Entre hoy y mañana, Sergio Massa, flamante ministro de Economía, Producción, Agricultura, Ganadería y Pesca, comunicará “los nombres de quienes me acompañarán en esta nueva responsabilidad que me toca enfrentar”. Massa, todavía presidente de la Cámara de Diputados y Diputadas, reportó además que “el miércoles el presidente @alferdez me tomará juramento”, y adelantó que “luego en conferencia de prensa voy a comunicar el plan de trabajo, objetivos y ejes a abordar, así como también la mecánica de los primeros 10 días que van a darnos un camino a recorrer y los desafíos a encarar como país”. Finalmente, informó que mañana (martes) está acordada (en la Cámara BAJA) “la sesión especial donde presentaré mi renuncia como presidente de @DiputadosAR y se designará mi reemplazo”.

El informante, con muchos años de acción en la política bonaerense como diputado provincial y nacional, y como jefe de gabinete, con esos anuncios da cuenta que, cuando faltan 13 meses para las elecciones primarias abiertas simultáneas y obligatorias (PASO) para la elección presidencial del 2023; y, 17 meses para que el presidente Alberto Fernández y la vicepresidente, Cristina Fernández, finalicen sus mandatos, en horas más iniciará –apremiado por las graves circunstancias políticas, económicas y sociales por las que transita este país– una suerte de nuevo gobierno en el que, sin embargo, Alberto F. retendrá “la lapicera” para ejercer el poder formal, y la vicepresidente, Cristina F., continuará obsesionada con su situación judicial por presuntos actos de corrupción estructural entre 2007 y 2015, cuando ejercía la Presidencia y revoleando ministros, como ella misma lo dijera públicamente. Aún así, Massa intentará encarrilar la economía y finanzas de este país maltrecho y, paralelamente, trabajar con la máxima intensidad, en su propia candidatura a presidente. Viejo sueño. En ese punto, hasta ahora, comparte intencionalidades con Alberto F., que no ha dicho todavía que baja su postulación para intentar ser reelecto: y, la propia Cristina F. que, según múltiples allegados, colaboradores y colaboradoras, es una opción siempre presente.

No será un paseo triunfal ni mucho menos. El dólar estadounidense se comercializa en el mercado cambiario informal, blue, ilegal o como quieran llamarlo a unos $ 300 por unidad. La pobreza se encuentra cerca del 40%. El 60% de las niñas y niños son pobres. La indigencia se ubica cerca del 9%. La inflación parece ser indetenible. En el mes de julio que finalizó ayer, todos los datos que trascienden dan cuenta que no bajará del 8%. Anualizado, ese indicador, se aproxima al 70%. El acuerdo rubricado por el presidente Alberto F. con el Fondo Monetario Internacional (FMI) –dicen y coinciden analistas de toda extracción ideológica– contiene metas incumplibles y debería ser renegociado. Massa tiene buenas relaciones en los Estados Unidos, tanto en el sector público como en el privado.

Desde muchos años, justamente, por esa vinculación, es criticado por el kirchnerismo. Es más, allá por 2009, en el sitio que en la internet fundara Julian Assange, Wikileaks, en el mes de setiembre, se puede leer una comunicación emitida por la Embajada de los Estados Unidos en Buenos Aires, en las que reporta a sus superiores en la Casa Blanca haber sostenido reuniones, justamente con Alberto Fernández y Sergio Massa, los dos primeros jefes de gabinete de ministros del kirchnerismo. En ese contexto, sorprende leer los duros términos que, en especial Massa, aplica para describir críticamente tanto a los ex presidentes Néstor Kirchner (2003-2007) y Cristina Fernández (2007-2015). Tres –hasta ayer en la tarde altos funcionarios, “porque ninguno tiene las próximas horas aseguradas”– describieron a este corresponsal que “a Alberto, el presidente, ahora se lo ve relajado. Como si se hubiera sacado un peso de encima”.

