del BCP, el Índice de Confianza del Consumidor (ICC) de agosto del 2022 que se ubicó en 50,1. Este resultado es superior al dato del mes anterior (46,6) y menor al correspondiente a agosto del 2021 (51,8). Hay una muy leve variación en el nivel de confianza. Que no baje es lo importante. Quizás como señal de ello es el aumento continuo en la importación de automotores en un 37% en el acumulado hasta agosto último (vehículos livianos y camiones nuevos), cuando en igual período del año pasado la importación fue de 17.545 unidades, de acuerdo con el informe de Cadam. En esa misma línea es un dato positivo, manejado prudentemente, el “permanente crecimiento en el uso de las tarjetas”, nos informa Bancard. A agosto y en términos interanuales el número de las tarjetas físicas y digitales aumentó 12,2%, cerrando con 920.000 unidades. Y el volumen de transacciones subió 32%. Finalmente, menos lentamente de lo esperado, hay una desaceleración de la inflación.

Del 11,8% de inflación interanual o en doce meses en abril pasado, agosto cerró con un nivel del 11,1%. Y dada la estabilización en el precio de los combustibles –nada que ver con el primer cuatrimestre– además de otros factores como la estabilidad en la cotización del dólar –aunque con una tendencia al alza en los últimos días: G. 6.986,86 (precio referencial del BCP), G. 6.920 y G. 6.990 en las casas de cambio; siendo bien aceptable el monto de las reservas internacionales del BCP en US$ 9.234, millones (anteriormente estaba en US$ 9.348 millones); no es imposible que cerremos el año con una inflación del 8,8% (oficial) o del 8,9% (estimación del sector privado).

Y es este mismo sector el que ahora maneja la estimación de un crecimiento del 0,1% (4% en el 2023). Para pisar tierra: el crecimiento este año será al final pobrísimo (0,2% según el BCP). Y esto no se cambia con “lo peor ya pasó”. Que no empeore es la cuestión. El último trimestre de cada año suele ser el más movido. Incluso el “juego político electoral” mueve dinero. Pero también puede congelar el escenario económico y desfavorecer a la gente.Was gesagt werden muss, muss gesagt werden. Duele decirlo, pero hay que decirlo.

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