En Tiktok vi a los niños africanos bailando y se veían felices. Pero ¿lo son?

En algún momento del día me puse a pensar en mi infancia. Me bastaba tan poco para ser feliz. Claro, no había teléfonos celulares, ni Play en la sala, ni autitos con bluetooth y esas cosas.

Nos bastaba salir a la calle y juntarnos. Íbamos a jugar partido al campito de la esquina o a trepar árboles por el barrio. Las balitas eran todas iguales y pasábamos horas jugando. Corríamos bajo la lluvia y nos reíamos. Nos peleábamos, pero nunca dejábamos de hablarnos. En la calle éramos todos iguales, el hijo del canillita, el coreanito de la despensa y el hijo del doctor.

Si, ya sé. Eran otros tiempos. No teníamos prejuicios, quizás porque nunca habíamos escuchado la palabra tolerancia.

Hoy si sos un niño o niña rica tenés un millón de actividades programadas. Solo para cumplir. Si sos un niño o una niña pobre no tenés otra que trabajar. Solo para comer.

A veces me parece ver a papá corriendo detrás de mí con un cinto en la mano. A mamá sentada a mi lado haciendo la tarea y dejo escapar un suspiro. Soñaba con tener un “superpoder especial” como los superhéroes y ahora sueño con volver a ser niño.

Había magia.

Pero poco a poco fuimos creciendo. Las responsabilidades suplieron a los juegos y la vida se convirtió en una carrera. Una carrera para cumplir los sueños. Una carrera para ir quemando metas. Una carrera para tener una casa y contar una historia.

La vida nos enseñó que para estar completos debíamos plantar un árbol, tener hijos y escribir un libro. Hice las tres… y hoy solo quiero volver a ser niño.

Pienso que nosotros mismos estamos matando la infancia de nuestros hijos, los obligamos a crecer demasiado rápido y les quitamos las ilusiones.

La sociedad se convirtió en un campo de batalla donde solo sobreviven los más fuertes. “Si no sacas todo 5 no hay regalo”.

“Si no sos titular en el equipo, no viajamos”. Hacemos de la competitividad una guerra y está mal.

Todas las personas mayores fueron al principio niños, aunque pocas de ellas lo recuerdan (Antoine de Saint-Exupéry).

Deberíamos enseñarles a los niños a vivir su infancia. Deberíamos dejarlos ser felices. Deberíamos nosotros mismos volver a SER NIÑOS.

Dejanos tu comentario