Comprometida la más estricta reserva acerca de sus identidades, los consultados, dicen que el jefe de Estado “distendió la interna del oficialismo” y que, “en alguna medida lo unificó”. ¿Va a hacer ajustes? “No queda otra. No hay plata y, las tarifas, lo que más nos preocupa, hay que actualizarlas”, responden. En octubre, si ajustar es el camino a recorrer por Massa, las facturas de los servicios públicos de gas y luz llegarán con fuertes incrementos inclusivos. Desde los sectores más beneficiados de la sociedad hasta los más vulnerables protestarán. “De todas formas y pese a lo que el ministro Massa quiera y proponga hacer, la decisión final tendrá que ser avalada con la lapicera de Alberto F. y no deberá ser vetado por Cristina F. Los límites. El analista Ricardo Rouvier, quien fuera integrante activo del tanque de pensamiento kirchnerista Carta Abierta, con llegada directa tanto a Alberto F. como a Cristina F., asegura que “Massa emergió de un acuerdo con los K y con Cristina Fernández, en particular”. Detalla que, a partir de los cambios y designaciones que trascendieron, “Cristina F. no solo no retrocedió un lugar en los ámbitos oficiales sino que incrementó” su poder.

Revela que, en este escenario, según Rouvier, Cristina F. tiene tres ideas: “a) se aceleran los procesos judiciales contra su persona; b) la economía marcha a una crisis peor con una fecha de colisión que podría ser setiembre; y c) las elecciones del 2023 están perdidas”. Por esta razón, acepta a Sergio Massa en el gabinete. Está urgida. “Los mercados tomaron los cambios (ministeriales) en forma favorable (dado que) en varios medios internacionales daban por cuasi terminado el gobierno (de Alberto F.) y sin respuesta a la crisis socioeconómica”. Sobre la situación que podría emerger a partir de la gestión de Massa, Rouvier señala: “Massa se posiciona en un espacio de centro-derecha alejado, ideológicamente, de Cristina F.”. Pero, “tienen un acuerdo, las dos partes, con contradicciones, aunque unidos por la necesidad de ordenar el poder y mantener sus espacios”. ¿Las elecciones 2023? Ricardo Rouvier lee en las encuestas que realiza que “Cristina sigue siendo la que tiene más votos y gana poder hacia adentro de la coalición con gobernadores e intendentes, pero no incrementa su caudal electoral externo por fuera del FdT”. Recuerda que “Massa es un competidor”.

Precisa que “las amenazas económicas y financieras siguen vigentes, como así también el conflicto con el campo, o el dominio de la calle por parte de los movimientos sociales más radicalizados como el Polo Obrero o el mismo Juan Grabois, aliado kirchnerista, que corren al gobierno por izquierda mientras la Confederación General del Trabajo (CGT) y las organizaciones sociales cercanas a Alberto F., como el Movimiento Evita, se los percibe congelados, paralizados y sin iniciativas destacables”. Advierte que “la situación crítica de la economía y el (mal) humor colectivo pueden ser una condena para el oficialismo o para encontrar el camino a la recuperación”.

Finalmente, en tono de duda, remarca que “en el transcurso del tiempo (que no sobra) veremos cómo se sostiene esta alianza de dos que piensan distinto y que decidieron privilegiar al poder por el poder mismo sin prestar atención a lo conceptual”. Claramente y por sus dichos las tres patas flojas sobre las que se sostiene el Frente de Todos (FdT), la coalición gobernante, no ocultan sus deseos de ir en 2023 por la Presidencia. Es probable que, en los días que vienen, con la llegada de Massa y como se presenta su arribo al gabinete, los indicadores económicos y financieros argentinos tengan una suerte de veranito. A pesar de todo. De ser así, Alberto F. –el dueño de la lapicera–; Cristina F. –la que puede vetar y revolear ministros–, y Sergio Massa –a quien un altísimo y encumbrado prelado de la Iglesia católica argentina que ya no está en el país irónicamente llamaba “el falso profeta”– se reconocerán y promocionarán como hacedores del milagro.

En 1980, el norteamericano John Kennedy Toole escribió una novela cuyo título y, por qué no –salvando las distancias– contenido bien puede ser el mismo que el de esta crónica política argentina: “La conjura de los necios”. Diría JL Borges, tal vez: “No los une el amor, sino el espanto”.

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